domingo, 11 de diciembre de 2011

La prueba del algodón.

La enseña nacional es mucho más que un mero trozo de tela  o tan solo unos colores. De  hecho es la plasmación externa, el signo que  representa  la Patria, una representación de  la metafísica de la nación.
De la manera en que se la trate o se permita que lo hagan otros se puede deducir sin  atisbo de duda cual es la verdadera postura interna que una persona o grupo de ellas tiene con respecto a España,  y eso aunque sus discursos públicos  puedan decir lo contrario.
                                                                            

Para aquellos  que consideran  la bandera como  un mero trapo de lo que deducen por lo tanto que no hay que concederle una “excesiva” importancia  baste con un ejemplo para demostrar lo contrario. El ejemplo quizá esté en exceso manido pero no por ello menos clarificador es le siguiente: Al igual que para este tipo de personas la enseña nacional no pasa de ser un pedazo de tela lo mismo cabría decir de un rectángulo de  papel fotográfico. Pero acontece que si ese papel fotográfico lleva impresa la imagen de la madre muerta el papel toma una dimensión distinta puesto que tiene un significado bien claro del que no cabe duda alguna. Pues con ese “pedazo de tela” como algunos irreverentemente  lo llaman, ocurre un tanto de lo mismo. No podrá ser atacado ni menospreciado so pena de sufrir la acción de los hijos de la Patria que representa.
Con todo lo dicho anteriormente quiero poner de manifiesto que  el respeto  hacia la bandera y la defensa  de ella es una obligación  que todo español ha de tener y más aún la autoridad.
                                                                                

Y lo es más si cabe cuando la ley establece la obligatoriedad de la presencia preeminente de  ella en los edificios públicos, ya sean estos de las Administraciones central, autonómica o local. Es lo que se ha dado en llamar la Ley de banderas.
                                                                       Ayuntamiento de Lizarza   
                                                                         

El gobierno socialista por tanto ha dado buena prueba de  su desprecio a la enseña nacional, por mucho que en el centro de Madrid hondee  una bandera de gigantescas dimensiones o por mucho que al comienzo del desfile militar del día de la Hispanidad  un paracaidista  aterrice  con ella frente a la presidencia de tal parada.                                                 
Lo que realmente define su actuación no ha sido ello cuanto el fragrante incumplimiento  de su deber al permitir que en numerosos ayuntamientos   y parlamentos autónomos, sobre todo ocurre en Vascongadas y en Cataluña, la enseña nacional  no hondee en sus balcones o se encuentre en lugar preeminente  de  sus hemiciclos o salas de juntas..

Durante  el  mandato de otros gobiernos, no socialistas,  que precisaron del apoyo parlamentario de nacionalistas para asegurar mayorías parlamentarias, e incluso  cuando no precisaban de ellos por contar con mayoría absoluta, tampoco obligaron  a que la bandera nacional hondease en aquellos lugares  preeminentes que la ley establece.

Ahora que  un nuevo gobierno, el que presidirá el Sr. Rajoy, está a punto de afrontar las labores de gobierno, y lo hará con una amplia mayoría absoluta, será el momento de comprobar si  hace cumplir  la ley de banderas para que en Vascongadas y en Cataluña la bandera  nacional presida la vida política y social y demuestre de esta forma que  estas dos regiones continúan siendo España de modo real y no sólo  unos territorios  que los mapas y la Constitución la sitúan como parte integrante.

Sr. Rajoy, este aspecto se constituye en una especie de “prueba del algodón” que para muchos españoles pondrá de manifiesto hasta donde  sus palabras son patriotismo o se quedan en mero patrioterismo.
                   
                                     Bandera nacional con "problema técnico" que impide que hondee. 
                                                                               San  Sebastián  

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