jueves, 1 de diciembre de 2022

LA LEYENDA NEGRA AHORA ES UN ARMA DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL.

 

                                                                                             





El resurgimiento de la Leyenda Negra antiespañola entre no poca parte de la población hispanoamericana no es para nada una cuestión accidental o casual, y es que como ya he señalado a lo largo de muchas entradas en el blog, las casualidades en cuestiones de importancia o cuando se dan de manera simultánea y generalizada no son tales, estas supuestas casualidades obedecen a estrategias perfectamente planificadas e instigadas por ciertas élites para alcanzar determinados objetivos.

En el tema que nos ocupa, el resurgimiento de la Leyenda Negra en Hispanoamérica, son las élites globalistas anglosajonas, de ascendencia y cosmovisión protestante, las que han proyectado y se encuentran detrás de ello.

                                                             


Por mucho que numerosos activistas y “pensadores” se crean protagonistas o ideadores de la campaña antiespañola e indigenista que actualmente se está llevando a cabo, no pasan de ser los tontos útiles de los que el globalismo se sirve para alcanzar su objetivo fundamental, que no es otro que imponer al mundo un Nuevo Orden Mundial.

No pocos se preguntarán de qué manera la extensión de la Leyenda Negra por Hispanoamérica puede servir al advenimiento e imposición de ese Nuevo Orden Mundial que tanto anhela el   globalismo.

Resulta que para la imposición del N.O.M. se precisa que previamente hayan desaparecido las identidades nacionales y los mismos Estados-nación, ya que en caso de que estos pervivan resultaría del todo imposible la existencia de una masa informe y sin identidad que permita unificar bajo un mismo poder, gobierno global dotado de una autoridad, una economía y una religión impuestas por ese Nuevo Orden Mundial.

Es por todo ello que a los globalistas les resulta imprescindible que la Leyenda Negra se extienda por Hispanoamérica, una extensión que busca acabar con el concepto mismo de hispanidad, una Hispanidad que no es otra cosa que la cosmovisión hispana, una forma de ver la vida y la realidad, una manera de afrontar la vida, ver el mundo y al otro formado por un sustrato católico aderezado con una filosofía fruto del derecho romano, la filosofía griega y la inspiración española.


Desde el momento en que los países y la población hispanoamericana se aparte y aborrezca sus principios identitarios hispanos y sucumban al indigenismo que reniega de ellos y dice defender la primigenia y “verdadera” identidad de esos países todo habrá terminado, los Estados que la componen desaparecerán para convertirse en multitud de reinos tribales que terminarán sometidos al poder y al dinero anglosajón que buscan acabar con la Hispanidad usando como ariete la Leyenda Negra.

 

El objetivo de estas líneas no es entrar a rebatir las afirmaciones de esa leyenda anglosajona y luterana, anticatólica y actualmente globalista que trata de convertir la acción evangelizadora y civilizadora de una España que se desangró literalmente en América en una suerte de genocidio humano y cultural, para eso bastaría con acudir a estudios, documentales y ensayos históricos fácilmente accesibles.

Pese a ello no me resisto a citar a un historiador inglés, el cual señaló algo que desde mi punto de vista resulta crucial si se pretende entender la positiva y humana actuación de España en América, dijo: “La conquista de América del norte se hizo con el Antiguo Testamento y la del sur con el Nuevo”. Es ello lo que determinó la actitud de mestizaje, respeto a los indígenas y la evangelización de los pobladores de aquellas tierras. No tratamos de defender ningún tipo de Leyenda Rosa, pero desde luego la actuación española en América no es equiparable a la de los anglosajones.


                                                            

 



Todo lo señalado explica el odio a la Hispanidad y a todo lo hispano. No se trata exclusivamente de imponer un Nuevo Orden Mundial abstracto, si no un orden, desorden diría yo, sometido a la primacía de lo económico y material, a unos principios que desde una visión protestante considera más importante el tener que el ser, una visión basada en la usura, el beneficio económico y en considerar al ser humano vacío de una dignidad propia de ser un hijo de Dios hecho a Su imagen y semejanza.


                                                           


 


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