miércoles, 9 de enero de 2019

Injusticia contra el hombre.



                                                                       


Ayer el Pleno del Tribunal Supremo vino a señalar en un fallo que toda violencia   que se ejerce contra la mujer en el ámbito de la pareja o ex pareja, aunque esta se produzca dentro de una pelea física en la que tanto el hombre como la mujer se agredan mutuamente e incluso en el caso en que esta pelea haya sido iniciada por ella es considerada violencia de género, y el hombre será acusado.

                                                               

 De modo que el hombre en estos casos será acusado por violencia de género y la mujer por violencia familiar,
Esta diferenciación que se ha establecido es a  todas luces una  injusticia, lleva aparejada unas consecuencias absolutamente inaceptables., y es que las penas establecidas en el caso de la violencia de género llevan aparejadas unas penas mucho mayores que las del delito de violencia familiar, a lo que hay que sumar que en el caso de violencia de género se aplican de forma automática toda una serie de medidas contra el denunciado: medidas tales como la detención inmediata, las órdenes de alejamiento o en casos de litigio en un divorcio la privación de la patria potestad para el padre denunciado.  Todo ello por el mero hecho de haber sido acusado por una mujer y por ser hombre.
Esta diferenciación marcada por el Tribunal Supremos rompe la igualdad al situar al hombre de principio culpable y acaba con un principio tan básico como el de la presunción de inocencia, ya que es este el que ha de demostrar su inocencia y no la denunciante la que ha de probar su culpabilidad.

Mayor gravedad que eo en el hecho antes señalado la encuentro en la falta de reacción de la sociedad en general y especialmente por parte de la población masculina. Una población que ante tamaño ataque a los más básicos principios de la igualdad y la justicia permanece en silencio, una población que a fuerza de convivir con esa injusticia termina por incorporar esos inicuos planteamientos a su cosmovisión acerca del hombre y de la organización social.
De manera que se termina viendo con normalidad que más de 400 hombres sean diariamente detenidos por denuncias falsas sin que la policía encargada de llevar a cabo tales detenciones pueda hacer otra cosa  puesto que han de seguir un protocolo que les obliga a detener al hombre en  cuanto una mujer presente una denuncia  o le acuse de violencia de cualquier tipo, la detención la han de llevar a cabo aunque no haya prueba alguna e incluso ante testimonios de hijos o vecinos que exculpen al denunciado-acusado.

                                                                



Estamos en una sociedad absolutamente sometida a la dictadura del pensamiento políticamente correcto, una sociedad de borregos con mente de esponja que se pliega dócilmente, de modo cobarde diría yo, a los dictados que impone la progresía liberal y que erróneamente identifica como evolución positiva todo lo que el marxismo cultural va imponiendo.

                                                              


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