sábado, 28 de julio de 2018

Hay que frenar la invasión.


                                                                   



España está siendo invadida por un número cada vez mayor de subsaharianos, los cuales a la hora de violar nuestra soberanía y entrar en territorio español no dudan lo más mínimo en agredir gravemente a las fuerzas encargadas de proteger nuestras fronteras.
Por desgracia la invasión se viene produciendo desde hace aproximadamente una década, pero en los últimos meses y especialmente en los últimos días esta invasión ha alcanzado un volumen tal que resulta obligatoria una respuesta contundente si queremos ponerle freno , y  para que esta respuesta resulte útil  su aplicación ha de ser inmediata, de lo contrario  la cuestión difícilmente tendrá solución y España dejará de ser la nación que es y que durante siglos ha sido, para terminar convirtiéndose en un foco de inseguridad y de mescolanza cultural y racial,algo que acabará con nuestra identidad y forma de vida.
Pero desgraciadamente todo indica que terminaremos por convertirnos en un nuevo Haití, y esto es así debido a la ausencia de toma de medidas por parte de los que nos gobiernan, a la ocultación de la realidad por parte de aquellos dedicados a informar a la población y debido a la colaboración objetiva con la invasión por parte de aquellos encargados de defendernos, una colaboración escondida tras la obediencia y la máscara de un falso humanitarismo. Sin la lucha sin cuartel  de aquellos que debieran defender la seguridad de nuestras fronteras y salvaguardar nuestra identidad todo está perdido.
La única realidad es que la actitud y las acciones de todos ellos están dando alas y abriendo las puertas a los invasores que poco a poco nos ahogan.
Todo pone de manifiesto que los invasores y su utilización o creación por parte de los estrategas globalistas cuentan con el apoyo de colaboracionistas, no pocos, que desde un buenismo suicida y desde la sumisión a la dictadura de lo políticamente correcto no están haciendo otra cosa que apoyar y facilitar la llegada de esos que están penetrando en nuestra nación de modo ilegal. Unos inmigrantes ilegales que en lo que va de año han alcanzado el número de 16.000.

Ayer asistimos a como en tan solo veinticuatro horas ingresaron ilegalmente en nuestro territorio algo más de mil inmigrantes ilegales, especialmente subsaharianos aunque algunos eran magrebíes. De estos mil, casi trescientos de ellos lo hicieron por mar llegando a las costas andaluzas y más de seiscientos entraron saltando la valla que protege la frontera de la ciudad española de Ceuta.

                                                           



Estos últimos datos nos sirven para poner de manifiesto el colaboracionismo al que antes hemos hecho referencia.
 Para poner de manifiesto claramente lo referido al colaboracionismo comenzaremos refiriéndonos a esos casi setecientos ilegales que ayer llegaron a las costas del sur de España, la inmensa mayoría, por no decir la totalidad de los inmigrantes que llegaron a las costas andaluzas lo hicieron a bordo de embarcaciones de salvamento marítimo, de la Guardia Civil o de navíos de O.N.G.s con permiso para atracar en puertos españoles.

                                                           




Se dirá que ni los guardias civiles ni los que trabajan en Salvamento Marítimo son colaboracionistas, que lo único que hacen es obedecer órdenes y que además salvan vidas evitando que perezcan ahogados. Todo eso puede ser cierto, pero ello no es óbice para afirmar que su actuación es de hecho una colaboración con la invasión.
Ciertamente que la responsabilidad fundamental está en aquellos de los que parten las órdenes, que están muy por encima de los oficiales y jefes e incluso de las autoridades gubernamentales, pero todo ello no quita que las diferentes personas que participan en la transmisión de las órdenes y en el traslado a puertos españoles de los invasores sean responsables.
En lo que se refiere a los invasores subsaharianos que entran saltando las vallas de Ceuta o de Melilla es preciso señalar que en este caso la responsabilidad de la colaboración afecta a muchas más personas, dado que tanto los guardias civiles encargados de impedir que penetren en territorio español y que de hecho no lo consiguen, como esos militares que montan tiendas de campaña para que puedan permanecer en buenas condiciones  en el territorio unos individuos que acaban de violar la soberanía invadiendo nuestro territorio, consiguiendo además  con tan cuidadoso trato favorecer un efecto llamada que se producirá cuando a través de sus móviles cuenten a los que esperan en Marruecos el benéfico trato y las comodidades que les espera tras saltar la valla, y que por tanto merece la pena hacerlo y por tanto los movilizarán para que nos sigan invadiendo con sus incursiones.

En este caso también se podrá argumentar que si unos no aplican la fuerza necesaria para frenar la invasión y si otros levantan las tiendas no se debe tanto a su voluntad como al hecho de que obedecen órdenes de sus superiores y estos las de las autoridades gubernamentales.
 Al igual que en el caso de los invasores que llegan a las costas andaluzas seguramente habrá parte de realidad tanto en la   acusación de colaboración como en que esa actuación es consecuencia de la obediencia. Pero todo ello no anula el hecho de que la realidad es que colaboran con la invasión.

Desde luego sería sumamente injusto situar en los guardias civiles y en los soldados la culpa de esa colaboración, de hecho son los últimos sujetos de la cadena de mando, siendo además los guardias civiles los que en situaciones penosas se juegan la vida defendiendo la frontera en las vallas frente a unas hordas cada vez más violentas.
Los que desde luego no se libran son los jefes y oficiales, especialmente los generales, del ejército y la guardia civil puesto que ellos tienen la posibilidad y la obligación de alzar la voz ante la autoridad gubernativa para exigir medios y métodos que permitan proteger nuestras fronteras y salvaguardar la integridad de los que están a sus órdenes para realizar esta misión.

Muchos dirán que ellos también están sometidos a obediencia y que si levantan la voz estarían poniendo en juego su sueldo y con ello la comida de sus familias, a lo que les contesto que esos generales han de estar dispuestos a sacrificar sus vidas y haciendas en pro de España y su integridad.
Desde mi punto de vista lo que los jefes del ejército, la armada y la guardia civil deberían hacer es plantear la gravedad de la situación ante la JUJEM (Junta de jefes del estado mayor) y que estos se dirigiesen al gobierno solicitando más medios y nuevas instrucciones que permitiesen defender las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla y las aguas jurisdiccionales de la zona del estrecho.

                                                                 



Lo que no se puede permitir es que los guardias encargados de custodiar las vallas de Ceuta pongan en peligro sus vidas al ser atacados con cal viva y pequeños lanzallamas o que sufran el lanzamiento de excrementos por parte de los que tratan de saltar la valla, teniendo órdenes que les impiden utilizar pelotas de goma o chorros de agua a presión, métodos que si son permitidos utilizar en contra de manifestaciones y concentraciones de ciudadanos españoles.

                                                           



Otra cuestión que las autoridades militares habrían de presentar ante la JUJEM es el hecho de que ni las unidades navales de la Guardia Civil ni salvamento marítimo, ni mucho menos la Armada pueden colaborar con esta verdadera invasión trayendo a puertos españoles a inmigrantes cuando estos han sido dejados a la deriva por las mafias para que las naves españolas las acerquen a España.

Si todo el eufemísticamente denominado proceso migratorio no es considerado como lo que es, parte de una estrategia para desestabilizar y desintegrar las naciones europeas y acabar así con su identidad, no se habrá entendido nada y no se podrán tomar las medidas adecuadas para combatir el ataque globalista.
 Sólo desde ese conocimiento se podrá superar el buenismo paralizante, sólo de esta manera se podrán aplicar las medidas precisas para defender nuestras fronteras que es lo mismo que salvar nuestra forma de vida.
Dado que ha quedado perfectamente claro que las medidas que se han tomado hasta ahora no han servido para frenar la invasión de nuestro territorio estas han de ser variadas y puestas en marcha otras.
Desde mi punto de vista habrían de electrificarse las vallas o construirse un gran muro de hormigón, y permitir que los agentes que custodien dicho muro utilicen pelotas de goma y chorros de agua a alta presión para frenar el asalto de aquellos que se encaramen al citado muro. En caso de que la fuerza se vea atacada con la violencia y agresividad que hemos visto ayer se les ha de facultar para que utilicen sus armas de fuego y repeler la agresión salvaguardando su integridad física.

                                                           


Caso de que los jefes  y  la JUJEM no actúe defendiendo las fronteras españolas, la seguridad nacional y a sus subordinados estarán incurriendo en cobardía al poner sus intereses personales por encima de los  nacionales y la patria algún día se lo echará en cara y  demandará.

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