viernes, 5 de octubre de 2012

Fuerte con el débil, débil con el fuerte.



                                                 


Resulta  como mínimo una actitud cobarde el ser fuerte con los débiles y a la par ser débil con los fuertes.
Y desgraciadamente es eso a lo que en la actualidad estamos asistiendo.
El gobierno del Partido Popular se muestra muy fuerte cpontra los quese manifiestan pacíficamente, aunque una mínimamente  parte de ellos lo hagan  de modo violento, miles de personas en su mayoría jóvenes protestando en contra de unas medidas que están empobreciendo  a la población española, contra una situación que mantiene en el desempleo a  cerca de seis millones de personas y contra una casta política cada vez más corrupta y  apartada de la realidad social. Una casta  de vividores  escondidos tras sus prebendas.


                                               
Contra estas manifestaciones el gobierno popular si se muestra fuerte  al enviar a las fuerzas antidisturbios, ordenándoles  aplicar una fuerza realmente excesiva en lugar de  tomar en consideración lo  que las protestas señalan.


                                               


                                                  
En cambio cuando ese mismo gobierno se encuentra con un problema infinitamente mayor como es que cuatro municipios catalanes se declaren independientes, vulnerando de esta forma la Constitución  e incumpliendo la ley, no hace nada, el silencio y la inactividad es su respuesta. Claro que en este caso se encuentra frente a un gobierno  autónomo que es fuerte y ante el cual  opta por no aplicar la ley aunque  tal inactividad sea una TRAICIÓN.

Los españoles en estos críticos momentos echamos de menos las palabras del que supuestamente es garante de la Unidad Nacional. El monarca  con su silencio e inactividad está incurriendo en esa TRAICIÓN.

                                             
Del mismo modo, los que juraron defender y verter hasta la última gota de su sangre  defendiendo la unidad ahora en peligro  callan ni siquiera elevan su voz para defender a España.
 Nuevamente hay que señalar que el honor está por encima de la obediencia y  por encima de este se encuentra España.


                                                    

                                       

Ante la  conculcación de la legislación vigente y un ataque directo a uno de los puntos básicos   de la Carta Magna como  es la  la unidad de la Nación española la única actuación posible es la aplicación de la ley, recurriendo si es preciso a esas mismas fuerzas a las que con tanta facilidad recurre para  combatir a los manifestantes.


                                               

Los alcaldes  de los municipios autodeclarados independientes tendrían que haber sido  inmediatamente detenidos, al igual que aquellos que promueven la secesión de Cataluña.
Caso contrario el gobierno estaría incurriendo  el ALTA TRAICIÓN, además de mostrar cobardía.

Pero hemos de considerar que el apaleamiento de los manifestantes sirve a los gobernantes para  atrae la atención de la población sobre estos acontecimientos logrando de este modo distraer al pueblo y lograr que su foco de atención no se dirija a la crisis económica, a los recortes y a  de la terrible crisis que  amenaza con la ruptura de la Unidad Nacional.

                                                  

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