sábado, 3 de marzo de 2012

La banca siempre gana.




Es absolutamente lógico que la inmensa mayoría de la población  vea siempre detrás de toda actividad o decisión político-económica la alargada sombra de los bancos. Y es que a modo de buitres estas entidades privadas “con ánimo de usura”  parecen  intuir  donde pueden darse un festín a costa de las desgracias o necesidades ajenas.

                                                               

Con estas palabras quiero referirme a que es lo que verdaderamente se esconde tras la medida que  el ejecutivo de Rajoy ha puesto en marcha para  que los que trabajaron o aportaron material a la Administración  del Estado, en especial a los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas, cobren sus servicios y/o materiales.
No hay que dejar de señalar, puesto que sería faltar a la verdad, que  el despilfarro y descontrol que se llevo a cabo durante  las legislaturas socialistas  son las responsables de la situación a la que ha de hacerse  frente ahora, pero volvamos a fijarnos en la medida a la que nos estamos refiriendo.

Todo lo que el ejecutivo ha señalado no se pondrá en funcionamiento hasta pasados un par de meses, y  la consecución del pago de aquello que se adeuda habrá de seguir los siguientes pasos: En primer lugar los organismos  deudores (Ayuntamientos y Comunidades Autónomas) habrán de presentar ante el ministerio de hacienda una lista de aquellos individuos, empresas o proveedores a los que adeuda algo y el monto de tal deuda. A partir de ese momento los que reclamen la deuda habrán de  dirigirse a los bancos para  solicitar el pago de ella, una vez que el banco haya reconocido como cierta tal deuda tras verificarla con los datos presentados en hacienda por  las corporaciones locales y las comunidades autónomas. Acto seguido se procederá a hacer efectivo  al solicitante de la  cantidad adeudada.

Pero como se supondrá la realidad no va a ser tan beatífica.
¿Dónde está el truco?, porque los bancos no son tan generosos, no van por ahí regalando dinero, y no mueven un dedo si no tienen la absoluta certeza de que van a obtener un alto beneficio de ese desembolso.

Ahora llegamos al truco de toda esta operación, nos encontramos con que  quién pretenda cobrar lo hará siempre que previamente acepte por escrito  renunciar a cualquier tipo de recarga a que el paso del tiempo haya podido dar lugar, es decir que el que reclama la deuda como mucho recuperará el 90% de la cantidad de lo que se le adeuda puesto que la deuda de la inmensa mayoría tiene una antigüedad  de un año o más. Pero no acaba ahí la cosa puesto que  el pago de la deuda no se hará de un modo automático e instantáneo tras ser reconocida y aceptada la condición antes apuntada, para cobrar se seguirá un orden  que derivará de la quita que el que cobra señale, es decir que cuanto  menos acepte cobrar antes recibirá lo que se le adeuda.

O sea, ¡¡menudo chollo!!.

                                                                   

Pero no todo va a ser negativo en este sistema de cobro que el gobierno ha propuesto, el chollo de verdad viene cuando volvemos los ojos hacia  los bancos.
No va a ser la Administración que adeuda la que hará efectivo el pago de  eso que debe pues no tiene dinero en sus arcas. ¿quién  pagará entonces?, pues  el banco. Pero como los bancos no son precisamente una entidad caritativa lo hará cobrándole un muy alto interés a ayuntamientos y comunidades autónomas.  El dinero con el que  pagarán y por el que cobrarán un muy alto interés (alrededor del 8% o más) lo sacarán  del que el Banco Central Europeo  les dio a uno muy bajo (inferior al 1%), luego el negocio es redondo y enormemente  rentable.
La banca siempre gana.

                                                                  

Pero la ganancia del banco redunda  en una gran pérdida de  dinero por parte  del ayuntamiento o comunidad autónoma que  de algún lugar habrá de sacar ese dinero que pierde y del que carece. Pues muy sencillo, de nuevo seremos los ciudadanos los que lo pagaremos  a través de impuestos o tasas que de  nuevo subirán.


En dos palabras los políticos dilapidan, los bancos ganan y el ciudadano paga.

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