jueves, 1 de marzo de 2018

Un paso más de la estrategia LGTB.


                                                                                                         


La agenda LGTBI se va cumpliendo de manera inexorable, su estrategia  ha sido la de ir cambiando parcelas de la sociedad y moral humana, siendo así que poco a poco han ido ganando batallas en temas que en un principio han podido ser vistas como pequeñas excentricidades, pero unas excentricidades que aunque en principio fueron vistas como cuestiones sin sentido han pasado a ser considerados como derechos que por último han encontrado asiento en la legislación llegando inclusive a obligar a todos aquellos que no pertenecemos a esa “cultura” de lo antinatural y por tanto opuesta a lo humano. 
Merced a toda esta infiltración paulatina provocada por la ingeniería social que deriva del freudismo marxista, de la concepción falsa de la familia basada en las mentiras de Margaret Mead y del socialismo cultural de la escuela de Frankfurt  nos encontramos con que han logrado implantar en la visión de gran parte de la población y en la legislación de los países “avanzados” cuestiones tales como la aceptación de los “matrimonios” homosexuales, los baños llamados “trans”, la aceptación del cambio del nombre en el registro, las operaciones de sexo en adolescentes realizadas incluso sin el permiso de los padres y la realización en escuelas e institutos de un adoctrinamiento que presenta la idea de que se puede tener y desarrollar un género distinto al que ha venido marcado por la realidad sexual de  la anatomía con la que cada uno de nosotros hemos nacido.
Todo esto, unido a la generalización de la presencia de homosexuales y lesbianas en televisión y de conductas de este tipo en series televisivas busca normalizar lo que no es normal. No hay que perder nunca de vista que este adoctrinamiento escolar o televisivo actúa sobre las personas en unos estadios evolutivos , como  en la infancia y la adolescencia, en los cuales aún se está definiendo la identidad sexual, en unos momentos de confusión en los que el sujeto es muy vulnerable.

Pero desgraciadamente aún no ha terminado de implantarse plenamente el plan LGTBI, el siguiente paso no ha comenzado a desarrollarse en la sociedad española, aunque está bastante desarrollado en la sociedad norteamericana y en algunos países de la “avanzada” Europa.

Estoy haciendo referencia al movimiento de los transgénero o “trans”, y al referirnos a él no hablamos tan solo de una corriente que se conforme con romper la adopción por parte del individuo de roles o modismos sociales asignados al sujeto en función de su sexo. El movimiento trans va mucho más allá, busca una ruptura total con el sexo que anatómicamente le define como ser humano y sexuado. Se trata por tanto de actuar sobre/contra la naturaleza para llegar a la ruptura con la realidad física de su sexo, una actuación que por mas que se quiera es absolutamente superficial ya que el sexo del individuo no puede variarse dado que está inscrito en el A.D.N. y afecta a todas y cada una de nuestras células.

                                                                                 



Este movimiento suele darse más entre las chicas, las cuales recurriendo a inyectarse o tomar hormonas buscan desarrollar las características masculinas secundarias (más fortaleza física, una estructura muscular mayor y más marcada, voz más grave, barba incipiente etc.) paralelamente a ello algunas características secundarias propias de la mujer se hacen menos marcadas.

                                                                                  


Todo este movimiento trans ha dado lugar a sucesos tan grotescos como el que paso a narrar:
Es el caso de la menor de edad Mack Beegs., nacida mujer y que está arrasando en las competiciones femeninas de lucha en Estados Unidos.
En este caso concreto concurren dos circunstancias que provocan una situación delicada en lo que hace a las competiciones deportivas femeninas en las que participa y a la seguridad de las competidoras.

                                                                          

Por un lado nos encontramos con que en el Estado de Tejas se indica que los luchadores han de participar en la modalidad, masculina o femenina, que corresponda al sexo con el que nació, pero esto a su vez provoca una seria problemática con los denominados o denominadas trans.
 Esta problemática surge del hecho de que a los trans se les permite haber tomado o tomar testosterona como parte del tratamiento trans, pero  en caso de que esas substancias hubiesen sido tomadas por el resto de participantes esto  sería considerado dopaje, de otro lado está el hecho de que son muchos los padres que se han negado a que sus hijas adolescente se enfrenten a esta trans debido al temor a resultar   gravemente lesionadas dada la  mayor  agresividad en la lucha unida a una fuerza innegablemente mayor.

                                                                                   

A todo esto, hay que unir la desmotivación que provoca la práctica seguridad de perder en un deporte de contacto ante una fuerza mucho mayor.
De hecho no han sido pocas las chicas que se han negado a luchar contra ella.
Todo esto no son otra cosa que las consecuencias lógicas de colocar la voluntad del ser humano por encima de la del Creador al tratar violar las leyes más básicas de la Creación al intentar quebrantar lo más profunda del ser humano, pues somos seres sexuados y como hombre o mujer nos ha creado Dios.
Debido a la dictadura de lo políticamente correcto la práctica totalidad de los medios de comunicación norteamericanos que se han hecho eco de este asunto hablan de la luchadora adolescente trans en masculino, olvidando que se trata de una chica hormonada y que su realidad es femenina.

Hacer referencia a esta noticia pudiera parecer inclusive un chascarrillo, aunque el asunto que de ella se deriva no es para nada anecdótico.
De hecho, creo que es en este terreno en el que se va a desarrollar el próximo combate de la estrategia LGTBI, un combate que buscará el reconocimiento internacional de los trans en los juegos olímpicos ,  se buscaría en primer lugar el reconocimiento internacional para que después fuesen las legislaciones nacionales las que les diesen carta de naturaleza legal. 

                                                                                  

Es así que la propia Beegs  ha señalado que en breve podrá competir en la categoría de hombres y que su objetivo es poder competir en los juegos olímpicos.

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