sábado, 9 de junio de 2012

Las medidas de Esperanza Aguirre





                                              


La aplaudida medida adoptada por la presidenta  de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre de reducir a la mitad el número de diputados que conforman el parlamento madrileño pone de manifiesto algo que parece pasarse por alto.
El hecho de poderse reducir de un modo tan radical  el número de diputados sin que por ello se vea afectada, ni la representación del pueblo madrileño ni que se merme su efectividad política, pone a las claras  lo inútil de las instituciones  de este tipo.


                                            

Unos elementos inútiles, por mucho que conformen la estructura política del Estado, que llevan aparejado un gasto suntuario y un nivel de corrupción caciquil deberían ser inmediatamente eliminados. Y es  que en una situación de crisis económica nacional  no podemos permitirnos mantener esa ordenación que lleva aparejada una duplicación o triplicación de unas mismas funciones. La economía española no  precisaría de recorte social o laboral alguno si  el colosal dispendio que las autonomías  producen desapareciese.

Pero no caigamos en el  pensamiento economicista-materialista de considerar exclusivamente los problemas económicos  que el sistema autonómico  produce o de considerar  tan solo la crisis económica por la que atraviesa España.


                                              

Nuestra nación está inmersa, además de en la crisis económica, en una gravísima y crítica problemática que pone en  grave peligro la unidad  nacional, y de la que el sistema autonómico es en gran parte responsable.
No se puede mantener un sistema que lejos de ser una mera descentralización  basada en una deseable autonomía administrativa  es un movimiento centrífugo que a través de  la descentralización política está  proporcionando a los  


                                                
secesionistas  cotas de poder absoluto a través de los cuales romper la unidad nacional. Intentan que unas regiones que que tan solo en España encuentran su sentido histórico rompan con ella.
Las autonomías deben desaparecer por antieconómicas pero ante todo por ser elementos disgregadores que ponen en riesgo la unidad de España.


                                              
 La medida de Esperanza Aguirre no pasa de ser  una cortina de  humo  que esconde el verdadero problema que es el sistema autonómico, problema que ningún  gobierno, incluido el actual, no  se ha atrevido o querido abordar.

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