viernes, 23 de noviembre de 2018

CUBA E HISPANIDAD.



                                                                             
     



Aprovechando que el actual ocupante de la Moncloa está de viaje oficial por la república hermana de Cuba para hacer referencia a una realidad ocultada por la historiografía oficial a ambos lados del Atlántico, en un lado debido al resentimiento y en el otro al sentimiento de culpa, ambas posiciones derivados ambas de la propaganda masónica antihispánica.  
Debido a que tanto las élites españolas como las hispanoamericanas aceptaron la versión que presentó la nueva Leyenda Negra que en los siglos XVIII, XIX y XX divulgaron por el mundo las logias de los hijos de la Gran Bretaña con la inestimable ayuda en su difusión de la masonería implantada desde su nacimiento en los Estados Unidos de Norteamérica.
  España y los países hispanoamericanos nos dimos la espalda  y las repúblicas hermanas de América no conformaron una unidad política que les habría dotado de una potencia similar cuando no mayor que la de los Estados Unidos de Norteamérica.
Esta nueva Leyenda Negra presenta la independencia de los diferentes virreinatos de una manera absolutamente distorsionada, mostrando una versión según la cual los movimientos independentistas fueron resultado de la  reacción de los indígenas u los mestizos ante los abusos y del robo de sus recursos llevados a cabo por los crueles explotadores españoles.

Pero por mucho que se lo propongan la realidad fue muy distinta  a esa que con tanto odio e inquina presentan los hijos de la Gran Bretaña y sus primos norteamericanos.

Lo cierto es que esos movimientos que supuestamente partieron de los indígenas que vivían en los virreinatos como unos súbditos más de la corona española, con los mismos derechos y deberes que aquellos que vivían en la península o las islas,  fueron promovidos por  las clases altas de los criollos  y por los españoles peninsulares que habían llegado infectados por los principios liberales de la revolución francesa y por aquellos sometidos a las logias masónicas imbricadas con los intereses británicos.

                                                               
La realidad es que en los enfrentamientos y batallas en los que se enfrentaron los defensores de la presencia española a través de sus virreinatos en territorio americano la inmensa mayoría de los contingentes realistas estaba formada por indígenas y mestizos

                                                         
Virreinatos.
Soldados españoles en la guerra de Cuba.


 Por el contrario, nos encontramos con que en el bando de los que pretendían la independencia y se oponían a la presencia de la monarquía española estaban   dirigidos por criollos de la alta burguesía y por militares formados en España que desde su liberalismo afrancesado estaban sometidos a las órdenes de la masonería de obediencia inglesa, francesa y norteamericana.

                                                         

Estos últimos lograron impedir que los pueblos hispanoamericanos recién independizados se constituyesen en una potencia económica y cultural importante y que por el contrario terminasen siendo el patio trasero del poder británico-estadounidense.
 Una vez que los virreinatos desaparecieron, y con ellos la protección legal que de ellos recibían, los indígenas fueron privados de sus posesiones y derechos pasando a ser tratados como esclavos o ciudadanos de segunda o tercera clase.

                                                           
Leyes de Indias.



Queda perfectamente claro que la independencia de Cuba se llevó a cabo en contra de una gran parte de la población cubana, especialmente de la mestiza e indígena, y que los Estados Unidos colaboró a ello de manera determinante para hacer de la isla una posesión más, de esparcimiento y abuso.

“Cuba es Cádiz con más negritos y Cadiz Cuba con más salero”.

España debe fijar su vista en Hispanoamérica y no en la U.E., ahí está nuestra sangre, nuestro idioma y nuestra fe. La Unión Europea es la construcción de la masonería y del sionismo para combatir  a la Europa verdadera que es la de la España católica y su continuación en América que es la misma civilización hispánica que todos compartimos.

Pero regresemos a Cuba, en la lucha que se desarrolló en la isla en pro de la independencia aconteció algo similar a lo que más arriba hemos señalado.
Historiadores como Jhon Lawrence Tone van inclusive más alá al señalar que la mayor parte de los soldados que se habían alistado en las tropas independentistas lo hicieron en el último mes de la contienda, una vez que los españoles habían declarado el alto el fuego.
Es muy importante señalar que este mismo investigador histórico señala que el españolismo más militante en Cuba no fue un fenómeno surgido o desarrollado únicamente en las áreas urbanas ni protagonizada por personas llegadas de la península.
Entre los voluntarios había una muy importante representación de hombres que no habían nacido en Cuba, muchos eran negros y mulatos sin ningún lazo de sangre con España o Europa.
El historiador catalán Joan Casanovas Codina señaló que, entre los 2932 voluntarios 710 eran cubanos.
En la guerra del 95 muchos isleños participaron del lado de España. Su contribución al contingente en favor de España sería el siguiente: el 25% de los oficiales y el 30% de las tropas, a los que como señalaba Tone habría que añadir los criollos guerrilleros.
El biógrafo del capitán general Weyler, Gabriel Cardona estimó que entre voluntarios y soldados de reemplazo hubo más de 80000 cubanos, alistándose también, y por iniciativa propia, otros combatientes que no tenían ningún tipo de lazo con la península, como fue el caso de varios batallones puertorriqueños.
Para comprender la realidad de la actitud de la mayor parte de la población de Cuba respecto a la independencia hay que tomar en consideración que según el historiador norteamericano Donald H. Dyal los separatistas nunca superaron los 40000 hombres, y que sólo comenzaron a vislumbrar cierta posibilidad de vencer tras comenzar a recibir el apoyo de los Estados Unidos a principios de 1898, después de la falsa acusación contra España del hundimiento del acorazado Maine con la posterior entrada en guerra contra España de Estados Unidos, lo que aceleró el final del conflicto y la independencia de Cuba.

Es decir, que lo que realmente se produjo en Cuba fue una guerra civil resultado de la cual una  parte mayoritaria de la población  se independizó de la corona española en contra de su voluntad merced al apoyo interesado de los Estados Unidos y de la masonería.

                                                           
Explosión del Maine, falsa bandera para entrar en guerra con España y hacerse con Cuba.


España debe volver la vista hacia la América hispana y dejar de lado a esa Unión Europea masónica y sionista que busca la destrucción de los Estados-nación, acabando con toda supervivencia de la verdadera Europa, la Europa católica que representa España y que en Iberoamérica encuentra su continuidad.


                                                           


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