Nuevamente estamos
asistiendo a una de esas incongruencias que ponen claramente de manifiesto como
esos mensajes creados por el marxismo cultural freudiano son parte de una ingeniería
social que busca acabar con la sociedad comenzando por minar la familia y poniendo
en marcha una guerra de sexos. Hay un hecho que pone claramente de manifiesto
esta incongruencia y que se viene poniendo de manifiesto durante el mundial de
futbol que se está desarrollando este 2018 en Rusia.
Parece haber
pasado desapercibido para una gran mayoría el hecho de que ciertamente no participan modelos,
azafatas ni cuerpos de baile de animadoras tal y como de modo histriónico
manifestaban las feminiestalinistas, supuestamente para defender la dignidad de
la mujer y luchar contra su cosificación. Pero todo ello era llevado a cabo por
personas mayores de edad que decidían
libremente sobre su participar o no. Esas participaciones femeninas de personas adultas han sido sustituidas por la inclusión de menores
de edad, y de muy pocos años, que acompañan a las selecciones nacionales de los
distintos países que participan en el presente mundial.
Hay que
poner de manifiesto que esos niños y niñas que participan, siendo plenamente
identificables, lo están haciendo sin tener una capacidad volitiva que les
permita, al contrario que ocurría con las azafatas y modelos, decidir
libremente y con los elementos de juicio necesarios su participación o no en esos
eventos.
Todo esto
pone de manifiesto que para la sociedad que lo asimila sin crítica alguna, muy especialmente las feministas radicales, la protección de la mujer es considerada como más
importante que la de los menores indefensos, sean estos niños o niñas.
En el caso
de las azafatas de las carreras, de las animadoras de los partidos de futbol o
baloncesto se considera que son cosificadas cuando participan en estos eventos
libremente en función de la belleza femenina. En cambio, cuando se juega con la
inocencia y la belleza de menores que no actúan con plena libertad pues no
tienen capacidad volitiva y son plenamente identificables con el peligro que
esto lleva aparejado, su participación no es criticada.
Cualquiera
que se plantee las cosas de manera crítica podrá deducir que para las feministas radicales la libertad de las
personas es algo que para nada cuenta y que consideran a la mujer como un ser
inmaduro incapaz de tomar sus propias decisiones, a menos que sus decisiones coincidan
con las de estas femiestalinistas claro.
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