Desde hace
más de dos siglos el dominio que las fianzas internacionales detentan sobre la
economía y la política internacional es tal que los poderes privados dominados
por la banca han acabado de hecho con la soberanía de los Estados-nación.
Es por ello que
uno de los aspectos fundamentales que hemos de poner en marcha para combatir el
poder omnímodo que poco a poco ha ido adquiriendo una usurocracia que juega con
el capital, los préstamos y la deuda para a partir de ello comprar la voluntad
de autoridades y partidos, esclavizar al pueblo y a través de ello dirigir la
economía y la política de un mundo que de ese modo está sometido a los mandatos
del “pueblo elegido”.
Los pilares
fundamentales básicos de todo esto es el dinero deuda y un entramado basado en
la especulación, una especulación que se asienta en que los depósitos que los
sujetos hacen al ingresar dinero en los bancos, unos depósitos que son después
utilizados por las entidades para especular en la bolsa o invertir en negocios,
industria, inmobiliarias, etc.
Hemos de
tener esto muy en cuenta si lo que pretendemos es acabar con el sistema
financiero internacional para de este modo recuperar la soberanía de las
naciones.
El ataque al sistema ha de basarse en acabar
con los beneficios que consigue la banca al especular con el fruto del trabajo que
es el que da lugar a los depósitos particulares con los que posteriormente se
especula y obtiene ganancias a la par que pone en peligro el dinero depositado.
En este
punto lo que hemos de hacer es desligar lo que es la banca de depósito de la
banca de inversión o directamente prohibir la segunda.
La diferenciación
total de la banca de depósito y de la de inversión no es algo novedoso puesto
que una ley que lo hacía entró en vigor en los Estados Unidos en los años
treinta a través de una ley, la cual se aprobó en los años treinta y estuvo
vigente hasta los últimos años de los noventa en que fue derogada debido a que se
estaban viendo dañados los intereses de
la banca de inversión que se encontraba sub-capitalizada, perjuicio que
redundaba en beneficio de la banca de depósito y de la economía real.
Para
contrarrestar la merma que la ley provocaba en sus beneficios lograron que se aprobaron
medidas que limitaron la ley, debilitándola y haciendo que la ciudad de Londres
fuese la primera plaza financiera durante bastante tiempo.
Durante los
años ochenta el Banca Central trató de derogar la ley, pero no lo conseguiría
hasta 1990 en que bajo el mandato de Clinton fue capaz de “convencer” al Senado,
gracias a la poderosa presión del lobby de las altas finanzas que pretendía una
fusión gigante entre City y Travellers siendo esta ley, la Glass-Steagall que
es su nombre, sustituida por la Ley Gramm-Leach-Biley, cuya entrada en vigor permitió
la constitución de Citigroup, así como que los bancos comerciales pudieran asumir mayores
riesgos (realmente riesgo para los ahorradores) a la par que se apalancasen, creando una situación que ponía en peligro
la economía de la nacional y no tanto a
la propia liquidez de los mismos bancos, los cuales serían así mismo rescatados
por los estados en caso de quiebra.
Con la
puesta en marcha de esta ley se puede mermar el poder de las finanzas meramente
especulativas en favor de la economía real a la par que se daña el poder financiero
y se comienza a recuperar la soberanía económica nacional.
La Ley
Glass-Steagall, que sirvió para afrontar la gran depresión consecuencia del
crack del 29,
se puede definir en función de los siguientes puntos:
En primer lugar,
una separación absoluta entre la banca de depósito y la banca de inversión, lo
segundo que impondría sería la creación de una serie de bancos nacionales y
estatales, con la presencia de una ley anti-monopolio que impidiese cualquier
competencia desleal entre ellos. Y en último lugar vetar toda participación de
los bancos en los consejos de administración de empresas de tipo industrial,
comercial o de servicios.
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