El gravísimo
peligro que para Europa en general, y para los países de la cuenca mediterránea
muy en particular, es la inmigración ilegal masiva procedente de África, la
cual constituye una amenaza de tal calibre que pone en riesgo su misma
continuidad histórica al provocar la muerte de su milenaria identidad.
Y es que esa inmigración masiva musulmana, sincretista y racialmente distinta,
mantiene una cosmovisión diametralmente opuesta a la de una Europa conformada
en base a la fe y moral cristiana, a la filosofía griega y al derecho romano. Fruto
de todo lo señalado nuestra civilización ha aportado a la humanidad conceptos
como los de libertad, dignidad, igualdad ante la ley y toda una serie de
concepciones que han constituido a Occidente, la antigua Cristiandad, en el
faro que ha iluminado a la humanidad y la ha sacado de las tinieblas.
La Europa
milenaria, no esa Europa judeomasónica que es la Unión Europea y que no tiene
más de setenta años, está siendo objeto un ataque de tal magnitud que a todos,
pueblo, milicia y autoridades, nos ha de poner en pié para luchar, defender su identidad y
supervivencia. Para ello la sociedad toda debe enfrentarse a un enemigo que
caso de vencer acabaría sin piedad con todos nosotros, y con nuestra identidad,
un enemigo que se oculta tras las bambalinas de la corrección política y que se
sirve del buenismo sentimentaloide para desarticular cualquier posible reacción
que es presentada como racismo y falta de humanidad.
Para que esa
defensa tenga unas mínimas posibilidades de éxito es primeramente preciso
realizar un análisis sobre cual es la manera en que se desarrolla el ataque que
pretendemos combatir.
Aparte de
las cuestiones espirituales, morales y geopolíticas definitorias de la
paulatina muerte de Occidente, pero que no son el objeto de la presente entrada,
es preciso tomar en consideración una cuestión tan básica que puede resultar obvia,
pero es un aspecto que si no es tenido en cuenta ninguna estrategia que se
ponga en marcha podrá cosechar éxito alguno.
En lo que se
refiere a la inmigración ilegal masiva procedente de África y de algunos países
asiáticos es necesario que consideremos el lugar desde el que parte la inmensa
mayoría de esos que un día si y otro también llegan a nuestras costas, y es
importante no sólo para conocer el punto de partida si no porque ello nos
aportará una información importante de la
realidad que está detrás de esta verdadera invasión que sufrimos y a la que hemos de hacer frente.
De todos es
sabido que el punto de partida de la inmensa mayoría de las embarcaciones, desde
cayucos o balsas precarias llenas hasta los topes de migrantes desesperados
hasta barcos en mal estado, que utilizan las mafias que comercian con seres
humanos está en las costas de Libia.
Las costas
libias se han convertido en el mejor punto de partida por dos circunstancias:
En primer lugar,
debido a que su situación geográfica le permite llegar a las costas italianas
con facilidad dada su relativa proximidad a las costas italianas y ahora
también España una vez que las autoridades españolas han ofrecido sus puertos
del este peninsular para acoger a aquellos que han sido recogidos por barcos de
las O.N.G.s.
En segundo lugar, en este
territorio dominado por señores de la guerra tribales y por terroristas
yihadistas existe un estado de terror, torturas, venta de los inmigrantes como
esclavos, violaciones, etc. que lleva a
que los inmigrantes que llegan a territorio libio se vean obligados a ponerse
en manos de las mafias que trafican con seres humanos para poder escapar a
través del Mediterráneo con destino a
Europa.
En este
punto es preciso señalar que este estado de cosas que acontece en Libia se
produce ante la existencia de un Estado fallido sin autoridad ni control
alguno, pero del mismo modo ha de quedar perfectamente claro que la situación
arriba señalada es consecuencia directa de que durante los años 2010 y 2011 la
O.T.A.N. derrocó el régimen libio y Muamar el Gadafi fue asesinado a manos de mercenarios al
servicio de esta.
Tras ello se rompió el equilibrio tribal que había logrado establecer el
dirigente Libio, y con ello los señores de la guerra de las distintas tribus se hicieron
con el control del territorio libio, a lo que hay que añadir que tropas
terroristas yihadistas establecieron en gran parte del país un estado de terror
generalizado en el que el mercado de esclavos, el tráfico de armas y el
traslado de inmigrantes a Europa por el Mediterráneo son junto al comercio con
el petróleo del país las fuentes fundamentales de ingreso para esa panda
de criminales.
Pero hay un
factor más, y desde luego no es le de menor importancia, que determina la invasión
que por parte de migrantes africanos está siendo objeto Europa.
Este factor
deriva de la concepción islamista radical que basada en el wahabismo busca la
invasión de nuestro continente recurriendo a una invasión “pacífica” mediante
la inmigración descontrolada y masiva, para ello se sirven de ese suicida
buenismo que ocupa el pensamiento único occidental. Mientras que los europeos
no nos sacudamos ese complejo de culpa que nos han inoculado y que nos lleva a
perdonar y no reaccionar frente a cualquier acción de los colonizados y
exprimidos africanos lo tendremos todo perdido.
Como señalé
al principio de esta entrada estamos obligados, en homenaje a los que nos
precedieron, en deferencia hacia los que hereden nuestro mundo y por nosotros
mismos a luchar para defender nuestro mundo, nuestra identidad y nuestra
identidad.
Desde mi
punto de vista la acción que se ha de llevar a cabo se debe centrar en dos
puntos, uno sería cerrar los puertos y las aguas jurisdiccionales tanto a las
embarcaciones de ilegales como a los barcos de esas O.N.G.s que no hacen otra
cosa que colaborar, lo quieran o no, con las mafias que trafican con personas.
El segundo punto se habría de centrar en una
actuación militar sobre el territorio libio, actuación que buscaría acabar con que
el territorio, y más concretamente su costa, sirviese como plataforma desde la
que salgan los migrantes que llegan a Europa.
Para ello
habría que establecer una suerte de protectorado internacional para que
mediante la pacificción de la zona proteger los derechos humanos que en la
actualidad son tan gravemente violados y que de hecho empujan a los inmigrantes
africanos en brazos de las mafias que comercian con las vidas de los que tratan
de llegar a Europa para salvar sus vidas en busca del inexistente paraíso que
les han prometido que encontrarán en nuestro continente.
De esta
manera también se combatiría el terrorismo yihadista que desde tan cerca
amenaza la paz europea a la par que se pondría fin a la utilización de las
costas libias como punto de partida de los inmigrantes que invaden nuestros
países y que son engañados para que lo hagan.
Todo esto se
puede poner en funcionamiento acudiendo a dos razones fundamentales y que toda la
población aceptaría, una la legítima defensa contra el terrorismo y otra la lucha
por defender los derechos humanos que en Libia son pisoteados con torturas,
asesinatos, violaciones y venta de esclavos que en el país africano se vienen produciendo
y que provoca que los inmigrantes africanos se pongan en manos de las mafias
para después morir en el Mediterráneo durante la travesía.
Pero ninguna medida podría llevarse a cabo si
en primer lugar la población y las autoridades no adquieren conciencia de la
realidad de lo que realmente está en juego y lo que viene ocurriendo, sólo
desde una voluntad de lucha y de una conciencia nacional que tenga en cuenta su
identidad, caso contrario todo está perdido antes incluso de iniciar la lucha.
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