En estos
momentos en los que tanto se habla, se grita y supuestamente se legisla en favor
de la mujer, todo el mundo, pero muy especialmente las femipodemitas del “al
machito machete”, esas tan obsesionadas con el heteropatriarcado y con los
micromachismos parecen haber olvidado
la verdadera defensa de la mujer y con ello brilla mucho más la insigne figura de una mujer que desde su
condición de falangista logró unos cambios favorables a la mujer en la
legislación española como nadie antes había conseguido, la realidad es que ella
logró que se realizase la primera reforma del Código Civil desde 1889.
Este olvido sólo puede explicarse como fruto
de esa suerte de abducción provocada por el radicalismo ideológico que ha
secuestrado la inteligencia a todo este rebaño de mujeres y hombres, autodenominados
feministas, que no son otra cosa que seres rencorosos sometidos al pensamiento
único de lo políticamente correcto.
Son gentes que voluntaria o de modo ingenuo se
han sumado a una ingeniería social que busca acabar con la sociedad occidental enfrentando
a los sexos para de este modo destrozar la familia, célula básica de la
sociedad.
Como digo, todo
este movimiento, en el que hay que incluir tanto a los seguidores vocingleros que
se manifiestan como a aquellos que lo secundan desde el cobarde y acomodaticio silencio
aburguesado que traga con lo que sea con tal de no enfrentarse a lo
políticamente correcto y de esta manera mantenerse en el poder o lograr
alcanzarlo para medrar y vivir del cuento.
Todos ellos
han ocultado tras la oscuridad del sectarismo la realidad de una verdadera
defensora de la mujer, una luz que reluce por mucho que los nubarrones del
sectarismo traten de ocultar su brillo tras la oscuridad de su mediocre radicalismo femiestalinista.
Me estoy
refiriendo a Mercedes Formica, la cual logró variar de manera fundamental la
forma en la que hasta entonces las leyes recogían la situación y los derechos
de las féminas, una legislación que merced a su intervención e impulso mejoró la
realidad social y dando un paso fundamental para llegar a la independencia de
estas.
De hecho,
consiguió cambiar nada menos que 66 artículos del Código Civil en pleno régimen
de Franco, y no se trató de artículos sin importancia.
No se centró
en combatir al hombre sino en dignificar a la mujer, combatiendo por su
igualdad jurídica y real, no gastó su tiempo ni ocupó el de los demás hablando del
heteropatriarcado o de micromachismo, no se dedicó a señalar la depilación o la
cortesía como muestras de sometimiento o afirmando que el coito y los piropos son
agresiones contra la mujer.
Ahora vamos
a referir algunos de los logros que alcanzó esta falangista, verdadera
defensora de la dignidad y de los derechos de la mujer:
El 24 de abril
de 1958 fue el día en que todos sus esfuerzos y gestiones dieron fruto y se
plasmaron en la legislación y en el Código Civil, logrando que el concepto
“casa del marido” fuese sustituido por el de “hogar conyugal”, cosa esta que
permitía que la mujer se quedase con la casa en caso de separación. Del mismo
modo logró que se derogase el concepto “depósito de la esposa”, el cual venía
indicando que en caso de separación, la esposa quedaba depositada en casa de
sus padres o habría de ingresar en un convento.
Con los dos
cambios antes citados, se ponía fin al poder absoluto del que disponía el
marido para enajenar los bienes del matrimonio.
Pero no
acabaron ahí sus conquistas, también logró que aquellas mujeres que quedaron
viudas y volvieran a contraer matrimonio mantendrían la patria potestad de los
hijos nacidos del primer matrimonio.
La realidad
es que los cambios legales fruto de la actividad que Mercedes Formica llevó a
cabo marcaron un antes y un después en la situación de la mujer, cuyos derechos
les eran negados y a causa de ello la mujer estaba siendo sojuzgada, todo ello
era fruto de una legislación a todas luces injusta que nuestra protagonista.
Pero lejos de
mostrar un mínimo de reconocimiento por las enormes mejoras que Mercedes Formica
logró introducir en la legislación española en los años cincuenta, se le niega
cualquier tipo de reconocimiento, se silencian sus logros e incluso se ataca su
figura por parte de la extrema izquierda podemita sin que ni una sola voz de
las autodenominadas feministas diga esta boca es mía, y todo por el hecho de ser
falangista. Y no sólo eso sino que el busto que estaba presente en su ciudad
natal, Cádiz, ha sido retirada por orden del ayuntamiento que preside el podemita
Kichi, decisión que la concejal del Área de la Mujer aplaudió señalando que
militó en Falange y que ese no es el tipo de mujer que queremos.
Para estas
feministas de pacotilla no cuenta que se ha hecho por la mujer sino quién lo ha
hecho, y si no es de los míos no está bien.
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