En las últimas décadas nuestra sociedad está
resbalando por una pendiente que la sumerge a pasos agigantados en una
decadencia que afecta a todos los aspectos de la vida humana, desde el
económico al social pasando por el identitario y nacional, pero si hay un
aspecto que se ha visto especialmente afectado es el de los valores.
Resultado de
todo ello es que una gran parte de la población ha optado por una abierta oposición
al sistema actual, el cual es considerado responsable de la calamitosa
situación a la cual nos estamos viendo abocados tanto colectiva como
individualmente.
Dentro del
sistema parlamentario esta oposición se plasma en el apoyo y/o voto a
asociaciones y partidos enfrentados a este sistema, unas posiciones que concretan
sus postulados en toda una serie de medidas, distintos en cuanto a los
principios ideológicos de cada grupo o persona: más materialistas y
economicistas o en otros más espirituales o nacionales, aunque todos ellos concuerdan
en enfrentarse y combatir las posiciones y la existencia misma del Sistema.
Desde el
momento en que el sistema y los que se sirven de él toman conciencia de que el
malestar de la sociedad respecto de este alcanza un nivel lo suficientemente
elevado como para dar lugar a corrientes, movimientos o partidos, y que estos
pueden llegar a recibir el suficiente apoyo electoral como para poner en riesgo
su continuidad se activan los métodos precisos para conjurar el peligro.
Lo que el
sistema pone en marcha ante esas circunstancias son mecanismos que buscan desactivar
esa presión, tratando de canalizarla de manera que no pueda tomar formas incontrolables o
caminos que puedan dañar los cimientos mismos del sistema.
El método
que suele utilizar no es otro que crear una disidencia controlada, que consiste
en instaurar y promocionar movimientos o partidos que guardando la imagen de cierta
oposición al sistema sirvan para mantener bajo control esa presión popular que de otro
modo podría descontrolarse, se trata de imposibilitar cualquier reacción por parte de la población a la par que mantiene en ella la falsa imagen de estar luchando contra el sistema aunque la realidad es que el sujeto está colaborando con ese mismo estado de cosa al que quiere combatir.
Es el
recurso del sistema a partidos y asociaciones creados por el mismo sistema, que
se presentan como como combativos en contra de la organización del sistema
aunque realmente no hacen tal cosa.
Para
descubrirlos hemos de tomar en consideración principalmente dos cuestiones:
La primera
que los descubre es el hecho de que sean fuertemente promocionados, aunque tan
solo sea en sus comienzos, por los medios de manipulación al servicio del
sistema.
Por ejemplo,
Podemos y el apoyo total con que en sus inicios contó a través de la publicidad
que recibió de todos los medios de comunicación (entrevistas, participación en
coloquios, etc.) del sistema.
La segunda
el hecho de que entre sus postulados no se encuentre ninguno que ataque las
bases fundamentales del sistema que dice combatir, y por supuesto no me estoy
refiriendo a cuestiones de organización económica.
En este caso
podríamos incluir entre las disidencias controladas toda una serie de grupos y partidos nacionales que para nada se oponen a los
principios básicos del régimen como son: la organización autonómica del Estado,
la misma democracia liberal, el aborto, las políticas de género, el sistema de partidos políticos, la masónica y sionista Unión Europea, etc.
En la mente de todos están los nombres de los
grupos supuestamente patriotas a los que me refiero.
Pero además
de todo lo expuesto es preciso tomar en consideración que la generalización en
los últimos años de los medios digitales ha llevado a que gran parte de la
población desarrolle una interpretación falaz de las acciones propias, una
interpretación que lleva a que el individuo se autoengañe y valore como útiles para
alcanzar un objetivo. acciones que en absoluto sirven para ello.
Esta especie
de “pensamiento mágico” en el que se encuentra sumergido el individuo es perfectamente
conocido y muy utilizado por los estrategas del sistema para anular cualquier acción
que pudiera poner en riesgo la integridad del sistema al que sirven.
Esta estrategia buscaría promocionar toda una
serie de conductas meramente testimoniales e inocuas para de esta manera anular
cualquier actividad o acción que causase algún daño o pusiese en peligro el estado
de cosas que se pretende combatir.
Me estoy
refiriendo a cuestiones como el hacer clik sobre un like o sumarse a una petición
de change.org desmoviliza, puesto que al llevar a cabo estas innocuas acciones
el individuo se autoengaña creyendo que está participando en la lucha y ya que supone
que lo está haciendo se siente justificado para no llevar a cabo acciones
verdaderamente útiles o unirse a grupos que desarrollen actuaciones que realmente
sirvan para desestabilizar y combatir el sistema.
da gusto leerte. escribes muy buen contenido. la tv y prensa es para imbeciles.
ResponderEliminarMuchas gracias Borja.
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