Lo cierto es
que no sé muy bien de qué manera desarrollar esta entrada, y no lo sé dado que me
resulta muy difícil digerir la noticia en torno a la que van a pivotar las
siguientes líneas.
Lo único que tengo claro es que la noticia a
la que me refiero, y que más adelante pasaré a detallar, pone de manifiesto
hasta que punto la sociedad liberal y buenista sometida a la dictadura de lo
políticamente correcto está acabando hasta con lo más profundo del ser humano,
llegando incluso a anular el instinto maternal que mueve a la protección de la
prole. A mi parecer esto ocurre debido a que la cosmovisión derivada de la
ideología “progresista” ha provocado una inversión de la escala de valores, ya
que al no reconocerse la Verdad como
algo absoluto e independiente de la cambiante y modificable voluntad humana todo
se trastoca imponiéndose, como es el caso, las directrices ideológicas.
En este caso
asistimos a como todo se coloca por debajo de las directrices ideológicas del
feminismo radical y de una supuesta obligación para con los “refugiados” y para
con todos aquellos seres humanos que no sean occidentales y no pertenezcan a la
raza blanca.
Una de las
premisas que la modernidad buenista tiene marcada a fuego provoca un complejo
de culpa que lleva a que el occidental blanco se considere obligado a realizar
cualquier sacrificio por los no blancos, y más si estos no son europeos u
occidentales.
Este complejo y la inexistente obligación de
ella deriva es resultado del lavado de cerebro que todos sufrimos desde la más
tierna infancia, un lavado de cerebro que nos convence de que que los sujetos
blancos somos responsables de todos los males por los que atraviesa el resto de
las culturas, sociedades y razas.
De esta manera el europeo blanco no sólo ha
perdido el orgullo de su raza y de la civilización a la que pertenece, sino que
ha caído en el sinsentido de avergonzarse de su propia realidad y se avergüenza
la realidad de una civilización, la
suya, que ha sido la luz de un mundo que estaba sumergido en el terror de unos
dioses sanguinarios y en la opresión de unas sociedades que se movían
despreciando la libertad y la dignidad, a la par que consideraban a la mujer
como un ser inferior.
Sólo
teniendo en cuenta que las mentes “más avanzadas y modernas”, carecen de moral
y están sometidas al trauma de ese complejo de culpa pueden entenderse noticias
como la que paso a desarrollar.
Los hechos
se han desarrollado en un país considerado por la progresía, tanto de derechas
como de izquierda pues son lo mismo, como el culmen de desarrollo y del
humanitarismo. Suecia es ese país, el país que más “refugiados” ha acogido y
que curiosamente también es el que padece un mayor número de violaciones de
todo el continente.
Pues bien,
lo que ocurrió es que una madre feminista que trabajaba en un centro de
integración de inmigrantes se ha negado a denunciar al violador de su hija de
12 años para de ese modo evitar que volvieran a enviar a Afganistán al
violador, el cual vivía en su casa conviviendo con ambas.
La madre conoció al acusado por la niña de
violación en el centro donde trabajaba como cuidadora, en la ciudad de Sölverborg,
acto seguido inició una relación de pareja con el refugiado, que como tantos
hacen afirmaba tener 18 años, y acabó mudándose a la vivienda de la cuidadora,
donde pasado un corto periodo de tiempo empezó a abrazar y besar de la menor,
para en septiembre de 2017 violarla, tras
haber ocurrido esta la hija se lo comentó a la madre aunque esta se negó a
denunciar el suceso a las autoridades, llegando incluso a permitir que el “refugiado”
afgano continuase viviendo en la casa compartiendo techo con ella y la menor
violada. Todo este cúmulo de aberraciones y sinsentidos llevó a que la niña
pusiese todo esto en conocimiento del padre, el cual como es lógico se puso en
contacto con la policía para denunciar los hechos, cuando se inició el juicio la
mujer, decir madre es darle un título inmerecido, señaló que no tomó medidas
contra el refugiado “porque tenía miedo de que este fuese enviado de regreso a
Afganistán”.
Las
manifestaciones que la madre realizó durante el juicio pusieron de manifiesto
su feminismo radical, su ideología de extrema izquierda y la inclinación a
favor de la inmigración masiva que padece Europa.
Tras el
juicio, el “refugiado” fue condenado exclusivamente a cien horas de servicio
comunitario, eso no es justicia es, perdón por la expresión, una mierda, y el
violador afgano continúa en Suecia pues no ha sido deportado.
Detrás del
silencio y pasividad de la madre, así como del fallo, nunca mejor dicho, del
juicio al violador se encuentra una conducta dirigida por el trauma derivado de
ese complejo de culpa al que los europeos nos hemos visto y continuamos viéndonos
sometidos.
Pero este
caso pone de manifiesto más cuestiones, por un lado queda perfectamente claro el
hecho de que la niña viviese con la madre ha sido un gran error, es un claro
ejemplo de que no se puede considerar por principio los hijos han de estar con
la madre antes que con el padre.
Y en segundo
lugar hay que tomar en consideración que en Suecia se está generalizando lo que se conoce como batikhäxa, que es la
explotación sexual de inmigrantes y “refugiados” ilegales, este tipo de
explotación es llevado a cabo por mujeres de mediana edad que alojan a
adolescentes inmigrantes sin papeles para supuestamente protegerlos de ser
deportados y de llevar una vida marginal,
pero lo que ocultan todos estos comportamientos es algo mucho más sórdido y
oscuro puesto que lo realmente ocurre es que estos sujetos se convierten en
juguetes sexuales al ser presionados para hacer vida de pareja con la
humanitaria anfitriona y satisfacer los deseos de las que les acogen.
Todo este asunto
pone de manifiesto la decadencia de Europa, especialmente la de Suecia y Alemania,
el acomplejado comportamiento de un pueblo que ha perdido la moral y que se
avergüenza de su identidad. Pero lo más grave es que deja a las claras que toda
esta ingeniería social ha llegado a manipular los resortes humanos más íntimos.
Si Occidente
en general, pero Europa muy en particular, no reacciona y se reafirma en su
identidad frente a la multiculturalidad no podremos sobrevivir.
Sueca asesinada por "refugiado".
Es triste
decirlo, pero NO HAY PEOR DESGRACIA QUE MERECER LA PROPIA DESGRACIA.
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