lunes, 26 de febrero de 2018

Cuando el buenismo destruye la identidad.


                                                                                   

Estamos en un mundo globalizado en el cual la comunicación está absolutamente generalizada, un mundo en el que las noticias y sucesos llegan a los lugares más apartados de los países más pobres y alejados. Y es que gracias a internet y a los satélites las noticas que aparecen en las televisiones, radios y prensa digital alcanzan de modo inmediato incluso a aquellos que viven en el África subsahariana, en Oriente Medio o en las zonas montañosas de Pakistán e India.
Todo lo arriba señalado pretende poner de manifiesto que lo ocurre en los países de Centroeuropa y en los nórdicos no pasa en absoluto desapercibido para la población del denominado tercer m mundo.
Siendo esto así hay ciertas noticias, como es la que vamos a referir en esta entrada que llevarña causan una impresión en los que la reciben, impresión que a su vez le moverá a actuar de determinada manera, me refiero por supuesto a la toma de decisiones tales como emigrar a nuestro continente, aún arriesgando sus vidas al cruzar el Mediterráneo.

                                                                      


Haremos referencia directamente a la noticia en cuestión, pero me gustaría que en primer lugar el lector se pusiese en el lugar de alguien que vive en un poblado de una zona del África subsahariana en el que, aún sin pasar hambre, ha de trabajar para sobrevivir y que aun así ve a través de la televisión o de los medios de internet que su trabajo no le proporciona las prestaciones sanitarias y sociales de las que disponemos en Europa. Si a estas personas las imágenes y noticias les convencen de que llegando a nuestro continente podrán vivir  mejor y sin tener que    trabajar no dudarán en emigrar hacia ese supuesto paraiso.
Muchos argumentarán que una gran parte de esa población no tiene posibilidad de acceder a los medios de comunicación, a esta afirmación hay que contestar que la recepción de los medios está mucho más generalizada de lo que en principio podemos suponer, y que las mafias que se lucran con el traslado de inmigrantes africanos hacia Europa son los que  les hacen llegar  tales informaciones y les permiten ver el nivel de vida Europeo.
Pues bien, si una familia africana o de cualquier otra parte del tercer mundo recibe informaciones como la que voy a reseñar resulta absolutamente claro que  buscará la forma de llegar a Europa, aunque sea cruzando el Mediterráneo o saltando verjas  como la de Ceuta o Melilla.

                                                                           

Y ha de quedar bien claro que los verdaderos responsables de que tantos inmigrantes  mueran ahogados en el Mediterráneo, perezcan abandonados por las mafias al cruzar África y Medio Oriente o resulten heridos al saltar las verjas de Ceuta y Melilla no son otros que aquellos que con su buenismo suicida da unas ayudas sociales y dotan de vivienda a todo inmigrante ilegal que arribe a su país.

Un ejemplo claro y vergonzoso lo encontramos en una información de la que se ha hecho eco la televisión alemana TV Spiegel) al entrevistar a un sirio musulmán analfabeto que se declara gran admirador de “mamá Merkel” (no te j…, le regala y permite todo).
Pues bien, este inmigrante no sólo vive mejor que los pobres que haya en Alemania, sino que lo hace mejor que muchos miembros de la clase media, y es así dado que ellos han de hacer frente a pagos a los que este sujeto y su familia no han de afrontar, y esto es así pues el pago lo hará el Estado Alemán, es decir los contribuyentes alemanes.

Paso a referir las circunstancias concretas que se dan en este caso, caso que para nada es extraordinario. En él se muestra claramente un planteamiento pazguato que permite ver como en algunos países occidentales se ha desarrollado una pérdida total de respeto hacia la población originaria y la legislación que las rige.
Los puntos concretos de este caso son conocidos merced a la entrevista realizada por la citada cadena de televisión alemana TV Spigel, en ella asistimos a como un inmigrante analfabeto sirio musulmán afirma tener tres esposas, una de ellas de 13 años, dos en Alemania y la otra en Siria, afirmando que espera casarse con una alemana para así redondear a cuatro (o conseguir la nacionalidad de manera automática con los beneficios que ello conlleva). El inmigrante, no sabemos si legal o ilegal, tiene seis hijos, aunque afirma que pasen a ser veinte. Vive en un apartamento costeado por el benefactor y suicida Estado alemán, aunque el sirio señala que se le queda pequeño en la actualidad y que cuando tenga más familia será imprescindible que le paguen otro apartamento con más habitaciones o varios apartamentos.
Pero no acaba aquí la desfachatez del inmigrante ya que Ahmad, que ese es su nombre, afirma que no quiere trabajar ni aprender alemán, que prefiere estar con los niños, el es perfectamente consciente de que todo esto le proporciona una vida de verdadero lujo.
Los periodistas de TV Spiegel, lejos de dar muestra de un pensamiento y análisis minimamente crítico se refugian en el pensamiento único de lo políticamente correcto para señalar que nos encontramos ante ·la visión de otro” que tiene otras normas y valores, para terminar diciendo que al igual que todos lo único que busca el inmigrante usulmán musulmán es la felicidad (que boniiito).

                                                                         
           


Ahora bien, si los periodistas del flower power y del t´ol mudo es güeno, olvidan que todos los alemanes están pagando la vivienda a un inmigrante que ni quiere trabajar ni pretende aprender el idioma del país que le acoge con tanta solicitud, del mismo modo parecen olvidar que la bigamia está, al menos por ahora, prohibida en Alemania y que casarse con una menor también es delito.

                                                                      


Si en su inconsciencia quieren suicidarse poniendo en peligro de muerte su nación y su identidad que lo hagan, a lo que ningún país  tiene derecho es a provocar un “efecto llamada” que traiga a nuestro continente a  millones de inmigrantes ilegales procedentes de África y de Medio Oriente, inmigrantes que acabarán con nuestra identidad cultural, religiosa y racial, una invasión que terminará por sustituir a la población blanca de Europa.

                                                                     
               




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