Voy a tratar
una información que siendo conocida por toda la población, pues ha sido
publicitada en todos los medios, desde mi punto de vista no está siendo
considerada en toda la importancia y gravedad que tiene, de hecho parece haber
pasado sin ser analizada ni haberse tomando en serio.
Me estoy
refiriendo a la consecuencia que ha tenido la cesión que han realizado los
responsables de la industria de la fórmula uno ante la presión del poderoso
lobby feminista para que no apareciesen más en las pistas las bellas azafatas
que desde hace décadas llenaban de glamur las parrillas de salida al mostrar
carteles que identificaban el número, carrocería y nacionalidad de los
distintos coches y pilotos que participan en las competiciones automovilísticas,
esta decisión tomada por los dueños de la competición de F1 ha llevado a que en
su lugar posen menores.
Las
consecuencias de la decisión tomada por la empresa encargada de las
competiciones de fórmula uno es doble:
Por un lado,
han dejado sin trabajo a jóvenes mayores de edad que, tal y como muchas de
ellas han declarado en los medios de comunicación, tenían ahí una gran fuente
de ingresos y que para nada se sentían manipuladas o tratadas como objetos o trozos
de carne, tal y como manifestaban las feministas.
En segundo
lugar, y es la consecuencia que me parece más grave, ha sido la sustitución de
esas chicas, mayores de edad repito, por niños y niñas menores que realizarán
las mismas funciones que realizaban esas deslumbrantes chicas.
Esta
sustitución lleva implícita toda una serie de cuestiones que ponen de
manifiesto la hipocresía, mojigatería y el desprecio hacia los menores y su
protección, protección que el feminismo radical dice buscar para las mujeres pero que no aplica a los indefensos menores de edad.
Lo primero
que llama la atención es que en una época en la cual la protección de los
menores lleva a que siempre que uno de ellos aparece en televisión o es
fotografiado, la imagen de su rostro es difuminada o pixelada se utilice su imagen
para realizar ese trabajo pueda aparecer sin restricción, pero que unas personas mayores de edad no puedan actuar merced a su libre albedrío.
Esto pone claramente de manifiesto que las feministas consideran a la mujer mayor de
edad más digna de ser protegida que a los menores, los cuales aún no cuentan con
la capacidad de ejercer la libertad y que pueden ser fácilmente manipulados.
Las feministas tendrían que haber dicho algo al respecto ya que lo que en este aspecto ocurre es consecuencia de la presión por ellas ejercida ante la empresa de fórmula uno y sobre la opinión pública en general.
Las feministas tendrían que haber dicho algo al respecto ya que lo que en este aspecto ocurre es consecuencia de la presión por ellas ejercida ante la empresa de fórmula uno y sobre la opinión pública en general.
En segundo lugar
nos encontramos con el hecho de que con esta acción las feministas ponen
nuevamente de relieve sus continuas contradicciones, en este caso la
contradicción resulta de que por un lado defienden la utilización de su cuerpo,
tal y como hacen las femen al mostrar los pechos en sus protestas, para así
conseguir mayor publicidad en sus acciones,
pero a su vez critican que otras
mujeres, no adscritas al movimiento feminista radical, trabajen en la fórmula
uno llevando unas ropas ciertamente
atractivas pero para nada van mostrando sus cuerpos tal y como hacen las aludidas
activistas.
Otra
consecuencia que deriva de las medidas tomadas contra el hecho de que la mujer lleve
a cabo trabajos en los que deba de llevar vestidos, llamémoslos sugerentes.
El hecho es que las feministas al hacer esto
se están arrogando la autoridad de señalar a las demás mujeres que se considera
digno y que no, se consideran las guardianas de una nueva moral, una falsa
moral que ellas marcan y se basaría en la dignidad de la mujer.
Una moral
que aunque la creen y defiendan las “progresistas” participantes del movimiento
feminista es mucho más pacata y represora que la la moral
victoriana.
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