La agenda
LGTBI se va cumpliendo de manera inexorable, su estrategia ha sido la de ir cambiando parcelas de la
sociedad y moral humana, siendo así que poco a poco han ido ganando batallas en
temas que en un principio han podido ser vistas como pequeñas excentricidades,
pero unas excentricidades que aunque en principio fueron vistas como cuestiones sin sentido han pasado a ser considerados como derechos que
por último han encontrado asiento en la legislación llegando inclusive a
obligar a todos aquellos que no pertenecemos a esa “cultura” de lo antinatural
y por tanto opuesta a lo humano.
Merced a
toda esta infiltración paulatina provocada por la ingeniería social que deriva
del freudismo marxista, de la concepción falsa de la familia basada en las
mentiras de Margaret Mead y del socialismo cultural de la escuela de
Frankfurt nos encontramos con que han
logrado implantar en la visión de gran parte de la población y en la
legislación de los países “avanzados” cuestiones tales como la aceptación de
los “matrimonios” homosexuales, los baños llamados “trans”, la aceptación del
cambio del nombre en el registro, las operaciones de sexo en adolescentes
realizadas incluso sin el permiso de los padres y la realización en escuelas e
institutos de un adoctrinamiento que presenta la idea de que se puede tener y
desarrollar un género distinto al que ha venido marcado por la realidad sexual
de la anatomía con la que cada uno de
nosotros hemos nacido.
Todo esto,
unido a la generalización de la presencia de homosexuales y lesbianas en
televisión y de conductas de este tipo en series televisivas busca normalizar
lo que no es normal. No hay que perder nunca de vista que este adoctrinamiento
escolar o televisivo actúa sobre las personas en unos estadios evolutivos ,
como en la infancia y la adolescencia, en los cuales aún se está definiendo la identidad
sexual, en unos momentos de confusión en los que el sujeto es muy vulnerable.
Pero
desgraciadamente aún no ha terminado de implantarse plenamente el plan LGTBI,
el siguiente paso no ha comenzado a desarrollarse en la sociedad española, aunque
está bastante desarrollado en la sociedad norteamericana y en algunos países de
la “avanzada” Europa.
Estoy
haciendo referencia al movimiento de los transgénero o “trans”, y al referirnos
a él no hablamos tan solo de una corriente que se conforme con romper la
adopción por parte del individuo de roles o modismos sociales asignados al
sujeto en función de su sexo. El movimiento trans va mucho más allá, busca una
ruptura total con el sexo que anatómicamente le define como ser humano y
sexuado. Se trata por tanto de actuar sobre/contra la naturaleza para llegar a
la ruptura con la realidad física de su sexo, una actuación que por mas que se quiera es absolutamente
superficial ya que el sexo del individuo no puede variarse dado que está
inscrito en el A.D.N. y afecta a todas y cada una de nuestras células.
Este
movimiento suele darse más entre las chicas, las cuales recurriendo a
inyectarse o tomar hormonas buscan desarrollar las características masculinas
secundarias (más fortaleza física, una estructura muscular mayor y más marcada,
voz más grave, barba incipiente etc.) paralelamente a ello algunas
características secundarias propias de la mujer se hacen menos marcadas.
Todo este
movimiento trans ha dado lugar a sucesos tan grotescos como el que paso a
narrar:
Es el caso de la menor de edad Mack Beegs., nacida mujer y que está arrasando en las
competiciones femeninas de lucha en Estados Unidos.
En este caso
concreto concurren dos circunstancias que provocan una situación delicada en lo
que hace a las competiciones deportivas femeninas en las que participa y a la seguridad de las competidoras.
Por un lado
nos encontramos con que en el Estado de Tejas se indica que los luchadores han
de participar en la modalidad, masculina o femenina, que corresponda al sexo
con el que nació, pero esto a su vez provoca una seria problemática con los
denominados o denominadas trans.
Esta problemática surge del hecho de que a los
trans se les permite haber tomado o tomar testosterona como parte del
tratamiento trans, pero en caso de que esas substancias hubiesen sido tomadas por el resto de participantes esto sería considerado dopaje, de otro lado está
el hecho de que son muchos los padres que se han negado a que sus hijas
adolescente se enfrenten a esta trans debido al temor a resultar gravemente lesionadas dada la mayor agresividad
en la lucha unida a una fuerza innegablemente mayor.
A todo esto,
hay que unir la desmotivación que provoca la práctica seguridad de perder en un
deporte de contacto ante una fuerza mucho mayor.
De hecho no
han sido pocas las chicas que se han negado a luchar contra ella.
Todo esto no
son otra cosa que las consecuencias lógicas de colocar la voluntad del ser
humano por encima de la del Creador al tratar violar las leyes más básicas de
la Creación al intentar quebrantar lo más profunda del ser humano, pues somos
seres sexuados y como hombre o mujer nos ha creado Dios.
Debido a la
dictadura de lo políticamente correcto la práctica totalidad de los medios de
comunicación norteamericanos que se han hecho eco de este asunto hablan de la
luchadora adolescente trans en masculino, olvidando que se trata de una chica
hormonada y que su realidad es femenina.
Hacer
referencia a esta noticia pudiera parecer inclusive un chascarrillo, aunque el asunto que de ella se deriva no es para
nada anecdótico.
De hecho,
creo que es en este terreno en el que se va a desarrollar el próximo combate de
la estrategia LGTBI, un combate que buscará el reconocimiento internacional de los trans en los juegos
olímpicos , se buscaría en primer lugar el
reconocimiento internacional para que después fuesen las legislaciones
nacionales las que les diesen carta de naturaleza legal.
Es así que
la propia Beegs ha señalado que en breve podrá competir en la categoría
de hombres y que su objetivo es poder competir en los juegos olímpicos.
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