Si el
sionismo en general, y el Estado de Israel en particular, cuenta con el poder
mediático y político que detenta es debido a que las autoridades y las poblaciones occidentales han comprado y aceptado sumisamente el discurso
victimista y autojustificativo que este pueblo ha puesto en circulación y del que
se sirve para dominar a los no judíos, esos a los que despectivamente denominan goyim. Nos llaman ganado.
Los
sionistas han sabido jugar muy bien con el mito del holocausto. Se han servido
de ello para mediante la propaganda y la manipulación de los medios de
comunicación, del cine y de la literatura implantar en la población occidental,
pero especialmente en la europea y norteamericana, un complejo de culpa del que
se sirven para neutralizar cualquier reacción de la población y de las
autoridades en contra de comportamientos injustos que lleven a cabo , este complejo
de culpa ha llevado a que cualquier
crítica contra las políticas injustas y
degradantes que lleva a cabo el Estado judío choque siempre con esa censura
interna que lleva aparejada esa malsana culpabilización que padece Occidente
con respecto a lo judío, sionista o israelí.
Con todo
ello han logrado que cualquier crítica, por muy adecuada y justa que esta resulte, pase a ser considerada como una muestra de antisemitismo, palabra que ha pasado
a considerarse como adjetivo que califica a alguien como malvado, injusto y
favorable al gaseamiento de judíos, habiendo logrado que se halla
instaurado en la legislación de los Estados y en la conciencia de los
individuos una censura paralizante que dejará las manos libres a los sionistas
para que de esta manera puedan llevar a cabo todas las tropelías que sirvan a sus turbios
intereses.
Pero la
cuestión va mucho más allá, dado que al habernos “colado” el término antisemita
como si fuese equiparable a todo aquel que se opone al Estado de Israel, a su
existencia o a sus políticas han logrado una gran victoria en el terreno ideológico, esto es así desde el
momento en que la mayor parte de la población
ha pasado a aceptar la falacia de considerar a los que ahora ocupan del Estado
judío como los descendientes de la legendaria "tierra prometida", es decir se les ha pasado a considerar como pertenecientes a la etnia originaria del Estado judío, y que por
tanto históricamente o por mandato divino serían los legítimos dueños del
territorio que en la actualidad ocupa el Estado israelí, cuando la realidad es
muy otra puesto que los que conforman su población para nada son semitas.
Todo lo
contrario, la población israelí es fruto de una sustitución étnica llevada a cabo a partir de 1947, una sustitución en la cual la
población originaria, la palestina, fue violentamente expulsada de sus
tierras para después esta ser ocupada por una población foránea sin relación con ese territorio, la creación de Israel la han venido realizando haciendo caso omiso a las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas, es decir sin respetar los derechos de un Estado palestino.
Esta
población de ocupación que desplazó a los originales pobladores, estos si semitas,
era originaria de Centroeuropa y de Europa del Este, aunque llegasen al
territorio ocupado procedentes también de Norteamérica, de Rusia o Australia.
Se trata de una población denominada judíos askenazis.
Esta
población tiene su origen en el reino de Khazaria, que estaba situado en la zona
del Cáucaso, las gentes que habitaban
este reino procedían de las estepas del este, eran verdaderos salvajes que vivían de
asaltar caravanas, para hacerse con aquello que transportaban y hacerse con las
identidades de aquellos a los que asaltaban, vivían de robar y matar a sus vecinos.
La población de los reinos e imperios con los que hacían frontera (Imperio Ruso, Imperio Bizantino, reino de Hungría e Imperio Persa) sufrían constantes asaltos a sus propiedades, robos y asesinatos, amén de los perjuicios que sufrían a causa de los ataques que padecían las caravanas que llevaban a cabo un comercio que les servía para mantener su forma de vida.
La población de los reinos e imperios con los que hacían frontera (Imperio Ruso, Imperio Bizantino, reino de Hungría e Imperio Persa) sufrían constantes asaltos a sus propiedades, robos y asesinatos, amén de los perjuicios que sufrían a causa de los ataques que padecían las caravanas que llevaban a cabo un comercio que les servía para mantener su forma de vida.
Pero el
salvajismo de los habitantes de este reino ni mucho menos se quedaba en el
latrocinio, los asaltos a las caravanas y el robo de identidades, y es que
estos sujetos profesaban una religión chamánica aderezada con sacrificios
babilónicos, todo esto les llevaba a realizar incursiones para hacerse con
niños en los territorios próximos, para asesinarlos en sus sacrificios
rituales.
Todo esto
creo un clima de inseguridad y terror tal entre las poblaciones vecinas que las
gentes acudieron a sus emperadores y reyes exigiendo protección ante las crueles y criminales acciones de sus vecinos jázaros.
Las
autoridades de los Imperios ruso, bizantino y persa, así como las del reino
de Hungría amonestaron seriamente al rey y a los nobles jázaros, pero los
crímenes, la inseguridad y los robos continuaron igual durante mucho tiempo, con
lo que las quejas y exigencias de seguridad por parte de la población continuaron.
Los
emperadores y el rey les dieron varios ultimátums para que acabasen con el
comportamiento y el terror que provocaban, aunque estos ultimatums no
sirvieron de nada pues todo continuó igual.
Llegados a
este punto los emperadores bizantino, otomano y ruso le dieron a elegir
convertirse a una de las tres religiones monoteístas (cristianismo, Islam y
judaísmo) pensando que de esta manera el comportamiento criminal dejaría de
serlo pues suponían que este era debido a su religión chamánica babilónica.
El rey Bulán optó
por que él y su pueblo se convirtiesen a la religión judaica, el hecho de esta
conversión satisfizo a los emperadores pues el convertirse con su pueblo a una
religión monoteísta con moral llevaría a el cese del comportamiento criminal de los jázaros hacía sus vecinos, pues como ya hemos dicho suponían que el origen
de tanto mal se encontraba en la base chamánica y babilónica de sus creencias y
en la falta de moral que estas llevaban aparejadas.
Pero la
evolución de las cosas no fue tal y como las autoridades rusas, bizantinas y
persas habían previsto al pensar que esa conversión al judaísmo pondría fin a los robos, asaltos a caravanas, robo de identidades y al secuestro y robo de niños
de las poblaciones vecinas par ser sacrificados, pero nada de ello parecía haber variado.
El pueblo
jázaro efectivamente se había convertido al judaísmo, pero siguieron una Thorá con fuerte inspiración babilónica que en poco hizo variar las conductas que tanto irritaban a los
imperios, a sus dirigentes y pueblos vecinos.
Llegados a
este punto los imperios ruso, bizantino y persa optaron por destruir el reino
de Jazaria y acabar con el monarca, con sus nobles y los dirigentes.
Y
efectivamente el reino fue asolado y su población diezmada, pero el rey y sus
nobles lograron escapar con un gran tesoro merced a un poderoso servicio de
información que les puso en guardia con tiempo suficiente para escapar.
El monarca y sus nobles escaparon y se establecieron en Centroeuropa y al este del continente, los cuales
sirviéndose de saltarse las normas
morales se dedicaron a la usura, pero sólo a los goyim tal y como indica el doble rasero moral que
les caracteriza, se sirvieron de las finanzas
especulativas y del servicio como cobradores y prestamistas para de este
modo enriquecerse y poder dominar el poder de
reyes y burgueses de la época.
Son los
descendientes de esa población los que
emigraron a Palestina para ocupar el territorio y crear allí el Estado de
Israel, o sea que de semitas no tienen absolutamente nada.
En función
de todo lo hasta ahora expuesto es preciso poner de manifiesto que si alguien
en la actualidad es antisemita es ese francotirador de las IDF ( Fuerzas de
Defensa de Israel) que entre gritos de jolgorio de sus camaradas dispara y mata
a un palestino desarmado.
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