martes, 9 de marzo de 2021

LA RAPIÑA JUDÍA SOBRE PALESTINA EN LOS PRIMEROS DIAS DEL ESTADO SIONISTA.


 

                                                                                         

Cuando se hace referencia al conflicto de Medio Oriente y concretamente a la terrible e injusta situación por la que atraviesa Palestina se hace siempre una referencia a la realidad que se vive en la actualidad y a sucesos que se producen en estos momentos, pasando por alto los primeros momentos de la ocupación israelí. De esta manera flaco favor se hace a la causa palestina dado que se descontextualiza la situación actual y se pierde de vista como desde el primer momento de la ocupación del territorio palestino el terrorismo, la limpieza étnica y la rapiña fueron los pasos de los que se sirvió el sionismo para implantar el Estado de Israel.

                                 


Solamente teniendo conciencia de todo ello se puede entender el posicionamiento bélico de los países árabes en los primeros años de la creación del Estado sionista y la defensa ininterrumpida, violenta o no, de la población palestina contra el ocupante sionista.

Es precisamente por ello que en esta entrada nos vamos a centrar en el aspecto, tan vergonzoso como desconocido, de la rapiña que las milicias sionistas, judíos civiles y militares israelíes realizaron sobre las propiedades de los palestinos que fueron expulsados de sus tierras y hogares.


Baste con señalar, aunque a lo largo de estas líneas vamos a profundizar en la cuestión, que David Ben- Gurion, primer ministro de Israel entre 1948 y 1954, nuevamente de 1955 a 1963, llegó a declarar en referencia a la cuestión: “la mayoría de los judíos son ladrones”.               

                

 Sus comentarios sobre la cuestión aparecen en las actas de una reunión del Comité Central del Mapai, precursor del laborismo y que se encuentran guardados en los archivos del Partido Laborista.                                                 

El protocolo fue descubierto por el historiador Adam Raz cuando investigaba para la realización de su último libro; “El saqueo de propiedades árabes durante la guerra de independencia” (Carmel publishing  house en asociación con el instituto Akevot para la investigación del conflicto israelo-palestino).

Adam Raz declaró en una entrevista al periódico israelí Haaretz: “El saqueo se extendió como la pólvora entre ese grupo” implicaba el contenido de decenas de miles de hogares, tiendas y fábricas, de equipos mecánicos, productos electrodomésticos, motores y automóviles. También se incluyeron pianos, libros, ropa, muebles y automóviles.  Raz ha dejado para otros el estudio de cuál fue el destino de la tierra y edificios de los 700.000 árabes palestinos moradores de Palestina. Otra figura de alto nivel que también cita a Raz fue el segundo presidente de Israel, Yitzhak Ben Zvi, que vino a justificar y hasta aplaudir el latrocinio llevado a cabo, diciendo que quienes realizaron esos actos eran “judíos decentes” que veían el acto del robo como “algo natural y permisible”.

En una misiva del 2 de junio de 1948 enviada por Ben Zvi a Ben Gurion , carta citada por Raz, le dice que lo que está ocurriendo en Jerusalén está haciendo un daño “terrible” al honor del pueblo judío y al de las fuerzas de combate. Añadió; “No puedo permanecer en silencio sobre el robo tanto el organizado por grupos como el desorganizado, el individual”. “El robo se ha convertido en un fenómeno generalizado…” Todos estarán de acuerdo en que nuestros ladrones cayeron sobre los barrios como langostas en un campo o un huerto”.

Del mismo modo en una carpeta del Custodio de la propiedad de los ausentes que se encargaba de mirar por la seguridad de los bienes de los palestinos que abandonaron o fueron expulsados tras la resolución de la O.N.U. del 29 de noviembre de 1947 encontrada por Raz, y que fue incautada por el ejército israelí podemos leer: “la huida masiva y aterrada de los residentes árabes dejando atrás inmensas propiedades en cientos y miles de viviendas, tiendas, almacenes y talleres. El abandono de cultivos en los campos y frutas en jardines, huertos y viñedos, todo esto en el tumulto de la guerra enfrentó a las comunidades árabes con la de los judíos que les ocupaban y los pocos judíos que con anterioridad había en la zona. La situación se precipitó sin control alguno debido a la concepción mesiánica y la doble moral del pueblo judío, cuestiones estas que trataremos con más profundidad más adelante.

El testimonio de Haim Kremer, quién sirvió en la Brigada Negev de Palmach y fue enviado a Tiberiades para evitar saqueos, tal era la situación, señaló en un escrito encontrado en Ramat Gan: “Como langostas, los habitantes de Tiberiades irrumpieron en las casas, tuvimos que recurrir a golpes y a palos para obligarlos a dejar las cosas en el suelo”.

Muchos son los testimonios que podríamos aportar sobre este latrocinio, pero sólo añadiremos uno más, es el del residente en Tiberiades Yosef Nachmani, el cual había sido fundador de la organización de defensa judía Hashomer, el cual escribió en referencia a los sucesos acaecidos en su ciudad en 1948: “la turba judía arrasó y comenzó a saquear las tiendas… Por docenas y docenas, en grupos, los judíos procedieron a robar las tiendas y las casas de los árabes”. En sus memorias Nahum Av  , comandante de la Haganah( nuevo ejérito de Istael en la ciudad vieja de Tiberiades) señaló que: Muchos soldados “tampoco se quedaron atrás y se unieron al festival”. Señalando Kramer que “había competencia entre diferentes unidades de la Haganah… que venían en autos y botes y cargaban todo tipo de objetos: refrigeradores, camas, etc.” Añadiendo “naturalmente la población judía en Tiberiades irrumpió para hacer lo mismo. Me dejó una impresión muy dura, su fealdad mancha nuestra bandera, nuestra lucha se ve perjudicada en su nivel moral, vergonzoso tal declive moral”.

Raz encontró relatos similares a los referidos a Tiberiades en documentación referida a la batalla de Haifa: “Mientras luchaban y conquistaban con una mano con la otra los combatientes encontraron tiempo para saquear entre otros artículos, máquinas de coser, tocadiscos, ropa, etc.”

 

La rapiña y el robo contra las propiedades de los árabes palestinos fue algo que se generalizó en todas las zonas de las que fueron expulsados a la fuerza los pobladores originarios.

 

Conocer estos primeros hechos de la invasión sionista es fundamentales para entender el presente, del mismo modo  es necesario conocer el sustrato religioso  del sionismo talmúdico devenido en sionismo para entender las acciones que acabamos de  describir y las que actualmente continuamos viendo en los territorios ocupados (robados).

Y son estas nociones religiosas que conforman una cosmovisión que ahora vamos a presentar y desmenuzar de manera que servirán para entender, que nunca justificar, las actitudes y maneras de actuar de la población e instituciones judías.

Hay que considerar principalmente tres aspectos que están fuertemente interconectados, estos son los siguientes: el Talmud, la doble moral y el mesianismo. Todos ellos derivan de un judaísmo basado en el Talmud que no hace otra cosa que tergiversar la torá, el pentateuco del Nuevo Testamento (cinco libros del Antiguo Testamento). El Talmud no es otra cosa que la interpretación mesiánica de los libros del Antiguo Testamento por parte de rabinos, por ellos llamados sabios, a lo largo de cerca de mil años. De esta concepción talmúdica de la realidad y de los pueblos e individuos que conforman la humanidad deriva su complejo de superioridad. Esa concepción deriva también de considerarse un “pueblo elegido”, cuando la realidad es que la alianza que en principio Dios tuvo con el pueblo judío dejó de ser    tal debido a la cerrazón y maldad de los judíos (tergiversaron y persiguieron a los profetas, adoraron al becerro de oro y por último negaron y asesinaron a su Hijo. Siendo así que Dios estableció una Nueva Alianza con los gentiles, no judíos. 

El Talmud estableció una superioridad del judío y menospreció a los no judíos, que llaman goyim, al punto de considerarnos meras bestias con  forma humana que hemos sido creados para servirles.

A esto hay que sumar el hecho de que se creen dueños por derecho divino de Palestina, como parte de la Tierra prometida. Cosa esta falsa, sobre todo si se tiene en cuenta que la práctica totalidad de la población del Estado de Israel no desciende de los antiguos pobladores de esa tierra sino que son  descendientes del pueblo jázaro que estaba instalado en la zona del Caucaso y tenía orígenes euroasiáticos. Este pueblo se convirtió al judaísmo avanzado el siglo VII por intereses políticos, abrazando un judaísmo talmúdico babilónico.

La mescolanza de todas estas creencias da lugar a una mentalidad gravemente agresiva para con la humanidad no judía, no sólo para los palestinos.


           



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