La gestión,
o más bien la ausencia de ella, realizada por parte del gobierno español del
atentado que aconteció en las ramblas de Barcelona ha llevado a que los medios
internacionales más influyentes hayan pasado a considerar la independencia
de Cataluña algo aceptable e incluso deseable. Y todo ello desde el momento en que consideran
que el gobierno de la generalidad y sus fuerzas de seguridad han sabido hacer
frente solas a la situación que los atentados terroristas produjo, que el control de la situación fue sólo gracias a la acción de sus
fuerzas de seguridad y a la comunicación exterior.
Pero esta
perniciosa y grave consecuencia no habría que computarla tanto como un éxito en
la actuación de la generalidad, cuanto como un gravísimo error fruto de la
cobardía y del miedo a actuar por parte del gobierno que preside el ínclito
Mariano Rajoy.
La dejación
de funciones que llevó a cabo el gobierno de la nación en un momento crítico
para afrontar la ofensiva secesionista de la generalidad catalana se puede
calificar como mínimo de irresponsable, aunque su adjetivo real es el de
irresponsable y cobarde.
Los puntos
fundamentales que constituyen la dejación de funciones en coalición con la
actuación de las autoridades de la generalidad, que eran perfectamente
predecibles, han sido las siguientes:
En primer
lugar está el hecho de que el presidente Mariano Rajoy tardase nada menos que siete horas en aparecer públicamente tras haberse desarrollado los graves atentados de Barcelona, con esta dilación dio oportunidad a que
durante las primeras horas fuesen las autoridades secesionistas de la
generalidad las que mostrasen un interés, un gobierno y una toma de medidas que
de facto les hacía parecer como la única autoridad actuante sobre lo que había
acontecido en territorio catalán.
De igual
modo resulta del todo injustificable que el ministro de Asuntos Exteriores de
España no acudiese a Barcelona como la autoridad nacional ante los ministros de
exteriores de Francia, de Alemania y de Portugal, para recibirlos oficialmente
y darles las explicaciones necesarias sobre el atentado y respecto a las
víctimas de sus nacionalidades.
En lugar
de ello su ausencia permitió que todo el protagonismo lo acaparara el consejero
Romeva de la generalidad, lo que sirvió para que este presentase a la generalidad como responsable de la política exterior llevada a cabo por una Cataluña que siendo independiente
podría tener plenas relaciones con el exterior.
Del mismo
modo se trasladó al exterior la imagen de que toda la actuación policial y de
inteligencia era llevada a cabo por la consejería de interior catalana en
general y por los mossos de escuadra en particular, eso fue debido a que el
ministro del Interior español y los mandos policiales de la policía nacional y
la guardia civil no aparecieron en ningún momento, en su lugar las ruedas de
prensa del consejero de interior y del mayor de los mossos no pararon de
sucederse, comparecencias ante la prensa extranjera realizadas en catalán con la única presencia de la bandera catalana
y con la clamorosa ausencia de la de España.
Una última,
y no por ello menos irresponsable, es la ausencia de actuación por parte del gobierno
central y de los servicios a sus órdenes en la manifestación de Barcelona. El clamoroso error fue no haber organizado de
modo adecuado la asistencia del Jefe del Estado a la manifestación
contra los atentados del 26 de agosto. De principio Felipe VI, como Jefe del
Estado, debería haber estado en la cabecera de la manifestación sin ceder a la
exigencias que la C.U.P. había realizado. En segundo lugar, los servicios de
inteligencia y de protección no deberían haber permitido que el Rey hubiese
aparecido flanqueado por innumerables esteladas y carteles contra su persona y
favorables a la independencia.
Es más,
deberían haber previsto esta situación y haber colocado en torno al monarca y
al resto de autoridades numerosas personas con banderas españolas y catalana,
aunque hubiese sido necesario colocar a miembros de las fuerzas de seguridad o
militares de paisano.
Si
conociendo todas estas circunstancias a alguien le puede extrañar que los más
importantes medios de comunicación internacional hayan mostrado su apoyo a la
actuación del gobierno catalán y a la posibilidad de un futuro Estado catalán
independiente es que vive en una galaxia muy lejana.
La grave
responsabilidad de lo que aquí se ha presentado y el gravísimo daño que ha
sufrido la continuidad de la unidad de España es culpa del gobierno cobarde e inepto
que nos desgobierna, con cesiones y más cesiones ante los secesionistas sólo se
llegará al desastre y a la muerte de nuestra patria, ojalá que se cumpla eso de
que la civilización al final la salvará un pelotón de soldados. Otra solución
no veo, aunque desgraciadamente tampoco confío en que ahora el pelotón sea capaz de
poner el honor por encima de la obediencia.
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