El gobierno
español debería haber elevado una fuerte protesta diplomática ante el gobierno de un país
hermano y amigo como es el de Ecuador. Y lo debería haber hecho dado que no es
de recibo que desde su territorio, como es la embajada de Ecuador en
Londres, se halla permitido que alguien recluido en su legación diplomática
se haya tomado la intolerable libertad de inmiscuirse en asuntos internos
españoles, llegando al punto de constituirse en uno de los mayores apoyos
internacionales con que cuentan los secesionistas catalanes que violando la
legislación vigente pretenden romper la Unidad Nacional española.
Y no le ha
bastado con realizar declaraciones de apoyo a los secesionistas, sino que el
delincuente australiano Julian Assange ha llegado a a llamar a las armas a los
7.5 millones de catalanes.
Assange se unió al movimiento sedicioso que
encabeza Carles Puigdemont en fechas muy próximas a la última diada, lo que
hace pensar que nos encontramos ante el comportamiento de alguien que ha
sido contratado para a través de su declaraciones, tuits y falsas informaciones
apoyar a los que tratan de acabar con la unidad de España. El que antaño fuese
considerado defensor de la verdad y la paz gracias a las informaciones que filtraba y los datos que aportaba
ha pasado a convertirse en un enemigo de España vendido al dinero del mejor
postor.
Pero con ser
grave todo lo señalado no lo es tanto si tenemos en cuenta que el señor
Assange, lo de señor le viene un poco grande, está acusado y es perseguido no
sólo por haber revelado secretos de su país,sino que lo
es por haber violado a una menor.
Como español
la gravedad mayor la encuentro en el silencio cobarde del pusilánime gobierno
español al no pedir explicaciones y protestar ante el gobierno de Ecuador, Y
como español también me siento gravemente ofendido por el hecho de que el
gobierno de un pueblo hermano haya
permitido que desde el interior de su
embajada en Londres se atacase tan gravemente la Unidad de España y se promoviese la movilización violenta de las masas secesionistas contra las fuerzas de seguridad y contra el ejército de España.
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