martes, 16 de abril de 2019

LO QUE NO SE NOS DICE SOBRE LA EUTANASIA.


                                                                                   

  Ahora que se ha abierto nuevamente en nuestra nación el debate sobre la legalización de la eutanasia creo que resulta fundamental para afrontar dicho debate hacer mención a una noticia que parece haber sido censurada o como mínimo voluntariamente ocultada.
 Esta noticia a mi parecer resulta sumamente esclarecedora y abriría los ojos a muchos de esos que tan alegremente defienden la eutanasia hablando de un supuesto derecho a una muerte digna.
Antes que nada y para ser sincero he de señalar que mi postura no es para nada imparcial, puesto que mantengo una posición abiertamente contraria a la legalización de la eutanasia, oponiéndome a ella tanto por motivos morales, médicos y por otros que podrían ser calificados de psicológicos.
Pero esta abierta oposición a la legalización de la asistencia al suicidio o del asesinato que se lleva a cabo para evitar un sufrimiento continuado consecuencia de una enfermedad crónica sin posible curación no me impide tomar en consideración el sufrimiento y verme profundamente afectado por algunas de esas situaciones. Llegando a considerar que estamos ante un tema muy particular sumamente íntimo.
Pero todo la angustia arriba señalada creo que no ha de nublar la moral por un lado, las reacciones psicológico-afectivas por otro y  la capacidad de tomar en consideración las soluciones que en la actualidad la ciencia médica nos aporta.

                                                                  




                                                                  

En este sentido no se puede olvidar la grave inmoralidad de acabar con la vida de un inocente, el hecho de que cuando una persona padece el grave sufrimiento puede verse superado por la situación y pedir la muerte para sobreponerse a ese momento aunque después pueda abrazar la vida si cambian las circunstancias o su concepción de los hechos varía y por último están los cuidados paliativos y las unidades del dolor que pueden hacer de esos terribles momentos algo menos desesperante y libre de dolor.

El acompañamiento espiritual en esos momentos tampoco es algo que pueda ser despreciado, ya que el encontrar paz en ese momento doloroso de la existencia y encontrar un sentido que sublime lo que le ocurre le puede dar a todo un sentido que le permite afrontar el sufrimiento bajo una luz diferente.

Y ahora vamos a reseñar la noticia a la que hemos venido refiriéndonos desde el comienzo de este escrito y que a mi entender tanta importancia tiene.
Nos referimos a un fenómeno que se viene desarrollando en Holanda tras la legalización en ese país de la eutanasia, y es que tras haber sido legalizada son miles los enfermos y ancianos que se han dirigido a otros países de la Unión Europea, especialmente Alemania. han cruzado la frontera rumbo a Alemania. En los últimos cuatro meses la cifra de estos ancianos y enfermos que se han dirigido a Alemania sobrepasa los 30.000.

El éxodo de ancianos y enfermos se inició en el segundo semestre del 2002, aunque en los últimos meses se ha intensificado de manera
El gobierno holandés ha hecho oídos sordos a las numerosas quejas de los grupos que han denunciado este éxodo de ancianos que huyen de los servicios de salud holandeses.
Lo cierto es que los ancianos desconfían de sus médicos, del servicio de salud holandés e incluso de sus familiares dadas las facilidades que la ley de eutanasia da a los profesionales de la medicina y al servicio sanitario para poner fin a sus vidas y de ese modo acabar con las enfermedades que no han sabido combatir además de dejar libres las camas y servicios que ocupan.

                                                                           
 Del mismo modo desconfían de unos familiares que movidos por el egoísmo pueden, gracias a la legislación de eutanasia, acudir al argumento de que los ancianos y/o enfermos están sometidos a unas circunstancias de dolor y sufrimiento tales que lo mejor es evitarles tal estado, y de paso esos familiares librarse de toda responsabilidad de y lograr mayor comodidad y tiempo libre.

                                                                

Para poner todo esto en contexto hay que señalar que en Holanda fallecen anualmente por “muerte legalmente provocada” 4.000 personas. La ley que lo permite está en vigor desde el 2.002, aunque esta práctica se venía llevando a cabo sin persecución judicial en los servicios sanitarios holandeses desde principios de los 90, de hecho la ley de la eutanasia lo único que hizo fue regularizar una práctica que para los enfermos es a buen seguro la peor pesadilla.
Un estudio reciente de la universidad alemana de Göttingen disparó todas las alarmas sobre la situación antes referida al realizar un análisis de 7.000 casos de eutanasia llevados a cabo en Holanda, el estudio encontró que familiares y médicos parecían disponer de la vida de sus ancianos y enfermos.

Los investigadores pusieron de manifiesto que el 41% las muertes estudiadas habían sido  “legitimadas” por el deseo de los familiares de acabar con el sufrimiento del paciente, estando en un 11% de este 41%  el paciente consciente y en situación de tomar decisiones, aunque nunca se le pregunto sobre si quería o no morir.
Los intereses (egoístas) de los familiares pueden de hecho marcar la vida o la muerte del anciano o enfermo.
El estudio al que estamos haciendo referencia llegó a la conclusión de que el 60% de las muertes provocadas por eutanasia en Holanda se llevaron a cabo teniendo como razón la ausencia de expectativa de recuperación  del enfermo.
Pero los datos más sangrantes de la investigación proviene de la parte de la investigación que afirma que uno de cada tres casos de “muerte asistida” había sido provocada recurriendo a “la incapacidad de los familiares para continuar con la situación del enfermo hasta el final”.

                                                                 


Con toda esta realidad que se produce en Holanda a la sombra de la ley holandesa denominada “Verificación de la terminación de la vida a petición propia y ayuda al suicidio” es más que comprensible el verdadero éxodo que se está produciendo de tan gran cantidad de ancianos y enfermos, lo que no es tan comprensible ni aceptable es el silencio que los medios generales  guardan respecto a estos sucesos y al señalado informe, y menos aceptable en un momento en el que se desarrolla en España un debate sobre este tema.


                                                                          

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