jueves, 14 de enero de 2021

LAS VIDAS BLANCAS TAMBIÉN CUENTAN.

 

                                                                                


           Hay un acontecimiento gravísimo que se produjo durante los sucesos acaecidos en el Capitolio de Washington el pasado 6 de enero, me estoy refiriéndo a la verdadera ejecución de una joven mujer a manos de un policía norteamericano, execrable hecho al que se añade el silencio cobarde y manipulador de los medios, así como la nula repercusión política y social que este asesinato tuvo.

 No olvidemos que un año antes ocurrió lo contrario, como supuesta reacción al asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis  muchas ciudades de los Estados Unidos se vieron sumidas en una gran anarquía y destrucción provocada por altercados muy violentos, incendios y ataques de grupos del BLM y Antifa, todo supuestamente como protesta por la muerte de Floyd.


                                                   



Estas manifestaciones, "arrodillamientos" e incidentes se reprodujeron en Europa, siendo alentados por una exposición lacrimógena y combativa por parte de toda la prensa.


                        


 

Es esa verdadera ocultación del gravísimo y criminal asesinato la que aporta una más que clara idea de cuáles son las verdaderas concepciones ideológicas y raciales que mueven a la sociedad occidental actual.

Son todos los actos y ausencia de ellos los que dejan a las claras  el grado de vesania de estos silencios y la ausencia de respuesta social.

 Y cuando comparamos la acción histriónica y violenta de los black live matter y los antifas o los vergonzosos arrodillamientos de policías, militares, deportistas o civiles universitarios es cuando salta a la vista que en el acomplejado mundo occidental tanto para negros como para blancos la vida de un blanco tiene un valor infinitamente inferior  al que tiene la de un negro, de la misma manera tampoco las feministas protestaron o se manifestaron por el ataque mortal de que fue objeto una mujer, pues lo que defienden no es a la mujer en tanto tal sino que la ideologiza,  puesto que si es pro-Trump y blanca, como es el caso, no interesa.

                                                                                         




 Del mismo modo  fueron  miles los "arrollidamientos" ante negros , incluido en los terrenos de futbol españoles.


                                                  


Y para que todos seamos conscientes de la diferencia de trato respecto a ambos asesinatos basta con tratar de recordar los nombres de la víctima negra, afroamericana si nos atenemos al lenguaje políticamente correcto, del de la mujer blanca asesinada. En el caso primero es conocido y recordado por todos pues en su caso las imágenes del asesinato y el relato de todas las circunstancias, salvo información sobre el hecho de que era un delincuente toxicómano, se nos metió el suceso criminal hasta en la sopa. Como todos recordará su nombre es George Floyd.

En cambio, el nombre de la chica blanca asesinada en el Capitolio prácticamente a nadie le suena, y eso que su asesinato ha sido muchísimo más reciente, se trataba de una madre de dos niños que pertenecía a la fuerza aérea norteamericana y era veterana de Afganistán e Irak.   De su ejecución, en el que el policía disparó a bocajarro contra su cuello, también existen imágenes filmadas por varios móviles, pero ningún medio de comunicación generalista las ha reproducido. Muchos objetarán que no lo ha sido debido a que puede resultar morboso, pero por lo visto las imágenes de la muerte por asfixia durante más de un minuto del chico “de color” resultaba sumamente agradable para los que mantienen esa teoría. La única razón era mover el sentimiento en el caso del negro y paralizarlo en el caso de la blanca. 


                                                  



El nombre de la chica asesinada en el Capitolio era AshleyBabbitt, tenía 35 años, vivía en el sur de California, era madre, perteneció a la fuerza aérea durante 14 años siendo veterana de dos guerras y una ferviente seguidora de Donald Trump.

       


             



Y ha sido todo ello sumado especialmente el hecho de que se   trataba de una mujer blanca ha llevado a que ni una voz feminista se haya elevado para criticar este crimen o para defender a la víctima.

 

La sociedad en la que vivimos el valor de la vida de un blanco es mucho menor que el de un negro. No debemos olvidar que el complejo de culpa del blanco respecto a los negros, como ya se ha señalado en varias entradas de este blog, mueve todo este tipo de racismo antiblanco.

 

Es el momento de gritar que las vidas blancas también cuentan y no sólo las negras como parece que ahora ocurre.


                                                    


    

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