Asistimos
nuevamente a otro intento de manipulación a través de una imagen,
para acudiendo a lo lacrimógeno moldear la
opinión pública respecto de un tema con implicaciones geopolíticas claras, nos
encontramos una vez más ante una campaña diseñada para conseguir que la
opinión pública acepte como cierta una posición falsa recurriendo a un sentimentalismo
fácil y simplón, llegando a través de este a la aceptación de una posición que se
basa en la falacia y en la mentira. El método del que se sirven no es para nada
novedoso, lo vienen utilizado desde hace bastante tiempo, y con excelentes resultados,
por cierto.
Para desarrollar este tipo de actuaciones los
globalistas se sirven de imágenes que conmuevan al individuo y movilicen el
sentimiento para de esa manera nublar la capacidad de análisis crítico y
de raciocinio y para que de este modo
el mensaje que acompaña a la imagen impactante se imponga a todo juicio
racional.
Lo que se
busca es poder imponer el mensaje que les interesa difundir, y esto lo consiguen
sobreexponiendo a los sujetos a la imagen y al mensaje en cuestión, y esto sólo
se logra con la presentación conjunta de la imagen y mensaje gran número de
veces a través de los medios de comunicación, esto lo hacen para conseguir que
se termine por identificar el peso del doloroso sentimiento de la imagen con la
supuesta verosimilitud del mensaje que a él va unido. Si aún así el pensamiento
crítico y la razón logran superar el engaño al que el sujeto se ha visto
sometido, se encontrará con que se ve atrapado por una suerte de
culpabilización, pues nuestra mente terminará moviéndose merced a un
funcionamiento psicológico denominado disonancia cognitiva, mecanismo mediante el
cual se produce un profundo malestar siempre que se da una contraposición entre
nuestras creencias o sentimientos y nuestras acciones o pensamientos
críticamente alcanzados.
En otras
palabras, considerar nuestro razonamiento alejado de la afirmación del mensaje
tan íntimamente unido a la imagen lleva a que el mensaje no pueda ser
cuestionado y de modo automático se asume como cierto.
Como ya se
ha dicho, esta estrategia de desinformación es utilizada de manera cada vez más
corriente dada la gran efectividad que ha demostrado tener.
Por regla
general estas campañas son preludio de una actuación de la élite, una actuación
que precisa del acuerdo, o al menos no enfrentarse con la oposición de la
población.
Un claro ejemplo
de este tipo de estrategias lo encontramos cuando en el año 2015 todos los
medios de comunicación occidentales, de manera unánime, coincidente y
reiterativa, publicaron hasta la saciedad la fotografía de un pequeño
inmigrante sirio ahogado en las costas turcas. El cuerpo de Aylán, ese era su
nombre, había sido convenientemente colocado para posteriormente fotografiarlo,
y aunque la población europea fue bombardeada hasta la saciedad con la imagen
del niño ahogado y se “informó” de las edades de la de sus hermanos y del
pueblo del que procedían no conoció la realidad del viaje a través del mar para
llegar a Canadá para que el padre fuese operado en la boca con la ayuda
económica de un familiar, resultado hijo ahogado.
Lo que si conoció la población europea fue la acusación
de no tener humanidad para con los refugiados que llegaban a nuestro continente,
el mensaje era claro, había que acoger a todos aquellos inmigrantes, supuestamente
refugiados, que llegasen a Europa. Se trataba de preparar a la población
europea para que aceptase sin protestar las medidas de fronteras abiertas y
ayudas socio-económicas que la Unión Europea estaba preparando llevar a cabo
para provocar la sustitución poblacional
mediante una inmigración masiva e ilegal que permitiría implementar el plan
Kalergi.
De igual
modo las imágenes de filas de cadáveres en Siria, en gran parte niños, llenaron
las pantallas de todas las televisiones y portadas de los periódicos del mundo señalando que
habían muerto como consecuencia de
misiles con gas tóxico lanzados por el ejército sirio de Bashar Al Assad,
acusación que sirvió para justificar ante el pueblo norteamericano el ataque
con misiles a una base aérea siria.
Igual ocurrió con el montaje de la fotografía que dio la vuelta al mundo del
niño Omran que estaba en una ambulancia cubierto de tierra y que supuestamente
acababa de ser rescatado de las ruinas de su casa en Alepo, por supuesto la
culpa se la adjudicó a las bombas del ejército de Bashar Al-Assad.
Y ahora que
los sirios e irakíes con la colaboración de Hezbollá han vencido y expulsado a
los terroristas de Daesh-ISIS, aliados de los sionistas de U.S.A, Israel y Gran
Bretaña, esos mismos sionistas han considerado preciso llevar a cabo un ataque
frontal contra el victorioso amigo de Irán y Hezbollá Bashar Al-Assad, es decir atacar e incluso
invadir Siria.
Todo esto lo consideran imprescindible dado que con la
liberación de Siria del terror de Daesh
Israel no encuentra ninguna separación entre Irán y la entidad sionista
, amén de que los jázaros han perdido el control sobre la zona de Oriente Próximo.
Un ataque
fulminante y de grandes proporciones contra Siria resulta algo práctica
decidido por el Estado judío, pero previamente Israel y sus apoyos occidentales han puesto en
marcha la estrategia que arriba hemos descrito, y esto es así dado que el
ataque “preventivo”- agresión contra Siria precisa de ofrecer previamente a la
opinión pública internacional, especialmente a la europea y norteamericana, una
seria razón que justifique tal ataque, y la mejor opción es presentar la
agresión como una respuesta humanitaria. Que busca defender a población civil
inocente de un cruel tirano.
Para crear
un estado de opinión contrario al presidente sirio Bashar Al Assad, nada mejor
que llevar a cabo un programa de intoxicación como el que acaba de iniciarse.
Dicho programa nuevamente acude a lo
sentimental al presentar la imagen de un pequeño bebé sirio de tres meses, que tras
haber sido rescatado de entre las ruinas de su casa, derrumbada fruto del bombardeo
de las fuerzas del cruel dictador sirio, ha perdido la mitad de su cara y con
ello el ojo izquierdo.
La terrible
y conmovedora imagen es exhibida por los medios de comunicación una y otra vez,
siempre unida al mensaje de que el culpable de tan terrible suceso es el líder sirio.
Pero en este caso a la propaganda señalada se añade un nuevo elemento que
servirá para proporcionar una mayor extensión y movilización de la población,
en este caso se propone llevar una acción contra la guerra en Siria que consiste
en realizar un gesto, taparse el izquierdo con la mano izquierda, gesto al que
se sumarán gran cantidad de artistas y que se generalizará a través de las redes. Con
todo esto el impacto es mucho mayor y la extensión y generalización del mensaje
contra la “crueldad” de Bashar Al -Assad es aún mayor.
Lo que pone
claramente de manifiesto la tendenciosidad y la manipulación buscada sobre la
opinión pública es que de la guerra en Siria, con las innumerables muestras
gráficas de crueldad por parte de Daesh y de la denominada oposición democrática,
no han sido objeto de campaña alguna,es sólo ahora que se pone en marcha una campaña de este tipo. Una campaña que
se inicia sólo para incriminar al legítimo régimen sirio y en el momento en el
que tras la derrota de Daesh conviene a los sionistas desatar un ataque que
puede dar lugar a una guerra de proporciones incalculables ya que muy probablemente
se verían involucradas potencias como Irán e incluso Rusia.
Como se
puede ver estamos ante una nueva manipulación de la sociedad con la connivencia
de los medios de manipulación.
Sólo hay que
plantearse el porque esta imagen es
ahora publicitada de esta manera contra
Bashar Al Assad cuando son miles las
imágenes mucho más duras y claras a las que la prensa puede acceder y no son
utilizadas para realizar campañas en pro de los cristianos,
o en contra de
Daesh buscando una actuación militar norteamericana, europea o israelí para acabar con estos crueles terroristas,
unas acciones militares que hasta hace muy poco no se han llevado a cabo, todo
lo contrario puesto que han recibido el apoyo del sionismo de Israel y Estados
Unidos así como el del eje anglo saudí.
La única manera de no caer en el lavado de cerebro que estas campañas pretenden realizar en nosotros es conocer su existencia y saber cuales son las estrategias de las que se sirven.
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