miércoles, 23 de junio de 2021

LA UNIDAD DE ESPAÑA ESTÁ POR ENCIMA DE LA CONSTITUCIÓN Y DE LA DEMOCRACIA.

 

                                                                             


                                                                                                     

En España vamos de desgracia en desgracia, de traición en traición y de ataque a la patria en agresión a su unidad.

 

Y son precisamente los que legal y moralmente están encargados de una manera especial de defender la patria, su unidad y su continuidad histórica los que ya sea por acción o por omisión los que llevan a cabo las agresiones para disgregar, o balcanizar como se dice ahora, y de esta manera acabar con la nación española.

 

El último episodio al que hemos asistido ha sido la concesión de un indulto a los que desde sus cargos oficiales en la generalidad catalana intentaron, llegando incluso a declarar en el parlamento catalán la independencia y secesión de Cataluña del resto de España. Todo esto se aplicó de manera violenta e ilegal de la región, ahora denominada Comunidad Autónoma, catalana.

Estos traidores secesionistas han insistido públicamente en su intención de llevar a cabo nuevamente los pasos necesarios que lleven a la independencia de Cataluña. A esta falta de arrepentimiento, condición para poder conceder el indulto a un condenado, se suma la manifestación en contra de tal concesión por parte el Tribunal Supremo.

 

Ante la gravísima traición que el gobierno presidido por Pedro Sánchez ha llevado a cabo y ante el estrepitoso silencio de la población, del monarca y de los ejércitos de España hay muy poco espacio para la esperanza.

 

Pero hay una concepción previa que afecta tanto al tema al que nos hemos venido refiriendo como a otros tantos que ponen en peligro a nuestra patria. Se trata de un planteamiento que a mi entender resulta fundamental a la hora de hacer frente a los peligros, problemas e ilegalidades a los que España se ve sometida por sus enemigos tanto internos como externos.

 

Este planteamiento es básico y de origen, lo que, a la hora de enfrentar cualquier situación relacionada con nuestra patria lleva a provocar siempre errores de bulto.

 

Este planteamiento teórico, con claras y directas consecuencias prácticas, se sustenta en la errónea equiparación entre España y la Constitución o entre la patria y la democracia. Olvidando que España es un ente metafísico preexistente a una Constitución y a unas leyes cambiantes y dependientes de la moldeable voluntad popular. Siendo España también distinta a una forma de gobierno como es la democracia.

Esta errónea conceptualización lleva a identificar dos realidades que para nada coinciden, consecuencia de ello es rebajar el sentido y el valor absoluto de la nación al de elementos puramente accidentales y dependientes de la cambiante voluntad popular.

 

De esta manera y con estos planteamientos no se está haciendo otra cosa que relativizar lo absoluto y absolutizar lo relativo, siendo así que todo se reduce a la divinización de la voluntad de la mayoría concretada en la democracia y en la constitución o las leyes. Siendo así que cuestiones absolutas y metafísicas pasan a ser meros elementos accidentales dependientes de la opinión.

 

Partiendo de esta concepción relativista referente al mismo concepto de España y de su unidad ya está derrotada cualquier defensa de las mismas, y estará todo perdido dado que una mera variación de la constitución (la minúscula está puesta con intención) conlleva que puedan aplicarse medidas que lleven a la ruptura de la unidad nacional.

 

Solamente si es reconocida la nación española y su unidad como principios inalterables a los cuales deben plegarse las leyes y la constitución puede ser España defendida con una mínima posibilidad de éxito, de otra manera está asegurada su derrota pues a los enemigos de la nación siempre les cabrá  el recurso a  variar la constitución merced a una voluntad popular escondida bajo la sacralizada democracia.

 

Y es precisamente a esto a lo que estamos asistiendo respecto a la cuestión del secesionismo catalán, el tema nunca podrá ser solucionado obviando la primacía absoluta de la unidad España y haciendo que esa realidad metafísica e histórica  se supedite a cuestiones accidentales como son la constitución, la legalidad y la democracia.  

                                                                                   






                                                         

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