Los sucesos
acaecidos el día de ayer en la valla de Melilla y en el territorio territorio marroquí
próximo a ella me han hecho reflexionar respecto a cuáles pueden haber sido las
verdaderas intenciones que tanto unos como otros (el presidente español y los
políticos sanchitas más próximos por un lado y el monarca marroquí con su
camarilla palaciega por otro) tienen respecto a estos sucesos y las decisiones
previas como han sido la entrega de la soberanía del Sahara a Marruecos así
como la aceptación por parte de España del aumento de las aguas territoriales marroquíes llegando
incluso a coincidir en algunos puntos con las de las islas canarias.
Si algo me
llamó poderosamente la atención fue el hecho de la contundente e incluso
desmedida actuación de las fuerzas policiales y militares de Marruecos al
intentar frenar la avalancha de inmigrantes intentando entrar en territorio español, más aún si esta actuación se la compara con las que
hasta entonces habían venido realizando, mirando para otro lado y ayudando de
este modo a los inmigrantes a llegar hasta la valla, o incluso abriendo la
puerta de la valla que separa ambos países y engañando a su población para que entrasen
de manera ilegal en territorio español como ocurrió hace un par de años en el
episodio de la entrada a nuestro país por la playa de cerca de 500 menores y adolescentes en la playa del Carajal de Ceuta.
A poco que
una persona tenga todos elementos en mente verá con claridad que debe haber
unos intereses de enorme importancia tanto para los marroquíes, intereses que
les llevan al proteger las mismas fronteras que antes atacaban mediante
avalanchas permitidas cuando no directamente promovidas por ellos, como para el
gobierno español al cambiar la posición de la política exterior nacional desde
hace décadas mantenida y por España y que era internacionalmente secundada, una
política respecto al Sahara y a los saharauis que desde hace años el partido socialista había tomado como bandera, por supuesto estoy refiriéndome a la entrega de
la soberanía del Sahara al reino de
Marruecos, y la consecuente pérdida del único aliado en la zona como era
Argelia, y el consiguiente corte del gas procedente de este país magrebí.
Desde luego
es muy lógico pensar que tras estos cambios de actitud por parte de ambos
países, y más concretamente de sus gobernantes, se esconde un chantaje por
parte del reino alauí sobre un asunto de suficiente entidad como para que el
presidente socialista español ceda ante esa coacción. Tan grave debe ser el
asunto con el que se le extorsiona como grandes las cesiones que exigen y que
acepta realizar el chantajeado para lograr evitar que se dé a conocer esa
información. Y por supuesto grandes han de ser los esfuerzos del chantajista, Marruecos en este caso, con cumplir las condiciones que haya puesto el chantajeado, Sánchez para cumplir las exigencias del reino alauí.
Si pensamos
con un mínimo de lógica llegaremos a la conclusión de que el asunto en cuestión
no puede tratarse como he señalado anteriormente en el blog, entono el mea culpa
por ello, de turbios asuntos societarios y económicos de la esposa del
presidente español, y no lo puede ser por dos cuestiones: de un lado debido al
hecho de que Pedro Sánchez ha demostrado saber lidiar y salir impune, cuando no
reforzado, de escándalos de mucha mayor gravedad que los negocios en Marruecos
de la esposa del presidente español. Estamos hablando de que este manipulador supo
hacer frente a asuntos de inmenso calado como el de los E.R.E. en Andalucía, el
pacto con los herederos de E.T.A., con los independentistas catalanes o con los
comunistas antisistema de podemos con los que afirmó no pactar nunca o temas
como el uso y abuso de propiedades públicas para su disfrute personal como el
caso de los viajes en un falcón del ejército del aire para asistir a un concierto
o el de haber utilizado propiedades del
Estado a cargo del dinero del contribuyente. Como decía ninguno de todos estos
graves escándalos, así como el aumento vertiginoso del precio de la
electricidad y el precio de la cesta de la compra, han hecho mella en su apoyo
electoral y consiguiente continuidad en la poltrona. De ello colegimos que el
asunto de su esposa no debe ser la base del chantaje que sufre el presidente y
le lleva a adoptar medidas absolutamente impopulares, contrarias a los resultados
electorales y con la oposición tácita, al menos en principio, de los máximos
personajes de su partido.
¿Pero de que
se puede tratar?, ha de ser una cuestión de tantísima gravedad que esta no
pueda ser mitigada ante la población ni ante sus partidarios siquiera, de la
misma manera ha de tratarse de un asunto del que el gobierno marroquí y sus
servicios de información tengan conocimiento y cuenten con pruebas irrefutables
de la veracidad de este, de la misma manera la población española, incluidos
los socialistas, han de ignorar dicho asunto pues caso contrario no podría ser
utilizado para chantajear con darlo a conocer.
Desde luego
si se aplican todas estas condiciones que se han señalado más arriba los
asuntos a los que puede referirse en chantaje se reducen hasta el punto de
señalar exclusivamente en una dirección.
Me estoy
refiriendo a algo sobre lo que se conjeturó hace veintiocho años en no pocos
círculos, en medios de comunicación alternativos e incluso en ambientes de
inteligencia, pero esa teoría poco a poco fue perdiendo fuelle tanto por la
ausencia de pruebas que demostrasen tal hipótesis, terminando por convertirse
en una teoría conspirativa más, lo que sumado a que la sentencia sobre el tema
ni siquiera la citó pasó al ostracismo de lo meramente anecdótico e
imaginativo.
Como muchos
habrán podido suponer me estoy refiriendo a los terribles atentados del 11 de
marzo del año 2004 en Madrid y uno de los muchos comentarios y de las versiones
que se hicieron respecto a la autoría de los atentados o del encubrimiento de
aquellos que los llevaron a cabo.
A mi parecer
sólo una información inculpatoria respecto al partido socialista obrero español
en estos terribles atentados podría funcionar como elemento de chantaje para llevar
a tomar ciertas medidas políticas como la aceptación de la decisión unilateral
de Marruecos de aumentar sus aguas jurisdiccionales o la hipotética entrega al país norteafricano de Ceuta o Melilla, utilizando alguna triquiñuela política o cediendo
a una situación de facto que pudiera presentarse.
He de
aclarar que todo lo expuesto anteriormente no pasa de ser una mera hipótesis
presentada por el autor en función de unas premisas por él consideradas.
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