No tengo
elementos de juicio ni conocimientos suficientes como para afirmar o negar que
la pandemia que el mundo ha padecido y continúa padeciendo ha tenido su origen
en la manipulación humana o por el contrario su origen ha sido plenamente
natural.
Pero sea el que sea el origen del virus que ha
dado lugar a la pandemia no tiene influencia alguna a la hora de poner de
manifiesto las cuestiones que sostienen la presente entrada. Y no influye pues
como se verá en las siguientes líneas
lo fundamental es el hecho de que la situación sanitaria y el shock
personal y social están siendo aprovechados para implantar una serie de medidas
sociales, políticas y de control que muy difícilmente podrían imponerse a la
sociedad fuera de una situación crítica como la que nos ocupa.
Es así que estamos ante un proceso de manipulación
que nos determina hasta el punto de imponernos una nueva realidad.
Una cosmovisión
nueva, un paradigma impuesto por unas élites que desde su sectarismo pretende
subvertir el orden natural que informa la cosmovisión occidental y cristiana.
Y es
precisamente esa voluntad de acabar con el Orden Natural y con lo poco de la
Cristiandad que aun sobrevive en Occidente la que dirige la estrategia subversiva
de sionistas, masones y social- comunistas que desde el dominio que les
confiere su poder financiero, económico y por ende mediático y político.
La
estrategia general se acomoda a las situaciones concretas buscando acercarse lo
más posible a los fines a los que anteriormente hemos hecho referencia, son
precisamente las situaciones de crisis y/o caos social aquellas que resultan
ser las más útiles para implantar aquellos puntos que sirvan de peldaños para
alcanzar los fines marcados. Antes de nada, no se debe olvidar que en la base
de la estrategia subversiva se encuentra el servirse del caos para crear el
orden, el orden subversivo basado en la desaparición de los principios
occidentales de origen cristiano por supuesto.
Es así que
esta trágica situación, ya sea natural o artificial el origen del virus causante
de la pandemia, resulta ser un escenario
que de ningún modo podían dejar pasar los globalistas para sirviéndose de él
dar nuevos pasos hacia la instauración de ese nuevo Orden Mundial que tanto ansían
establecer.
¿Cuáles son
las cuestiones que las élites que verdaderamente gobiernan nuestra patria, las
que aquellos que están en el gobierno y
las que sus medios financieros, económicos y mediáticos han utilizado y continúan
utilizando dentro de la ingeniería social?
La base de
sobre la que se levanta no es otra que la manipulación de la realidad
incrementando la sensación de pánico e indefensión en la ciudadanía.
A la hora de
considerar toda esta cuestión no hay que perder nunca de vista que siempre se
basan en la idea de la implantación del orden a través del caos.
Pues sin
tomar en consideración esa premisa difícilmente podrán entenderse todas esas
situaciones anómalas que han venido sucediéndose en nuestro país a lo largo de
esta pandemia.
Unas situaciones
que como veremos no eran meramente casuales e iban dirigidas a aumentar el caos
y el miedo en la población para de esa manera poder crear ese nuevo orden que
ahora se ha dado en llamar eufemísticamente Nueva Normalidad.
Si no fuese con
la intencionalidad de implementar esta estrategia difícilmente se puede
entender que un Estado como el español haya podido incurrir en tal cúmulo
continuados de errores de bulto, inexplicables “errores” que han dado lugar a
la mortandad más alta del mundo por millón de habitantes debido a la
pandemia. No se puede entender que de
modo tan repetido no se tomasen al principio medidas de distanciamiento y de
profilaxis cuando desde meses antes el gobierno había sido advertido por
organizaciones internacionales, gobiernos como el italiano o el chino. Tampoco
se puede adjudicar a la mera torpeza la repetida compra de mascarillas,
respiradores y medios de análisis
que hubieron de ser retirados debido a su falta de funcionalidad. El desabastecimiento que los profesionales de
la salud sufrieron al encontrarse sin equipos de protección, con los numerosos
sanitarios afectados que nuevamente muestran la mayor cantidad de médicos y enfermeros
afectados en todo el mundo. Con el gran problema de extensión del virus entre
pacientes carentes también de respiradores.
Pero si un hecho
resulta especialmente lacerante es el de las decenas de miles de ancianos muertos
en las residencias de mayores, unos ancianos carentes de respiradores y a los
que se les impidió poder acudir a los hospitales cuando la situación lo
requería. Todo este calculado desbarajuste dio lugar a un verdadero genocidio
de ancianos que concuerda perfectamente con la política eugenésica públicamente
expresada por las élites globalistas afirmando que la población mundial ha de
reducirse de manera drástica, con el intento de implantar en España la eutanasia y la cada vez más difícil manera de pagar las
pensiones a los jubilados.
Todo lo
señalado creó en la población un ambiente de miedo que aderezado por la incertidumbre
llevó a esa población a un grado de sumisión y aceptación de medidas que iban
mucho más allá de medidas meramente sanitarias, y es que mientras que por un
lado España era uno de los países europeos sometidos a una más dura política de
confinamiento de la población por otro era unos de los que la población era
sometida a menos análisis médicos sobre el covid-19.
En esta
situación se dieron indicaciones y órdenes contradictorias, consejos que
finalmente se han convertido en ordenes como el uso de la mascarilla
obligatoriamente y un distanciamiento social que dura ya meses. Se está creando un ambiente de ruptura de las
relaciones interpersonales con graves consecuencias psicológicas y sociales que
llevarán a una menor capacidad de reacción social.
Coincidiendo
con la pandemia y sirviéndose de la situación de temor inducido se ha
desarrollado una campaña de mayor control de las denominadas redes sociales. Del mismo modo,
coincidentemente, el Partido Socialista ha solicitado al gobierno, también
socialista, que paulatinamente sea retirado y prohibido el dinero en efectivo y
que todo funcionamiento monetario tenga que ser bien telemático bien mediante tarjetas. Una de
las razones es que el virus se puede transmitir a través de los billetes y
monedas.
El hecho es
que se aprovechando la crisis se han aprobado una serie de cuestiones que no se
hubiesen puesto en marcha en una situación normal, y digo normal puesto que en
el Estado de Alarma declarado se están imponiendo una serie de recortes de
derechos, como el de concentración, libre tránsito, etc. que junto a la
duración de este Estado de Alarma funciona más como un Estado de Excepción.
El pánico
que se ha instaurado en la población ante la posibilidad de un posible contagio
permitirá que más adelante se imponga la obligación de la vacunación, la colocación
en nuestros móviles mecanismos de localización para supuestamente indicar la
proximidad de quién esté infectado.
A partir de
aquí todo es posible, la colocación de un microchip bajo nuestra piel de un chip también obligatorio
bajo la amenaza de multa e incluso de cárcel y sufrir aislamiento y reprobación
social.
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