Puede
resultar paradójico que el presidente Donald Trump ordenase al ejército
norteamericano asesinar al general iraní Quasem Suleimani
cuando se daba por descontado que el asesinato de ese icono del ejército iraní
y jefe de la élite de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica
(IRGC) provocaría una acción de represalia contra las tropas que EEUU mantiene
en varias bases de la ocupada nación de Irak, poniendo en serio peligro las vidas de miles de militares norteamericanos allí desplazados.
Como era de esperar el ataque de represalia,
perfectamente legítimo, se ha producido por parte de misiles iraníes sobre dos
bases que ocupaban tropas norteamericanas: las bases de Ain al Asad y la de
Erbil, con un saldo de cuatro soldados iraquíes heridos según fuentes norteamericanas.mientras que por el contrario la Guardia Revolucionaria iraní aseguró que habrían muerto 80
“terroristas americanos” y que habrían destruido helicópteros y equipo militar.
Tras haber
llevado a cabo esta acción de represalia el Líder Supremo iraní, Alí Jamenei,
declaró en la televisión nacional de Irán que la a operación militar no era
“suficiente” y que el objetivo es expulsar a las tropas estadounidenses de la
región.
El ministro
de Asuntos Exteriores iraní, Mohammad
Yavad Zarif aseguró que Irán sólo ha hecho uso de su derecho a la legítima
defensa bajo el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y que no quiere
una escalada, señalando: “No queremos una escalada ni la querrá, pero nos defenderemos frente a
cualquier agresión”.
Tras el
asesinato del general Soleimani y de la
consecuente represalia iraní, los líderes iraníes están haciendo renovados
llamados para la destrucción del Estado judío, señalando que esta aniquilación
de Israel sería la única respuesta por el asesinato del alto
militar iraní.
Seyed
al-Heidari, líder de una fuerza paramilitar iraquí que dirige Irán afirmó que
Teherán está considerando a Israel como
el principal objetivo de las represalias
militares tras el asesinato de
Soleimani.
Nadie puede
dudar que el presidente Trump y sus asesores eran plenamente conscientes de que la acción bélica y asesina
que iniciaban darían lugar a las graves consecuencias que anteriormente hemos referido. Luego debe existir un objetivo lo
suficientemente importante que justificase haber tomado semejante decisión.
Poco después
de la represalia iraní fuentes no identificadas citadas por NBC News señalaron
que Israel ayudó a Estados Unidos en la organización de la operación que
condujo al asesinato de Qasem Soleimani.
Israel se habría
sumado a la operación que tuvo lugar el tres de enero proporcionando a los
estadounidenses detalles clave de inteligencia sobre el asunto. Detalles que
sirvieron para verificar la localización de Soleimani en un vuelo nocturno que
desde Damasco iba a Bagdad, información esta que se utilizó para informar a la
CIA y que fué imprescindible para el asesinato de Soleimani.
El New Youk
Times informo que el mismo primer ministro de Israel, Benjamín Netanyaju,
habría hablado con el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo,
antes del asesinato de Soleimani,
siendo el Estado judío el único aliado de Washington que estaba al corriente
del tema y que habría colaborado activamente en el crimen.
La agencia
de noticias de Irán Tasmin citó al jefe de la inteligencia del IRGC, Hossein
Teb, el cual habría dicho: “Israel y Occidente han colaborado para asesinar a
Soleimani para desencadenar una guerra religiosa dentro de Irán”.
Este sábado
un alto cargo del ejército de Irán amenazó señalando que 35 objetivos de Estados
Unidos en Oriente Medio así como Tel Aviv estaban al alcance de Teherán para
vengar el asesinato del general Qassem Soleimani. Pero la reacción de Irán con
respecto a Israel debido a su más que clara implicación en el asesinato de
Soleimani no quedará ahí.
De la
divulgación de la implicación decisiva de Israel en el asesinato del general
Soleimani deriva la verdadera finalidad del ataque y asesinato ordenado por
Donald Trump.
Todo esto carece de sentido si no lo situamos como un medio para alcanzar una ganancia mayor
que la potencial perdida que con toda seguridad se va a tener.
En el caso que nos ocupa lo hemos de encuadrar dentro de
la lucha que Donald Trump y su ejecutivo lleva a cabo en Estados Unidos contra
el Estado Profundo, lucha que está obteniendo grandes logros al conseguir
victorias sobre el poder financiero de Wall Street, remover el poder absoluto que
detenta la Reserva Federal o poner coto a la podredumbre pederasta que controla
mediante chantaje la política ly los medios de Norteamérica.
Pero hay un poder, sin duda el más poderoso, que Donald Trump no ha logrado controlar, es más que continúa controlando la política exterior y militar norteamericana.
Pero hay un poder, sin duda el más poderoso, que Donald Trump no ha logrado controlar, es más que continúa controlando la política exterior y militar norteamericana.
Pero son Israel y el lobby
judío los que realmente dirigen todos esos puntos de poder junto a los medios de comunicación, y a través de todos ellos dirigen la política exterior de los Estados Unidos, una política que
está al servicio de los intereses de Israel y no de USA ni de los norteamericanos.
Es así que
la decisión del ataque-asesinato, incomprensible si se la considera fuera de contexto, tendría un
sentido muy claro en la lucha que viene desarrollando el ejecutivo de Trump. Se buscaría acabar con Israel y acabar con el poder que continúa sometiendo Estados Unidos a los dictados del poder judío y de la influencia
determinante del lobby sionista, un poder que se vería seriamente mermado una vez descabezado del Estado sionista.
Si Irán, con
la colaboración inestimable de Hezbolla, consiguen acabar con Israel o al menos
hacer que se cierre sobre sí misma, la fuerza del enemigo sionista, colaborador
principal del Estado Profundo, se reduciría hasta casi llegar a su
desaparición.
Aunque me
repita quiero dejar bien claro que esta es la única explicación plausible puesto
que el gravísimo peligro de muerte al que se somete la vida de miles de soldados
estadounidenses desplegados en Irán sólo se puede justificar si es para
alcanzar un bien absolutamente preciso para la libertad de la nación norteamericana.
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