Acaba
de ser despedido con honores de Estado el que fuese presidente del
gobierno Adolfo Suarez. A este se le presenta siempre como el
artífice de la llegada de la democracia, partitocracia liberal diría yo, a
España.
Siempre
que los aduladores y estómagos satisfechos, sean estos políticos, periodistas,
militares o miembros del pueblo, se refieren a él y a su trayectoria hacen hincapié en su dimisión, la cual es
presentada como un sacrificio autoimpuesto en el que habrían influido de modo determinante las
presiones militares, la perdida de confianza regia y la oposición procedente
del interior de su mismo partido,la UCD.
Pero lo cierto es que las razones que movieron a la dimisión que se produjo aquel 29 de Enero de
1981 se alejan mucho de lo que la política democrática ha instalado en el imaginario
popular.
Se
ha hablado siempre de una especie de misterio respecto a cuales pudieron las razones
que dieron lugar a aquella dimisión, pero siempre presentándola como un servicio a la democracia, una especie de autoinmolación
en pos de la consecución de que el camino hacia la
democracia pudiese continuar y los
españoles lograsen la libertad.
Pero
nada más alejado de la realidad, si nos atenemos a lo que señala el escritor y
periodista Jesús Palacios en su obra “ 23F , el rey y su secreto”, el llamado golpe del
23 de Febrero no fue tal, si no un autogolpe propuesto y preparado por el CESID y aprobado
por el Borbón.
Esta
acción de bandera falsa buscaba sobre todo asegurar la continuidad de la monarquía partitocrática y dar un
marchamo de legitimidad democrática al Borbón, en un momento en el cual la
figura de este estaba por los suelos, además de que ante gran parte del pueblo y de los políticos
este no era otra cosa que alguien que el anterior Jefe del Estado había
colocado como rey y que para colmo había perjurado.
En
el plan que el CESID había preparado, se hacía necesario un suceso
desncadenante, lo que Palacios denomina un Supuesto Anticonstitucional Máximo,
que favoreciese una actuación tras la que la acción regia salvaría en último
extremo la democracia. De este modo la figura del Borbón saldría reforzada y su
legitimidad democrática sería aceptada por la población,por los políticos del
chiringuito partitocrático y los periodistas del pesebre.
Ese
suceso, ese Supuesto Anticonstitucional Máximo, tomaría la forma de una
intentona de golpe de Estado involucionista que se desarrollaría con la toma
del Congreso durante una sesión, posterior posteriormente el general Armada en
nombre del rey, propondría la creación de un gobierno de
concentración presidido por el señalado general y compuesto por miembros de todo el arco parlamentario.
Pero
para que esto fuese pudiese ser
realizable y tuviese posibilidad de éxito era preciso que todos los
congresistas y senadores estuviesen reunidos juntos, para que al ser secuestrados no
pudiesen aquellos no estuviesen presentes formar
una especie de “gobierno paralelo democrático”.
Todo
estaba preparado pues los representantes de los partidos fundamentales habían
sido sondeados y habían dado su aquiescencia.
Ahora
quedaba conseguir que en una sesión
estuviesen todas sus señorías, cosa esta imposible en una situación normal
puesto que Congreso y Senado se reúnen por separado y además no solían, como
continúa ocurriendo, acudir a siempre a las sesiones.
El
único caso en el que ambas cámaras se reúnen , haciendo posible que se desarrolle el plan antes señalado, es
cuando se elije y nombra un nuevo
presidente del gobierno.
Dado
que Suarez ostentaba ese cargo y aún le
quedaba bastante tiempo para terminar su legislatura, la cosa era clara.
Si
se quería poner en funcionamiento el
autogolpe, el presidente Suarez habría de dimitir para que de este modo se
reuniesen todos los parlamentarios y se pudiese iniciar el autogolpe.
Es
en ese momento cuando Adolfo Suarez
presenta la dimisión y tras esto el 23 de Febrero de 1981 se convoca la sesión
conjunta de Congreso y Senado para elegir
un nuevo Presidente, es entonces cuando se desencadena el Supuesto
Anticonstitucional Máximo que era el secuestro por parte del teniente coronel
Tejero de las cámaras.
La
cuestión de si Adolfo Suarez participó con conciencia en el autogolpe resulta
bastante claro, puesto que la plena confianza entre este y el Borbón fue
completa durante toda la Transición, curiosamente pocas semanas antes de la dimisión de Suarez
se produjo, o escenificó, una perdida de confianza del rey hacia su amigo y
compañero de viaje político.
Es
decir, que es más que posible que al igual que se nos presentó una historia
falaz de lo acontecido el 23 F
también lo mismo se ha hecho respecto al papel del tan
elogiado Suarez.
Si
una figura salió engrandecida hasta límites inusitados fue la de Adolfo Suarez,
que a partir de ese momento consiguió que la inmensa mayoría del pueblo español
olvidase su pasado como Secretario General del Movimiento, recibiendo además de
manos del rey el nombramiento como Duque de Suarez.
O
sea, que toda esta fanfarria que se está levantando en torno a su figura no deja
de ser parte de la gran mentira dentro de la que vivimos en el chiringuito
juancarlista actual.
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