Desde hace más
de tres décadas se nos pretende hacer creer que la realidad de gran cantidad de
cuestiones fundamentales encuentra su origen y que su defensa se justifica en
el texto de la Constitución de 1978.
Los
políticos, los medios de información (¿?)
y los creadores de opinión pública en general: tertulianos especialistas
en nada, escritores de medio pelo y otros fabricantes de buñuelos de humo no
hacen otra cosa que referir y hacer derivar todo, inclusive cuestiones tales como la unidad de
España y su continuidad de la Carta
Magna que desde 1978 rige el ordenamiento legal y con ello el funcionamiento social de
nuestra Patria.
La
idolatría que hacia esta Constitución
muchos parecen sentir es propia del pensamiento liberal sobre el
que esta se sustenta.
Siendo así que para el pensamiento liberal,
la Verdad , con
mayúsculas, no existiría en tanto
categoría absoluta. Lo único que
reconoce y acepta es una verdad, con minúsculas,
contingente a la expresión de la voluntad
popular, plasmado en este caso en la Constitución
al haber sido votada por la población. Este sería pues el origen y
justificación de la Ley de leyes.
Pero
acontece que conferir a la
Constitución del 78 un valor cuasi-divino debido a su
respaldo popular resulta sumamente peligroso, y lo resulta dado que cuestiones fundamentales como la existencia misma de la
Patria , la defensa de su Unidad e incluso el derecho a la
vida podrían ser puestos en cuestión e incluso negados si el origen de
la Constitución
dejase de ser popular o la voluntad popular hubiese sido manipulada desde la ilegalidad.
Y
precisamente esto es lo que aconteció con la Constitución a la que
nos estamos refiriendo, tal y como en la
presente entrada podremos comprobar.
Esta
conculcación de la llevaba
aparejada que la población no estaba
votando lo que se le decía, elegían a unos representantes los cuales
posteriormente se adjudicarían unas prerrogativas distintas y la legitimidad
popular de la que tanto se habla dejaba de ser tal.
Lo señalado
se refiere a que una Constitución tan
solo puede ser redactada y aprobada por aquellos que hayan sido elegidos para
tal menester mediante una elección a Cortes constituyentes y no a Cortes generales o legislativas como fue el
caso que nos ocupa.
Para que no
quede la más mínima duda respecto al tipo de
Cortes que fueron elegidas y a las que el pueblo dio su voto vamos a
reproducir el decreto por el cual se convocaban las elecciones de las que
después saldrían aquellos que redactarían y aprobarían, de modo ilegal, la tan venerada Constitución:
“Real
Decreto 679/1977 de 14 de Abril, por el que se convocan elecciones generales a
las Cortes españolas:
“Acordadas
por las Cortes Españolas la Ley
de Reforma Política en su sesión plenaria del 18 de Noviembre de 1976, sometido
su texto a referéndum el 15 de Diciembre del mismo año, promulgada en 4 de
Enero de 1977 y publicado el Real Decreto Ley20/1977 de 18 de Marzo sobre
normas electorales para regular las elecciones al Congreso de diputaos y Senado
que han de constituir las Cortes Española, en cumplimiento en cuanto se dispone
el artículo 28 del citado Decreto Ley.
En virtud a
propuesta del Presidente del Gobierno y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 15
de Abril de 1977 dispongo:
Artículo único: Se convocarán ELECCIONES GENERALES* para la constitución del Congreso de
los diputados y del Senado, de las Cortes Española. Las votaciones se
celebrarán el día 15 de Junio de 1977, con sujeción a cuanto se establece en el Real Decreto –Ley 20/1977 de 18 de Marzo, sobre normas
electorales.
Dado en
Madrid a 15 de Abril de 1977-Juan Carlos I- El Presidente del Gobierno Adolfo
Suarez Gonzalez.”
*El
subrayado y las mayúsculas son mías, para destacar el tipo de elecciones convocadas.
De este "detalle" se infiere hasta que punto se ha engañado al pueblo español, y se le continúa engañando, presentando la Constitución como si fuese el culmen de la voluntad del pueblo y el principio de una nueva era.
Cuando desde su origen no es otra cosa que ilegalidad sumada a engaño.
De este "detalle" se infiere hasta que punto se ha engañado al pueblo español, y se le continúa engañando, presentando la Constitución como si fuese el culmen de la voluntad del pueblo y el principio de una nueva era.
Cuando desde su origen no es otra cosa que ilegalidad sumada a engaño.
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