Desde finales del S. XX y en esta
primera década del XXI la inmigración se ha convertido en un fenómeno social
generalizado a escala mundial que poco a poco está variando el paisaje humano y social de muchas de nuestras ciudades y pueblos, el hecho es que multitud de personas
provenientes de distintas partes del orbe están llegando a nuestro país movidos por diversos motivos. Mientras que por un lado encontramos aquellos que vienen
escapando de situaciones de persecución y amenaza debidas a cuestiones
religiosas, políticas o tribales, la
inmensa mayoría lo hacen para encontrar una situación económica y laboral
que les permita llevar adelante una vida digna que por circunstancias de
pobreza extrema no pueden encontrar en sus países de origen.
El
abismo existente entre un norte insolentemente
rico y un sur cada vez más
depauperado hace de este fenómeno
migratorio algo que irá a más y que resulta
imposible ser detenido.
En lo que se refiere a nuestro país nos encontramos con
que un pequeño brazo de mar de tan solo unos kilómetros, como es el Estrecho de
Gibraltar, resulta ser el lugar del planeta donde se da el mayor contraste
entre un continente, el africano, carente de toda posibilidad económica y otro,
el europeo, en el que la economía y las posibilidades sociales y auxilio
sanitario resultan generalizados, al menos hasta ahora puesto que en la actualidad el paro está llevando a la pobreza y a la miseria a una gran parte de la población.
De este modo, alcanzar la península resulta el
objetivo de los pobres de todo un continente, que además los atrae debido a la falta de control inmigratorio de una legislación infinitamente más permisiva que la del resto de los países europeos.`
El yihadismo utiliza la inmigración considerando a España bien como un objetivo en si mismo (recuperar su Al-Andalus) o el paso obligado
hacia un objetivo ulterior que encontraría en la actuación y penetración en otros países europeos.
Cuando aquí tratamos el tema
de la inmigración hemos de puntualizar dos cosas:
En primer lugar no queremos
realizar ningún tipo de crítica
global a los inmigrantes como tales ni a la inmigración como fenómeno, y en
segundo lugar hay que clarificar que tan solo se pretende realizar un análisis
que se ciñe al modo en que el fenómeno migratorio afecta, a la par que se ve
afectado, por el peligro yihadista que lo utiliza como trampolín para atacar a
España.
En lo que hace a la
problemática que aquí nos ocupa, es decir el peligro islamista, hay que señalar
que el tipo de inmigración que más nos afecta es por supuesto aquél que procede
de los países islámicos, en especial Marruecos y en menor medida argelinos y
jordanos.
La llegada de población
inmigrante de origen norteafricano y fe musulmana es causa de una problemática que no se
presenta en la inmigración procedente de otras zonas como pueden ser
Hispanoamérica, Europa del este o países
asiáticos. Esta diferencia surge debido a que a la población inmigrante
musulmana resulta extremadamente difícil, por no decir imposible, de integrarse
en nuestra sociedad y cultura. La afirmación que acabamos de hacer no
surge de ningún prejuicio sino
que se basa en considerar la especial
idiosincrasia de la religión que profesan. Esta no es tan solo una explicación vital con una
exigencia moral sino que es
toda una cosmovisión en la cual lo espiritual y lo material se aúnan
planteando que la única legislación aceptable es la sharia y la única autoridad aceptable es aquella que
reconozca la supremacía del Profeta y siga las enseñanzas del Corán. De esto se
deduce que toda integración resulta imposible para todo musulmán sin que por
ello esté apostatando.
Pero el problema no surge de
ello, la problemática aparece cuando el inmigrante musulmán que llega se
encuentra con que por un lado pierde su vínculo social y familiar y se
encuentra frente a una sociedad no sólo con costumbres y valores diferentes
sino en no pocos casos opuestas a las suyas.
Por otro lado una gran parte
de inmigrantes suman a esta diferenciación y soledad una desilusión fruto de no
encontrar cumplidas las expectativas de bienestar y mejora que les habían
empujado a venir a nuestro país.
La sensación de soledad y
desamparo que padece el inmigrante musulmán le empuja a juntarse con aquellos
que ven el mundo desde una misma cosmovisión a la par que puedan ayudarles en su situación.
Esta situación fácilmente deriva en
un rencor hacia la sociedad española de
acogida a la cual culpa de su situación y acusa de establecer un orden político
y unos valores distintos y/u opuestos a los suyos. Es en este escenario en el
cual los islamistas radicales se hacen
con las mentes y las voluntades de esos inmigrantes que sin tener una tendencia
radical o incluso no siendo practicantes en sus puntos de origen encuentran una
justificación a sus vidas al proporcionarles una identidad y marcarles una
misión a la que pueden servir desde su situación, por muy precaria e incluso
delictiva que esta sea.
En un capítulo anterior ya
nos referimos a como las ayudas de las mezquitas o grupos religiosos son otra forma de acercar y
hacerse con la voluntad de los inmigrantes necesitados, los cuales tras ser
ayudados se ven en la obligación moral de acercarse de nuevo a una religión que
o habían abandonado o interpretaban de un modo moderado.
Hasta aquí hemos hecho referencia
a aquellos inmigrantes que acuden a nuestra Nación sin ninguna intención de
captar musulmanes para la visión radical o para luchar en la Yihad. Pero no hay que
cerrar los ojos ante la realidad de que aprovechando el gran volumen de los
inmigrantes que llegan acuden también islamistas radicales con el fin de crear
células terroristas para participar en la Yihad mundial atacando a nuestro país.
Las medidas que han de
ponerse en marcha deben tener como base la disminución del flujo migratorio
para que de esta manera resulte factible un control adecuado y para que las medidas que se pongan
en funcionamiento no sean vistas por la población autóctona como una agresión a
sus derechos.
En primer lugar no han de
ser admitidos más inmigrantes que los que el mercado laboral pueda absorber, y
para que esto sea así se crearán anualmente cupos fuera de los cuales nadie
será admitido en el territorio nacional, dichos cupos serán de modo preferente formados por nacionales de
Hispanoamérica, Europa del Este, África no musulmana y después musulmanes del
norte de África. Se exigirá a los inmigrantes lo siguiente:
-La presentación de un
contrato en origen.
Estas exigencias servirán
para que todo aquel que llegue a nuestro país reciba desde el primer momento la
cobertura laboral, social y médica a que tienen derecho todos los trabajadores nacionales, de modo que no se
vean empujados a acudir a la ayuda que los musulmanes radicales les ofrecen con
objeto de hacerse con sus voluntades a través del agradecimiento.
Todos los inmigrantes
musulmanes han de ser exhaustivamente investigados, y en cuanto exista el más
mínimo atisbo de duda respecto al
radicalismo el inmigrante será inmediatamente expulsado.
El sistema de llegada que es el de la
reagrupación familiar ha de ser
eliminado ya que es un verdadero coladero para personas que acuden con difícil
control y que al aumentar la dificultad económica , complicada de por sí, del
inmigrante le hace vulnerable a la presión islamista.
La policía pondrá especial
cuidado en localizar las mezquitas clandestinas que serán clausuradas de
inmediato dado el nulo control que sobre estas se puede establecer, la
alternativa para los musulmanes no radicales serán las mezquitas legalizadas y
por tanto controladas.
No se admitirá la presencia
de ningún líder radical para evitar así que pueda “infectar” a los inmigrantes
moderados. Estos serán también expulsados y enviados a sus países de origen.
España tratará de tener
tratados de repatriación con todos los países de los que procede la
inmigración, y si por razones de derecho internacional alguno de ellos no puede
ser repatriado será ingresado en un centro de detención hasta que pueda
ser repatriado pero nunca soltado en ciudades para que de este modo
queden a merced de la influencia de los islamistas radicales o que
cayendo en la delincuencia sean utilizados en la Yihad como colaboradores
monetarios o como activistas, muchas
veces encuadrados en las denominadas “células durmientes” en espera de recibir
la orden de actuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario