En los años treinta no era para nada cuestión sencilla hacer llegar a los españoles el mensaje que Falange presentaba, era una nueva visión de la realidad española , de las relaciones laborales y una conjunción de la búsqueda de la Unidad Nacional y a su vez una exigencia de Justicia Social para todos los españoles.
Pero ocurre que en esa novedad, en ese aportar soluciones y realidades inexploradas confluían un trabajo por hacer y una apertura de mente por parte de una parte amplia de la sociedad española.
Pero ahora, en este principio del siglo XXI, aquellos que pretendemos hacer llegar a nuestros compatriotas el nacionalsindicalismo como una alternativa a la actual situación de injusticia social y de desintegración nacional nos encontramos con que antes siquiera de escuchar nuestro mensaje, antes de considerar nuestro posicionamiento somos instintivamente rechazados como ultraderecha, como franquistas.
Lo que ocurre es que se han cumplido las proféticas palabras de José Antonio antes de que Falange tomase la postura de apoyar el alzamiento nacional. Jose Antonio en aquellos momentos dijo:
“La Falange podría asistir y ayudar sin quererlo a la restauración de una mediocridad burguesa conservadora de la que tenemos en España tan amplias muestras, acompañada para mayor escarnio por el resorte coreográfico de las camisas azules”.
Por desgracia estas palabras del Fundador de la Falange se cumplieron en toda su amplitud una vez que la fraticida contienda finalizó.
El régimen surgido de la victoria de las armas nacionales no hizo otra cosa que instaurar nuevamente el régimen burgués, conservador y capitalista utilizando de una forma verdaderamente obscena la simbología falangista, y digo obscena dado que se abusó de la simbología de Falange, se utilizó la figura de José Antonio pero todo ello se hizo sin aplicar la Revolución Nacional que Falange propugnaba.
Cuarenta años de régimen personalista, cuarenta años durante los cuales una parte de los españoles se impusieron sobre la otra mitad.
La realidad histórica ha creado entre la inmensa mayoría de la población de nuestra nación una identidad inexistente entre el régimen del General Franco y la doctrina de José Antonio Primo de Rivera.
Ahora nos toca una misión, que no por difícil ha de ser abandonada, de presentar a los que nos rodean la realidad del nacionalsindicalismo, pero una realidad completa, que tenga presente tanto la lucha por la Justicia Social como el combate por la Unidad Nacional.
Esta misión no va a ser sencilla, por un lado es preciso acabar con la imagen negativa que la mera palabra de Falange suscita tanto de la derecha como de la izquierda, y por otro hay que superar esa idea tan implantada de que sólo en la derecha o en la izquierda puede existir opciones y romper la dogmática y aceptada imagen de que sin partidos políticos el ciudadano no puede ser representado.
Con el Decreto de Unificación, Franco unió dos fuerzas tan dispares como Falange y los Tradicionalistas, a esta unión se opuso el segundo Jefe nacional de Falange Española de las Jons Manuel Hedilla, por esta cuestión fué condenado a dos penas de muerte e indultado, hubo de pasar varios años en prisión y después fue confinado en Canarias.
Y es que el espíritu revolucionario de Falange y su abierta oposición al capitalismo, a la burguesía y al conservadurismo no fue problema para utilizar sus símbolos, simplemente su realidad se obvio, y de ahí el problema que en la actualidad tenemos.
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