España
está atravesando por uno de los más 
críticos y decisivos momentos de su historia, y aunque muchos puedan
pensarlo no me estoy refiriendo a la 
crisis económica que con tanta fuerza nos golpea.
Nuestra
nación, aunque parece que nadie se da cuenta o quiere darse cuenta de ello, se
encuentra frente a una serie de 
acontecimientos  inmediatos en el
tiempo en los cuales  se  está jugando su misma existencia como nación.
Después
de las sucesivas y continuas cesiones que desde que en 1978  entró en vigor la actual Constitución, España
ha entrado en una caída  en barrena en la
que el sistema autonómico y las sucesivas 
transferencias políticas a las diversas Comunidades Autónomas,  como me repele utilizar esta expresión para
referirme a las  regiones,  han ido constituyendo un grupo de entidades
caciquiles con  una entidad política que
en los casos vasco y catalán  buscan la
secesión  y la independencia.
                                              
Pues
bien, en estos  precisos momentos ha
recaído en nosotros la responsabilidad histórica de defender la unidad nacional
frente a los envites de los que somos testigos.
Pero
ante todo es preciso que seamos absolutamente conscientes de cual es la
estrategia que utilizan y piensan desarrollar aquellos que  intentan 
alcanzar la secesión de Vascongadas y 
con ello romper la  sagrada unidad
nacional.
La  estrategia es sencilla pues  no hace otra cosa que jugar con  las 
condiciones legales que la actual legislación les ofrece  y aprovecharse  de la 
inactividad cobarde de los españoles(comenzando por las más altas
magistraturas del Estado, pasando por el pueblo mismo y acabando por aquellos
que juraron  verter su sangre por
defender  a España, su soberanía y
unidad).
Los
próximos meses serán cruciales para que España continúe existiendo o deje de
hacerlo.
El
día 21 de Octubre del presente año se 
llevarán a cabo en Vascongadas las elecciones  para la constitución de un nuevo
parlamento  autónomo, en este caso todas
las encuestas y predicciones apuntan a que 
las fuerzas políticas secesionistas 
(tanto  amaiur-bildu-segui, o como
finalmente se denominen, como el Partido Nacionalista Vasco) obtendrán una
holgada mayoría que les permitirán 
gobernar y colocar en la presidencia del gobierno Vasco a un
filoterrorista secesionista.
Una
vez alcanzado este punto el siguiente paso será   poner en la calle por medio de  amnistías o recurriendo a la concesión del
tercer grado a los terroristas etarras  encarcelados
en prisiones vascas, con esto se  irá
creando un ambiente, que unido a la de hzber 
conseguido y mantenido la “paz” (curiosa expresión cuando no ha habido
guerra alguna).
El
paso que seguirá es muy similar ql que el parlamento autónomo  Kosovar dio  en el año 2008 al declarar de modo unilateral
la independencia.
Esta
declaración no fue una mera  acción  testimonial puesto que recibió el apoyo de
países de  la UE  y  asimismo 
el Tribunal de la Haya 
avaló esa declaración.
Dada
la situación actual, tanto económica como geoestratégica, seguramente los
secesionistas vascos no buscarán como primer paso  la secesión total aunque ese sea su objetivo
último, buscarán  como  se trató de hacer con el plan Ibarretxe   crear una especie de  Estado 
libremente asociado que en el fondo es romper la unidad nacional pero
que será mucho más fácil de aceptar por la población y las instituciones
encargadas de preservar la unidad de España.
Para
el eje franco-alemán   este paso es una
oportunidad de  hacerse  a un precio de saldo con lo que queda de la
economía española y con el dominio de un mercado muy útil para  colocar sus productos, es así que  el reconocimiento de este  nuevo Estado libre asociado sería rápidamente
reconocido.
Nos
encontramos con que el único problema 
que podrían encontrar los secesionistas, a saber,  la oposición de los españoles y sus
instituciones, desgraciadamente no sería tal ya que por unas razones o por
otras  traicionarían su obligación y
desde la cobardía y el perjurio dejarían que nuestra Patria  se destrozase a los pies de los caballos
secesionistas.
Los
partidos políticos y gobernantes 
buscarán por encima de todo la consecución del poder o  el mantenimiento en el mismo, y  como en el régimen actual  esto se logra exclusivamente se a través de
los votos ya se sabe que  los políticos
se plegarán a lo que sienta y exija  una
población que debido a una manipulación de varias décadas no tiene  conciencia nacional alguna, “mientras que no
haya asesinatos que  se independicen si
quieren” dice la mayoría, además  “ser
españoles o no  debe ser una  decisión 
democrática suya, y si las urnas han hablado pues ya está” dirán
también.
                                           
Ahora
tendremos que referirnos a lo que algunos consideramos como el último
valuarte  que podrá impedir la ruptura de
la unidad patria: El ejército.. Pues bien, 
pese al juramento realizado y a que  el amor a España y a su unidad ha sido siempre
el espíritu que ha movido al soldado español, nos encontramos con que de un tiempo
a esta parte se ha hecho hincapié  entre
los jefes, la oficialidad  y por supuesto
entre una tropa profesionalizada  cuya
base no es el patriotismo sino  la consecución
de una  manera de poder trabajar en el
absoluto sometimiento de la milicia al poder civil, a lo que este decida
democráticamente.
Otro  freno a la señalada secesión debiera ser   el monarca como  garante de la unidas de España.
Ahora
bien en este caso nos encontramos con que también  en el monarca 
su supeditación a la del ejecutivo 
es total, y más aún cuando la historia reciente pone de manifiesto
como  Juan Carlos I ha sido capaz de  perjurar, enfrentarse a su padre, firmar
leyes contrarias a su fe  e incluso
preparar un autogolpe  para  mantenerse en el poder que  su corona le proporciona.
Al
final hemos de tener esperanza en que  la
frase de Oswal Spengler se  haga realidad
si es preciso en esta gravísima coyuntura:
“Al
final fue siempre un pelotón de soldados 
lo que salvó la civilización”.







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