Se han
producido unas declaraciones por parte de Cristine Lagarde, presidente del
Banco Central Europeo, que parecen haber pasado desapercibidas para la inmensa
mayoría de la población, o al menos en lo que hace a la transcendencia que
deriva de ellas.
Cristine
Lagarde ha señalado en una conferencia institucional del Banco Central Europeo
que ha llegado el denominado euro digital, el cual según ella por un lado
vendría a dar más seguridad a los ciudadanos europeos respecto al dinero mientras
que por otro añadiría confianza en la economía europea. Señalando así mismo que
el euro digital se trata de un sistema de pago fiable, eficiente y seguro.
También nos
dice que el anonimato total que el dinero en efectivo comporta sería contrario
a objetivos de la política pública como sería garantizar el cumplimiento de las
políticas económicas y financieras.
Este anuncio
de hecho viene a señalar que más pronto que tarde dejará de ser permitido el
uso del dinero en efectivo en nuestras transacciones, compra y ventas, más
comunes. Y esto es fundamental para nuestras vidas en tanto que en la sociedad
resulta imprescindible el dinero para acceder a cuestiones básicas y
absolutamente indispensables para nuestras vidas: comida, bebida, vivienda,
vestido, calefacción o combustible para desplazarnos.
Siendo esto
algo tan indispensable para la supervivencia y para poder mantener un mínimo de
independencia resulta preciso un mínimo de control personal sobre el dinero del que disponemos, y esa soberanía personal sólo se puede llevar a cabo a través del
dinero en efectivo pues el dinero digital siempre estará controlado y en cierto
modo dirigido por voluntades distintas a la nuestra.
Muchos señalaran
que todo esto no tiene porque dar lugar a una suerte de tiranía, sino que
simplemente permitirá un mayor control sobre las transacciones de las grandes
empresas o que aquellos que defraudan al fisco sean descubiertos y juzgados.
Esa postura sería cierta si viviésemos en un
mundo perfecto de color rosa poblado de unicornios voladores o si tal y como
decía Rousseau el hombre fuese bueno por naturaleza.
Pero por
desgracia la realidad dista mucho de ser así, la experiencia personal nos muestra
cada día que el ser humano lo mismo puede optar por hacer las cosas pensando en
el bienestar suyo y en el de los otros u optar por poner sus intereses y deseos
por encima de los de los otros, que puede engañar para lograr aquello a lo que aspira,
aunque para ello tenga que pasar por encima de los derechos y la dignidad del
otro.
De la misma
manera que la experiencia personal nos lleva a ver todo esto la historia nos
dice algo similar, pero a un nivel mucho mayor y más cruel si cabe.
La historia
humana y el funcionamiento político que se ha visto a lo largo de ella nos muestra
que el poder tiende a perdurar y busca expandirse a cada vez más parcelas de la
realidad humana buscando un poder cada vez más absoluto.
Y no me vale eso de que la democracia será un contrapeso
que impedirá ese desarrollo tiránico. El sistema democrático, representativo y
partitocrático, no deja de ser una forma política de gobierno con una serie de
principios a los que se somete y que impone a los demás.
Por otro lado,
no se puede ignorar que en la actualidad son las instituciones financieras
internacionales y las grandes corporaciones industriales, las que imponen sus
intereses y objetivos a los Estados e incluso a las instituciones mundiales
supuestamente filantrópicas.
Al igual que
el dinero llama al dinero, el poder llama al poder y busca acrecentarlo más en
cantidad y extensión, y a menos que queramos engañarnos y creer que vivimos en
el mundo de la gominola y la piruleta al menos habremos de reconocer que la desaparición
del dinero en efectivo es un riesgo más que serio para la libertad individual,
puesto que serán otros los que dispondrán de la capacidad de chantajearnos para
realizar aquello que ellos consideren oportuno.
La realidad
es que con esa medida la libertad de todos
los seres humanos se puede ver seriamente comprometida desde el momento en que esas
mismas autoridades gubernamentales que sirven a sus verdaderos dueños( los ya
citados grupos financieros internacionales y
las corporaciones industriales) dispondrán de los instrumentos para
imponer los planes globalista del “no tendrás nada y serás feliz”, de esa
Agenda 2030 que desde sus bonitas palabras de sostenibilidad, igualdad, lucha
contra la pobreza y protección de la naturaleza intenta invadir la esfera
personal y reglando todo lo humano. Pero si a quienes tienen estas intenciones
además se les proporciona un instrumento como es el de la desaparición del dinero en
efectivo y la imposición del digital estaremos creando el caldo de cultivo para
que la nuestra y las posteriores generaciones vivan en la mayor y más terrible
de las prisiones, aunque el preso no sea consciente de que lo es.
No podemos aceptar que en manos de un poder al servicio de quién sabe que intereses esté la posibilidad de determinar nuestro comportamiento chantajeándonos con impedir nuestro acceso a los más básicos elementos de independencia e incluso de supervivencia, porque si sólo disponemos de dinero digital y no del efectivo con sólo apretar un botón nuestro dinero puede dejar de serlo y no poder acceder a él.
Seremos esclavos.
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