viernes, 11 de noviembre de 2022

UNA TERRIBLE INTUICIÓN.

 

                                                                             




  

Hay un tema que a poco que se toma en consideración y se analiza, resulta chocante y nos lleva necesariamente a una duda, duda la cual a su vez nos empuja a una terrible intuición.

 

El tema al que estoy haciendo referencia no es otro que el de las decisiones que viene adoptando el gobierno de la nación y  las consecuencias que de estas derivan.

En un primer momento, o viendo las cosas de una manera superficial y acrítica, el señalado tema podría parecer meramente coyuntural y vacío de importancia.  Pero a poco que la cuestión se observa de manera analítica, considerando lo que parece casual en esas decisiones, así como la previsibilidad de las negativas consecuencias que se pueden producir y de hecho se producen. Es entonces cuando la cuestión pasa a convertirse en un tema sumamente interesante amén de clarificador.

Es peliaguda la conclusión a la que se llega una vez que se toman en consideración los datos sobre unas decisiones que tan claramente darán lugar a muy graves y negativas consecuencias. Y es peliaguda por lo gravísimo que resulta concluir que los dirigentes toman decisiones sabiendo que de hecho causarán daños a la nación y a su población. Y no sólo eso, sino que buscan voluntariamente provocar ese daño.

En primer lugar y para no transmitir la imagen  de que consideramos nuestra capacidad de análisis de las decisiones y sus más que probables consecuencias de ellas derivadas es superior al juicio de aquellos que las toman o de quienes les asesoran para hacerlo, hemos de señalar que la base sobre la que se articula todo el  juicio que en este artículo se vierte parte de la consideración de que esas personas, tanto los que las toman como los que les asesoran, son perfectamente conscientes de las consecuencias a las que estás van a dar lugar.

Un ejemplo muy claro de la transcendencia de algunas decisiones y de sus efectos fue la decisión tomada por el gobierno español de ceder o “reconocer” la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental, territorio antaño provincia española y que en la actualidad sigue siendo para la legalidad internacional un territorio pendiente de descolonización y de autodeterminación.  Esta decisión, verdadera traición al pueblo del Sahara y a la misma España, ha tenido unas consecuencias tan sumamente graves resultan difícilmente entendible cuando las consecuencias eran totalmente previsibles.


                                                               

                                              TRAICIÓN.  


Sólo se puede explicar, que no justificar, como fruto de la cesión ante un chantaje de Marruecos, la cesión a la presión de los Estados Unidos en pro de su socio privilegiado Marruecos, tal y como aconteció en la famosa Marcha Verde en la que EEUU apoyó e incluso propició la intención marroquí de socavar la economía y la integridad territorial de España.

                                                              


Lo único cierto, y absolutamente previsible, es que el precio del gas proveniente de Argelia, casi el 50% del gas que importa España, se elevaría a prácticamente el doble, y eso si Argelia no hubiese tomado la decisión de cortar el suministro a España.  Pero no acaba ahí la cuestión ya que de no haberse tomado la decisión respecto al Sahara España habría ganado un peso fundamental en Europa y económicamente hubiese tenido una continua y gran entrada de dinero que habría puesto en pie y dado fuerza a una economía que se encuentra al borde de la bancarrota debido entre otras cosas a la descomunal deuda que soporta nuestro país.

Todo esto derivaría de que España sería la que se encargaría de recibir y hacer llegar   al resto de Europa el gas argelino y el procedente de Nigeria, de esta manera alcanzaría un poder inmenso en el seno de la Unión Europea y recibiría como pago por ese servicio una enorme suma de dinero de manera constante.


                                                            


 En lugar de ello será Italia la que reciba todos estos beneficios dado que el gas argelino llegará a Europa a través de Italia y no de España como estaba previsto hasta que el gobierno español tomo la decisión de “reconocer” la soberanía de Marruecos sobre el Sahara.

Pero todo esto se vino abajo debido a la la toma de una decisión contraria a los intereses del pueblo saharaui, contraviniendo lo señalado por la legalidad internacional, una decisión que daba alas a nuestro enemigo del sur y que causaba un daño incalculable a España y a los españoles. Y aunque me repita, se tratan de unos efectos que eran mucho más que esperables.

 

Hoy mismo el reino de Marruecos ha puesto sobre la mesa una propuesta que si es aceptada por el gobierno español estará comprometiendo aún más la seguridad económica, la soberanía y la posición internacional de España.

Y es que coincidiendo con el 47 aniversario del inicio de la Marcha Verde que llevó a la entrega, verdadera traición, de una entonces provincia española a un país enemigo de España. La propuesta marroquí pretende que un gaseoducto atravesando territorio marroquí y territorio español lleve a los países europeos de más allá de los Pirineos el gas proveniente de Argelia y de Nigeria. Esto en principio podría parecer una excelente idea y una manera de enmendar el problema creado anteriormente con el “reconocimiento” de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental.  Pero hay una diferencia fundamental con respecto a la anterior situación de la llegada del gas Argelino a España, directo desde Argelia, y a través de nuestra nación al resto de Europa. Esta diferencia es que el gaseoducto pasaría por Marruecos en primer término y después por España, con lo que caso de aceptarse la propuesta del reino alauí el gobierno español  estaría dotando a  Marruecos de una capacidad de chantaje  sobre España y el resto de Europa que podría poner en solfa nuestra política exterior, nuestra economía y nuestra integridad territorial en tanto que Ceuta y Melilla estarían a su merced pues contarían con el apoyo de los países de la Unión Europea y de los Estados Unidos.

 

Por otro lado contarían con un apoyo del “amigo” americano que  pondría a nuestro país de rodillas y a merced de lo que interesase a ese socio preferencial para EEUU que es Marruecos. Al país norteamericano le vendría muy bien que el gas argelino y nigeriano no llegase a Europa, al igual que ahora tampoco llega el gas ruso, puesto que de esa manera los países europeos se verían obligados a comprar su gas licuado, de menor calidad y de mucho mayor precio que el procedente de Rusia y de Argelia o Nigeria. Esta sería una forma de tener bajo su control a una Europa que poco a poco se estatá liberando de su dominio.

               


 

Si pese a todo esto que acabamos de reseñar el gobierno español opta por aceptar la propuesta marroquí sólo se puede pensar en la mala intención del gobierno o en la cesión a un chantaje sobre los gobernantes de nuestra patria. Pero de esto último deducimos que aquello con lo que se le chantajea  es de una gravedad inmensa.




Este es sólo un ejemplo, pero se podrían aportar muchos más. En especial los encontramos en decisiones que tienen que ver con la política energética, las alianzas internacionales, las referentes al gasto público y en los aspectos referidos a la política respecto a los secesionistas.
Todos van en contra de los intereses nacionales.


                                                       

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