El bochornoso espectáculo que
se produjo ayer al finalizar la cumbre de la O.T.A.N. y que todos pudimos ver a
través de los medios de comunicación y especialmente de las redes sociales,
producía tanto jocosidad como vergüenza ajena.
Este suceso que protagonizó el presidente español Pedro Sánchez, puesto que ostenta ese cargo para desgracia nuestra y desgracia de España , dejó de lado cualquier respeto hacia la condición institucional que en ese momento detentaba, para convertirse en un botarate lameculos que se rebajó, y de que modo, ante el presidente de los Estados Unidos.
Hizo el ridículo y se rebajó, pero en tanto
representaba a nuestra patria también a ella la rebajaba y ridiculizaba.
Este aspecto de lo acontecido
tras la cumbre atlántica creo que ha sido suficientemente abordado y criticado
por comentaristas, población en general y a través de caricaturas y memes publicados.
Sin tratar de justificar o
rebajar la gravedad de la actitud del okupa de la Moncloa, nada más lejos de mi
intención, creo que hay un aspecto que ha sido pasado por alto en los comentarios
y análisis más o menos jocosos que se han realizado respecto del incidente que
nos ocupa.
Me estoy refiriendo por supuesto
en la actitud altiva y despreciativa que el actual dirigente norteamericano, Joe
Biden, mostró hacia el presidente español. Que por mucho que nos duela a muchos
es Pedro Sánchez y que en ese momento era la mayor representación de nuestra
patria en la reunión de la O.T.A.N.
En ninguna circunstancia, por mucho que actualmente España tenga en su gobierno elementos comunistas y que su papel económico esté en horas muy bajas, no podemos tolerar que el dirigente yankee lleve un acto de menosprecio al máximo dirigente español en ese acto, y más cuando se supone que España es un socio militar y económico y cuando mantiene en nuestro territorio bases militares.
A mi entender hay que considerar si este desplante del dirigente norteamericano no es un acto más de esa obra que los Estados Unidos está llevando a cabo en la cuestión de Marruecos y en la confrontación que este país norteafricano mantiene con España, a saber el reconocimiento del Sahara Occidental como parte integrante del territorio marroquí, la ausencia de posicionamiento con un aliado y miembro de la organización atlántica como es España, así como la venta a gran escala de material militar de última generación a Marruecos en unos momentos en los que la tensión con España es más que clara.
Estas actuaciones remente hostiles de la administración norteamericana, sin lugar a duda marcadas por la presión del lobby sionista sobre la Secetaría de Estado U.S.A. una vez que el país magrebí reconoció en el 2020 a Israel, y con ello su soberanía sobre los territorios palestinos ilegalmente ocupados por el Estado sionista.
Ante este estado de cosas se
hace necesario que la administración española tome en consideración la realidad
presente y actúe en consecuencia.
Hemos de tomar en consideración que ante el expansionismo de Marruecos estamos absolutamente solos, ya que ni diplomática, ni económica y ni por supuesto militarmente contaríamos si resulta necesario con el apoyo de la Unión Europea ni de la O.T.A.N. ni por supuesto de los E.E.U.U., que como ha demostrado siempre estará del lado de su aliado norteafricano.
Siendo así las cosas España
no puede verse obligada a obedecer las instrucciones militares que recibe de la
O.T.A.N.
España no puede permitirse
estar molestando las fronteras rusas con esa supuesta vigilancia aérea de las fronteras
aéreas de los países bálticos, ni puede
vigilar las aguas del Mar Caspio con su Armada. Tampoco tiene sentido
alguno el despliegue de nuestras fuerzas en el Libano para de hecho proteger
las fronteras de Israel contra Hezbollah.
Al llevar a cabo estos actos,
que son vistos por la Federación Rusa como acciones hostiles, nos estamos cerrando las puertas a una
posible alianza con la gran potencia
que podría frenar la expansión marroquí, dejando a la
Armada rusa utilizar los puertos de Ceuta
y Melilla.
Y no puede llevar a cabo
todas estas “misiones en el extranjero” como suelen denominarlas dado que en
estos momentos las fuerzas militares, ya de por si mermadas, han de estar en la
frontera de España con Marruecos y en las ciudades españolas de Ceuta y Melilla
que es donde realmente se las precisa como elemento disuasorio y de respuesta
ante cualquier posible agresión.
En estos momentos España no
debe nada a Europa en tanto O.T.A.N. o en tanto U.E. en lo que se refiere a las
relaciones con Marruecos y en los métodos de protección de nuestras fronteras
puesto que ni una ni la otra se implican ni implicarán en la defensa de Ceuta,
Melilla y las Canarias.
Económicamente España puede,
en función de la posición que adopte Marruecos, estrangular al reino alauita impidiendo el paso de sus mercancías por nuestro
territorio camino de Europa.
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