Se ha
producido un hecho que a mi parecer no ha sido considerado con la inmensa gravedad
que tiene.
La gravedad
a la que me refiero deriva sobre todo de las implicaciones que este
acontecimiento lleva aparejado y a las consecuencias que del mismo podemos
inferir.
Me estoy
refiriendo a la concesión del premio princesa de Asturias de las Artes a la
satanista y pedófila “artista” Serbia residente en Estados Unidos, Marina
Abramovic.
Este premio
que cuenta con cierto prestigio internacional, sobre todo en Hispanoamérica, y sin
lugar a duda con gran prestigio nacional está estrechamente relacionado con la monarquía
española. Lo que no es para nada lógico es que ese prestigio y la dependencia con
ese símbolo de España haya premiado, lo que es lo mismo que aplaudido, la obra cuestionablemente
artística, con claros mensajes satánicos y con una más que irrefutables
mensajes de promoción y presentación del maltrato hacia menores.
Las obras de esta “artista”, tanto las performances como sus pinturas, resultan de cuestionable calidad, y lo único que destacan los jueces es su capacidad rompedora y que abre nuevos caminos al arte. Ahora bien, no todo romper con los caminos establecidos ha de ser considerado por fuerza digno de admiración, de aplauso o premio.
Si nos
fijamos concretamente en el hecho de premiar la obra de Marina Abramovic
resulta de todo punto asombroso que en una época absolutamente sometida a lo
políticamente correcto se premie, y más a ese nivel, a la autora de obras claramente
enfrentadas con la mujer y con los menores. Estas obras, me resulta muy difícil
adjetivarlas de arte, destacan no por su calidad sino por resultar de mal gusto
y ante todo perturbadoras.
A menos que
se muevan oscuros, al menos ocultos, intereses detrás de esta concesión del
premio resulta sumamente difícil entender que la corona haya dado el placet a la concesión a esta del premio Princesa de Asturias para las Artes.
Para todos
aquellos que no conozcan la obra de esta “artista” pongo a continuación una
serie de fotografías que muestran la obra, pictórica e interpretada, de esta verdadera activista del mal
gusto, del satanismo, del maltrato infantil y movilizadora de la perturbación
de los más básicos sentimientos humanos.
A la hora de
conceder cualquier premio, sobre todo si tiene la importancia y repercusión de
este, resulta sumamente importante tomar en consideración la historia personal
del premiado, en este caso el pasado personal de Marina Abramovic. En este caso es sumamente importante dado que su trayectoria se ve jalonada de toda una serie de escándalos y acusaciones públicas de gran importancia.
En este
aspecto el currículo de Marina Abramovic no le hace precisamente atractiva para
concederle un premio de la significación pública del que nos ocupa, y es que los
antecedentes que presenta su historial mueven especialmente al escándalo y a la
controversia, que es algo que a todo precio busca evitar este tipo de premios.
Comenzaremos
diciendo que esta “artista” ha sido acusada de estar relacionada con elementos y grupos acusados de pederastia y tráfico
de menores. En este caso nos encontramos con compañías tan escandalosas como
los hermanos Podesta, Jeffrey Epstein, James Alefantis y la misma Hilary
Clinton. De la misma manera tenía expuestos algunos de sus cuadros más
perturbadores en tristemente famoso Comet Pizzza.
Es así que habría realizado para estos y para todo un submundo poco menos que depravado y amante del mal gusto sus famosas performances, en las cuales hace simulaciones muy reales de canibalismo, presenta numerosa simbología satánica y juega con sangre sobre estatuas y figuras de menores.
Como se ha podido ver en lo señalado a lo largo del presente escrito se dan todas las circunstancias para no conceder este premio a semejante bruja puesto que estos precedentes resultan más que suficientes para que no se llevase a cabo esta concesión.
La pregunta
nos viene de manera automática a la mente, ¿Por qué razón entonces se le concede
el premio esta “artista”
La
contestación a esta pregunta no puede ser si no una especulación pues no
estamos en la mente de aquellos que se han decidido por otorgarle el premio. Esta
contestación tendrá mayor o menor verosimilitud, pero no dejará de ser una
especulación.
Ahora bien, como tenemos la seguridad, y más en estos momentos tan comprometidos para la monarquía, de que la institución monárquica no buscará la controversia ni el enfrentamiento con una parte de la población que pudiera estar de su lado. Siendo así la cosa veo muy difícil que el nombre de la familia real se viese mezclada con el aplauso a una satánica cruel con los menores.
Entonces hemos de deducir que el haber
tomado semejante decisión ha de deberse a presiones externas muy poderosas y
que estén por encima incluso de la voluntad de los mismos reyes.
Sólo la amenaza
y el chantaje pueden llevar a adoptar decisiones claramente contrarias a los
propios intereses. Cada uno que saque sus propias conclusiones.
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