Ayer fuimos
testigos de hasta que punto la incoherencia cabalga a sus anchas en los más
altos niveles de los que nos desgobiernan, y de como lo que para los ciudadanos
de a pie está penado y perseguido para las más altas autoridades no pasa de ser
una actividad política a la que todos les ríen la gracia y ante la cual la
justicia mira hacia otro lado.
Curiosamente,
o quizá no tanto, el hecho al que estoy refiriéndome está relacionado con la
manipulación y abuso, en este caso no sexual pero si de la imagen, infantil.
Ya sea por
la existencia de normas legales que lo impongan o como respuesta a la demanda
social imperante, nos encontramos con que cada vez que un menor aparece en
algún medio de comunicación, aunque no sea en primer plano, la cara de este
aparece pixelada o difuminada de manera que no pueda ser reconocido, y ni por
asomo se dan a conocer datos que puedan favorecer su identificación, como mucho es nombrado por sus iniciales.
En caso de que todo estas estas medidas no se
lleven a cabo se considera que se ha llevado a cabo una violación de su
intimidad y un abuso de su imagen.
Pues bien, ayer
asistimos a como el presidente del gobierno, D. Pedro Sánchez, utilizó la
imagen de una menor con el fin de aumentar su popularidad y hacerse con un puñado de
votos de los que dada su precaria situación parlamentaria se encuentra tan
necesitado.
Este “genio”
de la propaganda tuvo la desafortunada idea de realizar un reportaje en el que escenifica
una suerte de visita al Palacio de la Moncloa durante cual enseña las estancias
del mismo a la niña a la par que explica a, la pequeña Irene que así la llama,
cuales son las actividades que desarrolla como presidente del gobierno, le deja
hacer que tiene el cargo de presidente y llega a sentarla en su despacho, etc.
Muy emocionante y conmovedor todo.
Pero por muy
ridículo y ñoño que nos pueda parecer a muchos no está en lo grotesco de la
situación el problema.
Lo realmente
problemático se encuentra en el hecho de que se está manipulando la imagen de
la infancia poniéndola al servicio de intereses de imagen política en lugar de
que sea la política la que se ponga al servicio de la infancia.
Como ya
hemos señalado al principio, se ha producido una grave transgresión de la
imagen de la menor por mucho que la comunidad política, judicial, social y
mediática no lo haya consideren así.
Lo que no resulta
aceptable es que se explote la imagen de una menor cuando cada día decenas de menores son apartados de sus padres por
los servicios sociales bajo la acusación de no darles una estabilidad emocional
suficiente, de no contar con las condiciones sanitarias o alimentarias mínimas o de no tenerlos escolarizados tal y como marca la ley o explotar su imagen.
Desde luego
todas esas exigencias resultan absolutamente comprensibles y necesaerias para
proteger a los menores, lo que no pueden hacer los servicios
sociales de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas o del Estado
central es apartar a esos niños de sus padres en lugar de ayudar económica,
social y psicológicamente a esas familias para de esa manera no romper la relación
de los menores con sus padres.
Y en este
sentido la actuación de Pedro Sánchez y su “mágico” equipo de propaganda no
tiene perdón, ya que por intereses meramente electorales no se puede aprovechar
la imagen de una menor robar los hijos a padres con problemas y a
su vez aprovecharse de una menor sin proteger su imagen e identidad.
A todo esto,
por lo que se ve Pedro Sánchez tiene “querencia” a recurrir a los menores para hacer
propaganda.
El Estado
está obligado a dar esas ayudas a las familias españolas y en tanto no haya
cubierto todas las necesidades de los nacionales no debería dar ayudas a los
inmigrantes ilegales que llegan a nuestro país, muchos de ellos de manera ilegal o que están sin papeles.
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