En numerosos
países son muchos los gobiernos que han sido sustituidos, los regímenes
derrocados y las economías colonizadas como consecuencia de lo que se han dado
en llamar revoluciones de colores, estas revoluciones se han producido,
provocado habría que decir, tanto en países tanto de Europa del Este como en los
países árabes.
Lo que
tienen en común todas ellas es el hecho de ser presentadas como revoluciones
populares, espontaneas y pacíficas, se presentan como manifestaciones populares
que se inician para solicitar mayor libertad y democracia, concretándose en la
petición-exigencia de que el gobierno o régimen, tildado de dictatorial o
ilegítimo, abandone el poder para cederlo a los supuestos representantes
legítimos del pueblo.
Pero todas
estas adjetivaciones que supuestamente definen a las distintas revoluciones de
color no pueden alejarse más de la realidad, ya que lejos de ser populares y
espontaneas han sido cuidadosamente planificadas por servicios de inteligencia
para movilizar a la población sirviéndose de palabras huecas, informaciones
adulteradas o aprovechándose de situaciones económicas de pobreza provocadas en
gran parte por poderes exógenos.
Lejos de ser pacíficas funcionan sirviéndose
de violencia encubierta tras agitadas
multitudes que toman las calles y bloquean las instituciones, o directamente se provocan altercados callejeros , guerrillas urbanas, todo perfectamente planificado, con la finalidad de desencadenar la respuesta de las fuerzas de seguridad o del ejército y así
generar una violencia de la que se hará responsable al gobierno o régimen para
así desprestigiarlo internacionalmente a la par que provocará una escalada de
mayor violencia por parte de lapoblación, violencia que retroalimentará una
mayor represión que llevará a situaciones que podrán desembocar incluso en una guerra civil abierta.
En ese
momento la actuación de la “comunidad internacional” pasará del apoyo mediático
o diplomático al apoyo militar o incluso a una intervención militar abierta.
Otro punto
sobre el que se incide es en la supuesta defensa de la libertad y democracia por
parte de los que provocan y llevan a cabo estas
revoluciones de colores.
Nada más alejado de la realidad, en todos los
casos de las denominadas revoluciones de colores los intereses en juego son de
carácter político, geoestratégico, económico y sólo instrumentalmente tendrán
relación con la libertad o democracia, sólo se recurre a ello cuando sea preciso un cambio de gobierno
o de régimen para lograr los objetivos que persigan las potencias que desde la
sombra dirijen estás “espontaneas” revoluciones.
Para que
quede un poco más claro lo señalado nos referiremos a varias de estas: la
revolución negra en el año 2000, que llevó al derrocamiento de Milocevic en
Yugoslavia, la revolución de las rosas en Georgia del 2003, la revolución naranja
en Ucrania en el 2004, aunque no sería hasta diez años después en el EuroMaidán
cuando se alcanzarían los fines buscados.
El caso de
Ucrania y su revolución de Maidán es un clarísimo ejemplo de la manera en que
los intereses geoestratégicos y económicos son los que llevan a crear una
revolución “espontanea, pacífica y democrática” para derrocar a un gobernante
legítimo, en este caso Viktor Yanukovich, tras la haber suspendido la firma del
tratado de libre comercio con la Unión Europea. Después de este golpe
disfrazado de levantamiento popular, el Euromaidan, Poroshenko asumió el poder
para acercarse económica y estratégicamente a Europa, contrariamente a la
posición del depuesto Yanukovich y su proximidad a Rusia.
En el 2005
asistimos a la revolución de los tulipanes en Kirgistán, en el 2005 encontramos
la revolución del cedro en Líbano.
Sin olvidar
las denominadas primaveras árabes, que lo único que lograron fue desestabilizar
aún más la zona del Cercano Oriente y norte de África, acabando con regímenes
moderados y sustituirlos por otros más extremistas y fuera de control.
Algo que no
podemos perder de vista para comprender todo esto es el derrocamiento y
asesinato de Muhammad Gadafi ,
pues se
acabó con un régimen prooccidental, moderado, que mantenía en un alto nivel de
vida a su población y que tenía perfectamente controlado un territorio
fundamental para la seguridad de la frontera sur de Europa, pero para los
miembros del gobierno mundial en la sombra todo esto no significaba nada, los
globalistas que buscan implantar un nuevo orden mundial dirigido por la élite
usurera precisan acabar con los países-nación, acabando con su soberanía para
mantener el poder de la economía financiera frente a una economía productiva.
Gadafi
cometió el mayor de los “pecados” al pretender levantar el patrón oro frente al
patrón dólar, al pretender poner en marcha el dinar de oro como moneda para todo
el intercambio comercial en el norte de África y países aledaños.
La consecuencia fue que los servicios de
inteligencia occidentales, con la ayuda inestimable del dinero y de agentes del
globalismo como Soros, pusieron en marcha una revolución “espontánea que exigía
libertad” con el fin de expulsar al líder libio y sustituirle
por un gobierno títere que se plegase a los intereses globalistas y usureros.
Como con la publicidad internacional y con las algaradas preparadas no se
consiguió nada se montó una oposición armada y apoyada por la O.T.A.N. y por los
E.E.U.U. Pero el régimen libio resistió y entonces fue directamente la O.T.A.N.
la que actuó bombardeando al ejercito libio y después incluso por tierra junto a los que posteriormente asesinaron
cruelmente a Gadafi.
Cuando lo
que está en juego es la agenda del Nuevo Orden Mundial o cuando un dirigente simplemente pone en cuestión la
organización globalista y financiera de la economía mundial, nada cuentan los
intereses nacionales o el bienestar de la población. Cuando la concepción
globalista unipolar del nuevo orden mundial se ve peligrar por las acciones o
por las posiciones de algún líder nacional este tiene los días contados, y la
experiencia nos enseña cuáles serán los pasos que se darán para acabar con
semejante amenaza.
Pues bien,
ahora se dan en los Estados Unidos todas las circunstancias para que la élite
globalista promueva en ese país una nueva revolución de colores.
Todas estas circunstancias que tanto amenazan a la agenda mundialista se desarrollan merced a la política, tanto interna como exterior, que ha iniciado el nuevo presidente norteamericano Donald Trump.
Todas estas circunstancias que tanto amenazan a la agenda mundialista se desarrollan merced a la política, tanto interna como exterior, que ha iniciado el nuevo presidente norteamericano Donald Trump.
Las
circunstancias que favorecerían una intervención globalista de este tipo serían
las siguientes:
-En primer lugar,
la ruptura del orden geopolítico unipolar al tomar partido por unas relaciones
pacíficas e incluso de colaboración con la Rusia de Putin, esta nueva
organización daría paso a una ordenación multipolar que rompería con la
estrategia globalista que pasa por la organización del mundo en bloques para
de este modo ir anulando soberanía a los países nación.
-En segundo lugar,
estaría la orden del gobierno Trump para dejar de formar parte del Tratado
Transpacífico y la intención declarada de salir también de los tratados TTIP
con Europa o el NAFTA con Canadá y Méjico. La administración Trump afirma que
no suscribirá tratados o acuerdos con asociaciones continentales o generales,
sino que su pretensión es realizar contratos o suscribir tratados con Estados
individuales. Esto, al igual que ocurre en el punto anterior, tendría efectos
sumamente perniciosos para el desarrollo de la agenda globalista para la
instauración del Nuevo Orden Mundial, puesto que reforzaría la soberanía de los
Estados-nación frenando la conformación de entidades supranacionales.
-Un tercer
elemento sería la negativa a someterse a la agenda dictada a través de los
acuerdos derivados de la teoría de un cambio climático provocado por el hombre
, una teoría y unos acuerdos basados en esa falacia que promueven los globalistas, la no aceptación de los acuerdos basados en el cambio climático estaría paralizando en parte la estrategia mundialista
en lo que hace a frenar cierta parte del desarrollo energético, y derivado de
ello económico, de parte de la humanidad.
-Otros
puntos que podríamos incluir en el elemento anterior puesto que también dañan
gravemente la agenda globalista para la instauración del N.O.M. sería la
política contraria a las vacunas, la opuesta la ideología de género y a la
política LGTBI y la que se opone al aborto. Todas estas parte fundamental de la agenda basada en una reducción radical de la población mundial.
-Nos
encontramos también con que las órdenes que marcan acabar con el ISIS y el
mandato a la CIA de frenar cualquier ayuda que diesen a Daesh o grupos
terroristas denominados “moderados” en Siria estarían frenando la ordenación
geoestratégica de Oriente Medio a la par que se opondría a los intereses de
Israel y de Arabia Saudí. De hecho se estaría favoreciendo la continuidad en el poder de Bashar Al
Assad, aliado de Irán y de Rusia. En lo que hace a la tan citada agenda
globalista estaría de hecho apoyando la soberanía política e independencia
económica de países claves en la zona como son Siria e Irán.
-Y por
último señalar que ya desde antes de asumir la presidencia, pero mucho más
ahora, Trump ha tenido en frente y como leal enemigo a la C.I.A., aunque para
compensarlo cuenta con el apoyo de una gran parte del generalato norteamericano.
Trump supo afrontar esta oposición de la Central de Inteligencia al ser esta agencia objeto
de su primera visita tras acceder a la presidencia y colocar en la cúspide a
una serie de generales de inteligencia afines para que controlasen la C.I.A.
Tomando en
consideración que Trump y su administración resultan ser el verdadero obstáculo
que actualmente encuentran los planes globalistas no podemos tener la menor
duda de que la élite oscura que dirige todos estos movimientos globalizadores
que trabajan para instaurar un Nuevo Orden Mundial pondrán en marcha
movimientos del tipo visto en las revoluciones de colores a los que nos hemos
referido al principio de esta entrada.
De hecho,
todo el posicionamiento y comportamiento de la prensa, tanto norteamericana
como internacional ha sido unánime en su actitud, vergonzosamente rastrera, tanto en contra de la
candidatura republicana como contra la persona de Donald Trump, buscando la
victoria de la candidata demócrata Hillary Clinton.
Una vez que
la monolítica y zafia campaña mediática fracasó y Trump alcanzó la
presidencia entró en funcionamiento el
segundo paso que fue el de las manifestaciones multitudinarias tanto en
Washington como en otras grandes capitales USA, manifestaciones muchas de ellas subvencionadas
con el dinero del globalista George Soros y en las que participaban no pocos
activistas violentos que buscaban crear disturbios recurriendo al conocido
divide et impera: latinos contra euroamericanos, blancos contra negros, LGTBI
contra cristianos, mejicanos contra estadounidenses y musulmanes contra todos.
En cierto modo buscan que se desate una suerte de guerra civil racial o un clima de resistencia ante una hipotética dictadura totalitaria encabezada por Donald Trump.
En cierto modo buscan que se desate una suerte de guerra civil racial o un clima de resistencia ante una hipotética dictadura totalitaria encabezada por Donald Trump.
Por todos
los medios se buscaba una violencia caótica derivada de disturbios provocados
pidiendo libertad, respeto a las minorías y poner freno a la llegada de un
régimen supuestamente totalitario. Pero todo esto igualmente fracasó.
Es por ello
que centraron su atención en retirar del gobierno a Trump acudiendo a la
aplicación del empeachment recurriendo a supuestas filtraciones a Rusia o al
juicio presentado en un artículo presentado en el New York Times por 35
psicólogos y psiquiatras en el que señalaban que la ausencia de estabilidad emocional
y sus ataques de ira no le hacen apto para ocupar la Casa Blanca.
Este método
tampoco parece haber dado los resultados deseados, por ello surge que la opción de
provocar un nuevo Maidan o la de recurrir a la eliminación física del actual
presidente.
Al darse la
situación que hemos descrito cada vez son más los norteamericanos, aunque no
aparezcan en los medios que controla la élite globalista, que se pronuncian en
favor del gobierno de Donald Trump, un ejemplo que hay que destacar es una
campaña que lleva a cabo la asociación LaRouche PAC , está desarrollando lo que
ha dado en llamar la semana de la verdad, explicando la realidad de lo ocurrido
en el Euromaidan que desembocó en el verdadero golpe que derrocó al legítimo
gobernante ucraniano Yanukovich para sustituirlo por el proeuropeo Poroshenko.
La
asociación que dirige el excongresista Lyndon LaRouche y su esposa trata de alertar a la población del peligro cierto de que en Estados Unidos
se desarrolle una “revolución de color” que expulse del gobierno al actual y
legítimo presidente norteamericano
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