Ahora que en
las tertulias “políticas” se ha puesto de moda criticar todo aquello que haga
Donald Tump, esos expertos en humo sometidos a lo políticamente correcto que participan en ellas, se han centrado especialmente en el muro que el presidente
norteamericano piensa levantar en la frontera con Méjico.
Pues bien, Aprovechando
este tema nuevamente han arreciado las voces de los buenistas del power-flower,
para acusar a Europa de estar cometiendo un crimen al no permitir la entrada de
todos los inmigrantes, legales o ilegales, en nuestro continente.
. Estas
mentes de esponja repiten que las fronteras y las vallas son moralmente malas y
que las vallas de Ceuta y Melilla no servirán de nada para frenar a esos que
escapan de sus países para encontrar entre nosotros la dignidad y las
posibilidades económicas básicas que no encuentran en África.
Todo esto es
muy cierto, realmente las vallas existentes no servirán para frenar los asaltos
de la población subsahariana, pero eso no lleva implícito que tal y como señalan
estos ideólogos farsantes la valla se deba suprimir, sino que es preciso hacer
la frontera mucho más impermeable elevando la valla y recurriendo a las
concertinas de nuevo.
Estos mismos
lumbreras que piden la abolición de las fronteras, que son precisas para
asegurar la soberanía de los países y defender el orden socio- económico de sus
poblaciones, señalan que lo que debería de hacer Europa para frenar la
verdadera invasión de millones de subsaharianos es ayudar en sus países de
origen, creando infraestructuras, levantando una economía y una protección socio-sanitaria que acabase
con la situación que “obliga” a la población subsahariana a abandonar su tierra
con destino a Europa.
Pues bien,
todo eso no son otra cosa que meras palabras huecas, sofismas basadas en el
odio contra todo lo nuestro, civilización, fe y raza.
Esos mismos
que se llenan la boca exigiendo a Europa que invierta, construya
infraestructuras y dote de economías que permitan a los subsaharianos vivir
dignamente en sus tierras sin verse obligados a emigrar a nuestro continente
son los mismos que si algún país europeo o la Unión Europea lo hiciese serían
los primeros en hablar de neocolonialismo y de injerencia en los asuntos de
esos países, hablarían de que Europa y los europeos se mueven por un
paternalismo racista.
Lo que los
liberales endofóbicos, antiblancos y cristófobos tendrían que hacer en primer
lugar es aclarar sus ideas y darse cuenta de que son ellos con sus exigencias
de ayuda los que están dejando en muy mal lugar a las naciones africanas negras
y a sus pueblos, puesto que no hacen otra cosa que dejar absolutamente claro
que estos pueblos (No ocurre lo mismo con los países del Magreb, de Oriente
medio o en Sudáfrica) carecen del ingenio, voluntad, organización social, etc.
para poder vivir con un mínimo de
dignidad e incluso para sobrevivir.
Una vez
expuesto este razonamiento, los enemigos de todo aquello que suene a blanco u
occidental saltarán con las manidas falacias de siempre, repetirán como
cotorras eso de que están así por culpa del colonialismo europeo que les
sometió y robó sus materias primas o que la organización capitalista
internacional proporciona riqueza al primer mundo gracias al empobrecimiento
del segundo.
Pero no es
preciso dar muchas vueltas al asunto para desmontar esas falacias y de este
modo evitar caer en ese complejo de culpabilidad paralizante que la población
blanca padece desde hace casi un siglo.
En primer lugar,
hay que recordar que la ocupación colonial de África por parte de las potencias
europeas se extendió temporalmente entre el último tercio del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX. No más de 75 años, y que la independencia de las
distintas naciones africanas, depende de cuales, la alcanzaron entre el año 50
y 65 del siglo pasado, es decir hace más de 75 años. Además es de justicia
señalar que las potencias coloniales no sólo se llevaron materia prima sino que
también dejaron infraestructuras de comunicación y una organización sanitaria y
educativa previamente inexistente, otra cosa es la destrucción de este por la
falta de mantenimiento, por las luchas propias de una organización tribal y por
la ausencia de interés y voluntad.
En segundo
lugar, hay que señalar que es cierto que
el capitalismo de las multinacionales, sostenido por el sistema
financiero internacional ha hecho y hace un gran daño a las economías de los
países africanos, esto es así sin perder de vista que también actúa de modo muy
negativo contra la mayor parte de Hispanoamérica e incluso contra países
europeos como los próximos a la cuenca mediterránea, pero todo esto no lleva a
que Hispanoamérica o países de la ribera
norte del Mediterráneo padezcan el nivel de
subdesarrollo y de ausencia de
condiciones de supervivencia que padecen en la zona subsahariana.
Tampoco hay que olvidar que Europa está en la situación de alto desarrollo de
gran protección social y de sanidad universal a pesar de haber sufrido dos
epidemias tremendas que acabaron con
cerca de la mitad de la población en cada una de ellas: la peste negra y más reciente la epidemia de la gripe poco
antes de la Gran guerra, Europa ha sufrido dos guerras mundiales y sufrió la llamada pequeña glaciación , a
pesar de todo ello Europa está donde está y ha conseguido poner en marcha mecanismos
que de hecho la colocan a miles de años
luz del África subsahariana.
Con esto
quiero decir que los occidentales en general y los europeos en particular no
debemos tener complejo de culpa alguno ni vernos sometidos a obligación alguna
como reparación moral.
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