jueves, 2 de febrero de 2017

Nuestro complejo de culpa se basa en un engaño, no estamos obligados a nada.


                                                                                

                                                                                 

Ahora que en las tertulias “políticas” se ha puesto de moda criticar todo aquello que haga Donald Tump, esos expertos en humo sometidos a lo políticamente correcto que participan en ellas,  se han centrado especialmente en el muro que el presidente norteamericano piensa levantar en la frontera con Méjico.

                                              



Pues bien, Aprovechando este tema nuevamente han arreciado las voces de los buenistas del power-flower, para acusar a Europa de estar cometiendo un crimen al no permitir la entrada de todos los inmigrantes, legales o ilegales, en nuestro continente.

. Estas mentes de esponja repiten que las fronteras y las vallas son moralmente malas y que las vallas de Ceuta y Melilla no servirán de nada para frenar a esos que escapan de sus países para encontrar entre nosotros la dignidad y las posibilidades económicas básicas que no encuentran en África.

                                                        


Todo esto es muy cierto, realmente las vallas existentes no servirán para frenar los asaltos de la población subsahariana, pero eso no lleva implícito que tal y como señalan estos ideólogos farsantes la valla se deba suprimir, sino que es preciso hacer la frontera mucho más impermeable elevando la valla y recurriendo a las concertinas de nuevo.

Estos mismos lumbreras que piden la abolición de las fronteras, que son precisas para asegurar la soberanía de los países y defender el orden socio- económico de sus poblaciones, señalan que lo que debería de hacer Europa para frenar la verdadera invasión de millones de subsaharianos es ayudar en sus países de origen, creando infraestructuras, levantando una economía  y una protección socio-sanitaria que acabase con la situación que “obliga” a la población subsahariana a abandonar su tierra con destino a Europa.

Pues bien, todo eso no son otra cosa que meras palabras huecas, sofismas basadas en el odio contra todo lo nuestro, civilización, fe y raza.

Esos mismos que se llenan la boca exigiendo a Europa que invierta, construya infraestructuras y dote de economías que permitan a los subsaharianos vivir dignamente en sus tierras sin verse obligados a emigrar a nuestro continente son los mismos que si algún país europeo o la Unión Europea lo hiciese serían los primeros en hablar de neocolonialismo y de injerencia en los asuntos de esos países, hablarían de que Europa y los europeos se mueven por un paternalismo racista.

Lo que los liberales endofóbicos, antiblancos y cristófobos tendrían que hacer en primer lugar es aclarar sus ideas y darse cuenta de que son ellos con sus exigencias de ayuda los que están dejando en muy mal lugar a las naciones africanas negras y a sus pueblos, puesto que no hacen otra cosa que dejar absolutamente claro que estos pueblos (No ocurre lo mismo con los países del Magreb, de Oriente medio o en Sudáfrica) carecen del ingenio, voluntad, organización social, etc. para poder vivir  con un mínimo de dignidad e incluso para sobrevivir.

Una vez expuesto este razonamiento, los enemigos de todo aquello que suene a blanco u occidental saltarán con las manidas falacias de siempre, repetirán como cotorras eso de que están así por culpa del colonialismo europeo que les sometió y robó sus materias primas o que la organización capitalista internacional proporciona riqueza al primer mundo gracias al empobrecimiento del segundo.



Pero no es preciso dar muchas vueltas al asunto para desmontar esas falacias y de este modo evitar caer en ese complejo de culpabilidad paralizante que la población blanca padece desde hace casi un siglo.

En primer lugar, hay que recordar que la ocupación colonial de África por parte de las potencias europeas se extendió temporalmente entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. No más de 75 años, y que la independencia de las distintas naciones africanas, depende de cuales, la alcanzaron entre el año 50 y 65 del siglo pasado, es decir hace más de 75 años. Además es de justicia señalar que las potencias coloniales no sólo se llevaron materia prima sino que también dejaron infraestructuras de comunicación y una organización sanitaria y educativa previamente inexistente, otra cosa es la destrucción de este por la falta de mantenimiento, por las luchas propias de una organización tribal y por la ausencia de interés y voluntad.

                                                     



En segundo lugar, hay que señalar que es cierto que  el capitalismo de las multinacionales, sostenido por el sistema financiero internacional ha hecho y hace un gran daño a las economías de los países africanos, esto es así sin perder de vista que también actúa de modo muy negativo contra la mayor parte de Hispanoamérica e incluso contra países europeos como los próximos a la cuenca mediterránea, pero todo esto no lleva a que  Hispanoamérica o países de la ribera norte del Mediterráneo padezcan el nivel de  subdesarrollo  y de ausencia de condiciones de supervivencia que padecen en la zona subsahariana.



Tampoco  hay que olvidar que Europa  está en la situación de alto desarrollo de gran protección social y de sanidad universal a pesar de haber sufrido dos epidemias  tremendas que acabaron con cerca de la mitad de la población en cada una de ellas: la peste negra  y más reciente la epidemia de la gripe poco antes de la Gran guerra, Europa ha sufrido dos guerras mundiales y  sufrió la llamada pequeña glaciación , a pesar de todo ello Europa está donde está y ha conseguido poner en marcha mecanismos que de hecho  la colocan a miles de años luz del África subsahariana.



Con esto quiero decir que los occidentales en general y los europeos en particular no debemos tener complejo de culpa alguno ni vernos sometidos a obligación alguna como reparación moral.

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