En estas líneas quiero referirme a una falsificación de la
realidad que se ha venido esparciendo por todos los países occidentales, muy
especialmente en Méjico y en los países hispanoamericanos. Este ocultamiento de la realidad se ha extendido con la finalidad de engañar a sus respectivas opiniones públicas y para que la población latina o
hispana que vive en los Estados Unidos votase a Hillary Clinton y no lo hiciese
a Donald Trump.
No hay que perder nunca de vista que una verdad a medias no
pasa de ser una mentira, puesto que la verdad a medias sustrae al sujeto de una
parte de la realidad con lo que su conocimiento será sesgado, y con ello el
sujeto llegará a conclusiones erróneas, conclusiones dirigidas por
aquel o aquellos que han ocultado una parte concreta de la realidad.
Y esto es lo que ha estado ocurriendo con las críticas que
el Presidente electo, el republicano Donald Trump, ha recibido basándose en lo
referido al tan traído y llevado muro entre Estados Unidos y Méjico.
Es cierto que el candidato republicano incluía en su
programa electoral, y defendió durante su campaña, levantar un muro entre Estados
Unidos y Méjico, basándose en que su función sería poner fin a la entrada de
inmigrantes ilegales al país, y con ello acabar con la posible entrada personas
relacionadas con el narcotráfico, con bandas peligrosas (maras) o sujetos que
al no encontrar trabajo en los Estados Unidos se viesen empujados a delinquir.
Hay que tomar en consideración que desde Méjico no sólo entran
inmigrantes mejicanos, sino que a través de él penetra en Estados Unidos gran
cantidad de inmigrantes ilegales procedentes de centro y Suramérica. Y en estos
momentos por los que atravesamos la frontera podría ser utilizada como paso por
terroristas si no está suficientemente controlada.
Aplicar esta medida de fortalecer la frontera
impermeabilizándola con la creación de un muro es no solo un derecho, sino un
deber, que tienen las autoridades norteamericanas para garantizar la seguridad
y el bienestar de la su población.
La falsificación de la realidad que se presenta a la opinión
pública hispana y mundial en general es en realidad un ocultamiento, consiste
en esconder el hecho de que Méjico tiene levantada a todo lo largo de su
frontera con Guatemala una alta alambrada que en algunas zonas es un muro,
llegados a este punto nos encontramos con que los que tanto se quejan y horrorizan
con la propuesta de Trump habrían de callar cuando la supuesta víctima de la
medida la realiza de igual modo con otros.
Y que conste que la medida de Méjico me parece la más lógica puesto que
preserva su soberanía e ingresen elementos peligrosos o indeseables en su
territorio.
Respecto al tema del levantamiento del muro que ha propuesto
Trump, hay que tomar en consideración que una parte nada pequeña de la
población hispana o latina que ha votado, lo ha hecho por el candidato
republicano, y lo ha hecho dado que considera que una inmigración ilegal y
masiva resulta perniciosa para sus intereses ciudadanos, laborales, de
seguridad y de integración. Todas estas personas no quieren que la seguridad
alcanzada se vea amenazada, no quieren una competencia desleal ni quieren que
la llegada de remesas de ilegales que se puedan dedicar al robo, al
pandillerismo o a otras actividades ilegales puedan dañar el nombre y fama de
una comunidad latina establecida legalmente y que poco a poco se integra en la sociedad
norteamericana.
En el caso de la sociedad española no es de extrañar que la
práctica totalidad de esos que se niegan a aplicar las medidas necesarias para
frenar la inmigración ilegal que penetra en nuestro territorio a través de las
vallas de Ceuta y Melilla al igual que a través de las pateras que sin cesar cruzan el estrecho
hacia nuestras costas, pongan el grito en el cielo al escuchar las medidas propuestas por Trump.
Pero la culpa no es del
presidente electo cuanto de esos que se niegan a colocar concertinas en lo alto de la valla
(al igual que están colocadas en las cárceles), de las devoluciones en caliente
o de usar agua a presión para bajar a los que escalan la valla.
Trump es en este sentido una llamada a la mala conciencia de
muchos españoles que se niegan a defender su territorio frente a la entrada
ilegal de individuos que muy difícilmente encontrarán trabajo y que seguramente
se habrán de dedicar a la delincuencia o a la venta ilegal, poniendo en peligro
la seguridad y perjudicando a los trabajadores y economía de España.
Todo esto
por no citar el serio peligro que significa tener un coladero por donde pueden
entrar terroristas islamistas.