La visita
del presidente de los EEUU a nuestro país es una muestra, no de nuestra importancia en la
política internacional, ni un reconocimiento a la mejora de nuestra economía,
ni una sincera muestra de amistad hacia un aliado importante.
Más bien se
trata de la palmadita que se da en el lomo a un siervo para que prosiga con la
política de plegarse de forma rastrera a los intereses de su amo yankee.
Obama
defiende sus intereses geoestratégicos, y por ellos se asegura de contar con
los favores del gobierno que actualmente dirige los destinos de España.
España debe
dejar de ser la concubina complaciente que
dice si a todo lo que le “solicita” su señor para convertirse en un
Estado soberano que defiende sus
intereses poniéndolos por encima de los del tio Sam.
Nuestro país
está jugando a algo muy peligroso cuando, como ahora, sigue las reglas que le impone el juego americano. Estamos contraviniendo nuestros propios
intereses al apoyar la provocación y agresión continuada a Rusia.
Tal y como
hace unos años señaló el entonces presidente del ejecutivo ruso, España se
convierte en un peligro y por tanto en objetivo al constituir la base aeronaval
de Rota en punto fundamental para el escudo antimisiles. Además nuestro país
despliega tropas en Lituania, ha llevado
4 aviones de combate junto a la
OTAN en Polonia y ha permitido que se
llevasen a cabo el año pasado las maniobras de la OTAN Trident Juncture 2015,
que eran unas maniobras que se dirigían claramente a un enfrentamiento con Rusia.
España no
puede enemistarse de esta manera
con Rusia, tanto por seguridad militar,
por economía y ante todo por intentar
que el mundo unipolar se convierta en el multipolar del que habla
Duguin. No podemos quedar fuera de un
nuevo escenario.
Es por todo
esto que la visita de Obama me resulta
molesta.
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