De
nuevo anoche nos enfrentamos a una de
esas situaciones que ponen de manifiesto que las medidas que se toman no son
otra cosa que representaciones de cara a la galería, manifestaciones que vienen a ratificar que las tomas de posición de los gobiernos
occidentales son en su práctica totalidad
mero teatro.
Si a esto le añadimos que los medios comunicación son controlados por
los innombrables, que la mente de la población es acrítica al estar sometida a
lo políticamente correcto, si nos damos cuenta de que esta población no ve más
allá de lo que le dice la tel-aviv-sión, Nos encontramos con que la gente no se plantea que hay detrás de lo
que se nos vende como cierto aunque las incoherencias de lo que se nos dice resultan
palmarias.
Para empezar
señalaré que voy a hacer referencia a la
reacción que todos los países occidentales tuvieron al salir en contra de la intentona golpista
en Turquía y a favor del gobierno de
Erdogán. Pero también voy a poner en cuestión el hecho mismo de la intentona
golpista.
Con la
finalidad de que se pueda entender lo que da base a este escrito hemos de
retroceder en la historia y así ver el papel que el ejército turco ha mantenido
y mantiene en la Turquía moderna.
Para hacer
medianamente comprensible la tesis que se va a defender en estas líneas hemos
de retroceder al año 1923, cuando una
vez terminada la primera guerra mundial y tras la caída del imperio otomano el padre de la Turquía
moderna Mustafá Kermal Atatuk crea una república secular, opuesta a la visión
que el imperio Otomano venía manteniendo hasta entonces, el imperio otomano mantenía
un islamismo al que se había de someter la legislación y vida de los Otomanos y
la instauración del Islam en todo el mundo.
La esencia
del Estado turco moderno era su laicidad, y el ejército turco se impuso, y
sigue imponiéndose la salvaguarda de esta frente a todo intento islamista, sea
este radical o supuestamente moderado.
Los ejemplos
de intervenciones y golpes militares son
muchos en Turquía, y practicamente todos se han llevado a cabo para evitar la instauración de
gobiernos o la aplicación de normas islamistas.
El último de
estos se llevó a cabo en 1996, cuando la que hasta entonces era primea ministra
Tansu Ciller del Partido de la Recta Via (D y P) formó gobierno con el
islamista Partido de la Prosperidad, que era dirigido por Neamettin Erlarán,
quién pasó a convertirse en jefe del Gobierno.
Las actitudes políticas islamistas
radicales disgustaron profundamente a la cúpula militar, el cual
presentó al gobierno un memorándum de 18 puntos con medidas dirigidas a reducir
la influencia de los islamistas, ante lo cual el gobierno del presidente Erbaka
dimitió el 30 de junio de ese 1996.
Nadie puede
poner en duda que la situación a la que
ha llevado el actual presidente turco
Erdogán es en lo referente al acercamiento al islamismo radical
muchísimo más grave:
-compra de petróleo
a los terroristas takfiríes del Daesh.
-permitir el
paso de voluntarios y de armamento a
territorio sirio para fortalecer el poder militar y la extensión del
autodenominado Estado islámico.
También ha
podido influir en la intentona golpista
el último atentado de los islamistas radicales del ISIS, Daesh en árabe.
Teniendo en
cuenta todos estos antecedentes y contando con la situación actual, resulta más
que extraño que los países de la Unión Europea, de la O.T.A.N. y los EEUU se
hallan opuesto a que asumiesen el poder, o al menos lo intentasen, unos
militares que se han y habían mostrados contrarios al islamismo radical y a
toda colaboración con Daesh.
Pero claro, quizá era eso mismo lo que no querían las
potencias occidentales, quizá no querían que desapareciese un régimen como el de Erdogan De esa forma ISIS, creación de EEUU, OTAN, Israel y las
monarquías árabes, podría seguir actuando
y desestabilizando Oriente Medio para hacer caer a Bashar al-Assad, controlar a
Irán y proteger los intereses de Israel.
Pero por si
faltasen más cuestiones extrañas resulta
que el presidente Erdogán ha acusado a un clérigo islamista radical que vive en Estados Unidos de ser el
instigador del “fracasado” golpe militar.
Como ocurre
en casi todo en la vida hay que acudir al ¿qui prodest?.
Porque nada mejor que preguntarse a quién beneficia algo para saber quién se esconde detrás de ello.
Porque nada mejor que preguntarse a quién beneficia algo para saber quién se esconde detrás de ello.
En el caso
que nos ocupa nos encontramos con que
una vez que la intentona militar ha sido desactivada, el presidente
Erdogan ha ganado, tanto a nivel popular
de su país como a nivel internacional, un prestigio que había perdido.
Además esto
le permite estar llevando a cabo una purga general en la cúpula militar y otra que afecta a miles de personas entre
los pertenecientes a la judicatura.
El hecho es
que Erdogán está acabando con aquellos
que resultaban un obstáculo para la
radicalización musulmana de Turquía a la par
que se consagra en el poder por unos años, todo con el aplauso popular e internacional.
Todo parece ser un autogolpe perfectamente pergeñado
para premiar la actitud de Erdogan respecto
a Daesh y para realizar los sueños totalitarios del
gobernante.Golpe de fracasado nada, porque han conseguido todas sus metas.
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