La situación
por la que atraviesa España desde hace unas tres décadas ha podrido la realidad
económica y social de nuestra patria, pero sobre todo ha pervertido la base
espiritual y moral, acabando con todo viso de concepción nacional en la
población española.
La labor de
zapa y subversión que los enemigos de España y de la civilización cristiana han llevado a cabo, ha sido tan profunda y exitosa que nadie puede creer que la
salida de este estado de cosas pueda alcanzarse dentro de los límites
electorales, y políticos en general, que el corrupto sistema marca.
Sólo la
destrucción total de estas ruinas, que conforman el actual sistema antiespañol,
podrá permitir que levantemos un edificio nuevo basado en la Unidad Nacional,
en la Justicia Social y en la moral católica.
Si
aplicamos este razonamiento a la
situación actual, marcada por los resultados
de las elecciones del pasado 26 de Junio, lo mejor para nuestra patria
sería que los grupos que fueron elegidos en este último proceso electoral
nuevamente no se pusiesen de acuerdo para formar gobierno y la población se
viese abocada a unas nuevas, las terceras ya, elecciones generales.
En este caso vendría estaría muy bien traído el aforismo que dice: “cuando
peor mejor”.
Y digo esto
por la sencilla razón de que la convocatoria de unas terceras elecciones
legislativas, prácticamente seguidas, producirán en la población en general,
tanto de derechas como de izquierdas, un hastío y decepción tales que dará pie
a una fobia hacia este sistema democrático liberal partitocrático.
Y es este
momento el que hemos de aprovechar para
presentar una alternativa a este
antinacional, capitalista y liberal
régimen.
Desgraciadamente
mucho me temo que los políticos que viven de este chiringuito partitocrático,
incluidos por supuestos los de las disidencias controladas de Podemos y
Ciudadanos, no lo permitirán y llegarán a algún tipo de acuerdo para que surja
un nuevo gobierno, impidiendo de este modo
que se tengan que convocar nuevas elecciones.
Pero esto no
es óbice para desear que los personalismos e intereses particulares lleven a
unas nuevas elecciones.
Y repito que
hay deberemos estar nosotros para presentar a las gentes de España una
alternativa, no electoral, al sistema que desgobierna nuestra nación y la
empuja al precipicio.
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