lunes, 9 de mayo de 2016

Los manteros y la ilegalidad producen pobreza.



                                                                                   

En esta entrada me quiero referir a ese ilegal y tan perjudicial mercado que es el que se lleva a cabo a través de los denominados manteros.

Me centro en este tema, que para la inmensa mayoría de los que leen este blog supongo que está meridianamente claro. Y me refiero a él  debido a que ayer fui testigo de algo que me produjo una especie de “chispazo” que de momento me hizo ser mucho más consciente de la gravedad de una realidad que conocía y sobre la que tenía ya formada una  clara opinión.

Paso a explicarme, este fin de semana se celebra en la ciudad en la que vivo un festival musical, el Womad, que congrega a millares de jóvenes y que atrae a centenares de  manteros y de pequeños tenderetes de venta. La práctica totalidad de los que se dedican a este tipo de venta son ilegales     que además no pagan impuesto alguno por desarrollar este tipo de comercio.

                                                        

 Pues bien, cuando transitaba por una avenida  me encontré con una visión que me llamó mucho la atención, era la de un mantero que vendía  zapatillas de deporte frente a una modesta zapatería, esa visión de modo inmediato me trajo a la cabeza la imagen de esa pequeña tienda cerrada y sus dependientes condenados al desempleo.
                                                         






                                                        
Continué andando y me encontré con manteros vendiendo las típicas copias de música, falsificaciones de películas, etc. Más adelante también encontré pequeños, y no tan pequeños, tenderetes que vendían fundas de móvil, ropa,complementos, abalorios, etc. En ese momento me puse a pensar en hasta qué punto todas esas ventas ilegales que hacen competencia desleal no impedían que el pequeño comercio pudiese obtener ingresos con los que hacer frente a los impuestos que han de pagar tanto al ayuntamiento como a la hacienda pública, poder pagar el alquiler del local,  los sueldos de sus empleados, etc. y obtener algún beneficio.
También me vino a la cabeza la imagen, cada vez más común, de calles  con tiendas que han cerrado y la consiguiente condena al desempleo de tantos trabajadores, con la condena a la pobreza de sus familias.  

                                                       

Nuestras autoridades no dejan de repetir de manera machacona que una causa importante de que la crisis continúe afectando a la economía nacional  y provoque la altísima tasa de desempleo se encuentra en parte en la economía sumergida.
Siendo esto cierto, lo que no es de recibo es que las autoridades  toleren e incluso defiendan la venta ilegal realizada por los manteros o los pequeños tenderetes.
Algunos de nuestros compatriotas justifican la presencia en nuestras calles de este ilegal comercio señalando que los que realizan este tipo de actividad ilegal no tienen otra forma de ganarse la vida, otros en que no hacen daño a nadie.
 Una gran parte  llegan a exigir   empatía  diciendo eso de: “si tu estuvieses en su situación seguro que te gustaría que te permitiesen  hacerlo”. En definitiva, la inmensa mayoría se someten a  una mal entendida caridad, sus mentes estás ofuscadas por el buenísmo irracional y acrítico de lo políticamente correcto.

A todos los que desde esas posiciones toleran y defienden la actividad de manteros y vendedores que comercian de manera ilegal habría que decirles que las razones que aducen no tienen base alguna, ya que  como ilegales que son pueden hacer dos cosas, una es legalizar su situación en España y la otra irse de ella.
 La problemática humana no es razón para obviar el cumplimiento de la legislación que se aplica en el territorio de la nación de acogida. 
 Aunque para algunos pueda sonar extremo, la cuestión es muy sencilla, o te sometes a la legislación que rige en España o te vas de ella, nadie te ha llamado ni tampoco te obliga a permanecer en nuestro territorio.

La afirmación de que no hacen daño a nadie, o no ha sido razonada o directamente es malintencionada, puesto que un mínimo de razonamiento sobre la cuestión pone de manifiesto el daño que  este tipo de competencia desleal produce en el comercio medio y minorista.
 Los manteros y los pequeños tenderetes siempre podrán ofertar los artículos que venden a un precio  muchísimo más bajo  que  el ofrecido por los negocios legales pues estos últimos han de pagar impuestos, cobrar el IVA, pagar a hacienda el IRPF, etc. Todo esto dará lugar a que muchos negocios al no poder competir y perder ventas se vean en la obligación de cerrar y despedir a los empleados. Esto llevará a muchos sujetos al paro y familias a la pobreza.

Los que recurren a exigir que nos pongamos en su lugar sólo deberían tener en cuenta el desempleo y la pobreza que pueden sufrir a causa de la legalidad aquellos que si se someten a la ley.


Por último señalar que a todos nos duele el sufrimiento y la necesidad de nuestro prójimo, pero hemos de ver que el recurso a la ilegalidad, y más cuando este causa problemas a otros, no tiene justificación. España atraviesa una situación económica y laboral que no permite proteger plenamente a todos los españoles, hasta que no  pueda conseguirse ello y que  todos los españoles dispongan de empleo  y puedan vivir con dignidad, los foráneos  han de ocupar un lugar secundario  en el aspecto económico-laboral. Y desde luego no se puede permitir ningún tipo de actividad que ponga en peligro el empleo y la vida digna de los nacionales.

                                                

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