Los Servicios
de inteligencia suelen hacer el trabajo sucio, o al menos oculto, de los
Estados a los que sirven, y cuando este o sus intereses se han visto dañados o
puestos en una situación complicada no dudaran en recurrir a los medios que
sean precisos para ponerlos a salvo. Dentro de esos medios entran el desprestigiar
los símbolos que identifican al contrario y crear corrientes de opinión opuestas
a aquel o aquellos que se han opuesto u
oponen a los intereses de ese Estado al que sirven.
En la
actualidad para USA Rusia es ese peligroso
contrincante, ya que la política que a nivel internacional desarrolla Rusia, muy especialmente en Oriente Medio, no sólo no
se alinea y somete a los planes de los Estados Unidos, sino que se está
convirtiendo la visión multipolar de Putin en una amenaza para que los planes
de dominio que tienen los Estados Unidos, impidiendo que estos puedan llevarse
a cabo.
La postura
de una Rusia sabiamente comandada por Putin puso freno al intento yanqui-sionista
de hacerse con Ucrania y extender aún más hacia las fronteras rusas el poderío de la OTAN. Más tarde frenó un posible ataque contra Irán
al presentarse como aliado de este, en Siria ha ocurrido un tanto de lo mismo
desde el momento en que apoyó diplomática y militarmente al régimen sirio.
De hecho sus militares, en especial su fuerza aérea lucharon junto al ejército de
Bashar Al-Assad contra el ISIS, favoreciendo la reconquista del país
y la liberación de Siria por su golpeado pueblo.
La reciente
declaración de Vladimir Putin señalando que retiraba sus tropas y material militar
de Siria ha cogido a los Estados Unidos con el paso cambiado, sin saber muy
bien a que carta jugar en un escenario que creían dominar.
Nos
encontramos con que los medios de inteligencia encargados de defender la
posición norteamericana han considerado
que en la situación actual las medidas más eficaces a aplicar no son las abiertamente directas
contra la superpotencia rusa ni se pueden basar en el ataque contra el
prestigio de máximo lider, que debe encontrarse totalmente blindado.
La defensa de los intereses de los Estados
Unidos por la que se ha optado es mucho más sibilina, tratando de desprestigiar
sus iconos internacionales (deportivos, artísticos, etc.), buscando que eso lleve
a socavar la imagen tan positiva que Rusia tiene en la población
de los países occidentales, especialmente en Europa.
Es en este contexto en el que María Sharapova
se ha visto envuelta sin saberlo en una guerra psicológica que se ha desatado
en torno a los grandes iconos rusos.
Nos
encontramos con que de pronto la bella tenista rusa, ganadora de los cuatro
abiertos del Grand Slam y actual número tres de la clasificación de la WTA se
ha convertido en objetivo a batir, y esa misma ONU que sirve al sionismo a
través de su marioneta norteamericana , se ha servido del Programa De Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) para
desprestigiar a la tenista rusa suspendiéndola como embajadora de buena
voluntad “y de cualquier otra actividad mientras continúe la investigación”,
todo esto tras una relación de nueve años de colaboración.
La
estrategia de la que María Sharapova ha sido víctima la ha llevado a ser
presentada como una deportista de élite que ha alcanzado los mayores logros en
su disciplina gracias a servirse de
sustancias dopantes prohibidas. La realidad es que está siendo acusada por
haber utilizado un estimulante, el Meldonium, que era legal hasta que la AMA
(Asociación Mundial Antidopaje) la incluyó en Enero del año pasado 2015 en la
lista de sustancias prohibidas. La deportista rusa cometió el “gravísimo error”
de no haber advertido ese cambio.
La ONU ha tomado una medida a todas luces exagerada dado que las victorias por las que fue nombrada embajadora de buena voluntad habían sido obtenidas mientras el fármaco Melodium era legal y dado el comprensible error debido a un cambio tan súbito en la clasificación de esta sustancia como prohibida.
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