Al referirnos al tema
de la epidemia del virus Zika nos encontramos de nuevo ante un engaño, una
tomadura de pelo, en la que la población mundial, como siempre, es el actor
involuntario y pasivo de una obra que la élite ha escrito y dirige.
Se trata de
una burda artimaña que a modo de señuelo se sirve de este virus para apartar la
atención del verdadero origen de los problemas de salud que están apareciendo,
de esta manera se trata de que ciertas
multinacionales farmacéuticas y empresas encargadas de elementos transgénicos se
libren de tener que enfrentarse a las
multas y compensaciones económicas multimillonarias a las que habrían de someterse
caso de que se llegase conocer la realidad de los problemas médicos producidos
a causa de sus productos y/o actuaciones.
Esta
estrategia de ocultación y engaño resulta más efectiva cuanto mayor sea el caos y temor que se cree, puesto que de esta manera los medios de
comunicación y la investigación exigida
se fijaría casi en exclusiva en este verdadero señuelo.
Lo que se
trataría de hacer es encubrir las consecuencias que para la salud de la
población brasileña ha tenido la presencia de mosquitos genéticamente
modificados (MGM) que habrían sido soltados en el noroeste Brasil el año 2012
para combatir los mosquitos que transmitían el denge, el virus zika y el
chikunya.
La compañía
británica Oxitec, empresa biotecnológica, fue la encargada de modificar
genéticamente los mosquitos y soltarlos en la zona referida.
En aquel
mismo año se levantó una controversia
científica respecto a la idoneidad de soltar esos mosquitos genéticamente
modificados, ya que algunos científicos mantenían que no se habían realizado
suficientes estudios sobre los posibles efectos que esta suelta podría causar
en la población humana.
Un ejemplo lo
tenemos en unas declaraciones que realizó la doctora Hellen Wallace, directora
del Instituto Gene Watch, la cual manifestó al periódico británico “The Guardian”: “Es un enfoque muy
experimental que aún no ha tenido éxito
y que podría causar más daño que bien”, declaró la doctora.
El objetivo
de la modificación genética llevada a cabo por Oxitec era liberar solamente los
mosquitos macho de la especie Aedes aegypti, portador del denge y el zika.
Buscando que cuando el mosquito macho modificado se reprodujese con hembras
portadoras del virus nacerían unas crías modificadas que morirían sin poder
llegar a la edad reproductiva.
Pero se ha
comprobado que si los mosquitos tenían acceso
al antibiótico Tetraciclina, que se
puede encontrar de modo natural en los suelos, en las aguas superficiales y en
algunos alimentos, la tasa de supervivencia podía llegar a aumentar un 15%,
con lo que se estaría ayudando a la
propagación del virus en lugar de frenarla.
Otro aspecto que se debería tener en cuenta es
el hecho de que es precisamente en las zonas
donde fueron soltados esos
mosquitos donde se ha aparecido y con más fuerza se ha desarrollado esta
epidemia de zika.
En esta
pandemia nos encontramos con que además de la estrategia para ocultar los males causados a la salud por
parte de algunas empresas de bioingeniería y de manipulación genética aparecen
datos e informaciones perfectamente contrastadas que nos hacen ver que tras esta
epidemia se esconde un intento de
reducir la población tanto
produciendo directamente muertes como moviendo a que no se conciban nuevos niños
por miedo a que por culpa de la epidemia de zika puedan venir al mundo con
graves daños como la microcefalia.
En lo que se
refiere a la intención eugenésica empezaremos por presentar un dato que resulta
bastante más que sospechoso, clarificador diría yo.
Actualmente
David Rockefeller es el propietario del virus que nos ocupa, concretamente del
virus zika (ATTCVR-84), estando registrado
a nombre de J. Casals y de Rockefeller Fundation, con registro el año
1947, que fue el mismo año en el que fue descubierto en el Congo.
Desde
entonces no se ha fabricado
ninguna vacuna, pero si se ha extendido el virus tras haberse soltado
mosquitos modificados genéticamente, mosquitos que de hecho han servido como vehículo de transmisión de este virus.
Rockefeller,
al igual que el dueño de Monsanto, Bill
Gates, es uno de los principales impulsores de la eugenesia, propiciando una
disminución drástica de la población mundial.
Pero que
nadie se lleve a engaño, lo que se mueve tras esta pandemia, al igual que
ocurrió con la de la gripe aviar, la porcina o el èvola, no son intereses
económicos sino la aplicación de una ingeniería social que busca someter a la
población a los dictados de una camarilla que dirigirá un Nuevo Orden Mundial,
y para ello es preciso crear una situación de caos y de temor que haga a la
población perfectamente maleable. Es por ello que cada poco tiempo
aparecen “de modo espontaneo” epidemias
que son convenientemente presentadas a
la población como gravísimos peligros a los que no se puede hacer frente, de este modo los sujetos se plegarán más fácilmente a esa
autoridad mundialista. Es por ello que la O.M.S. no hace otra cosa que
generalizar el temor y hasta el terror entre la población.
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