La mayoría
de los que nos rodean piensan que la llegada de refugiados musulmanes no aporta
un enriquecimiento a las costumbres de la sociedad europea cristiana. Se
equivocan puesto que gracias a ellos llegan
nuevas costumbres, desconocidos comportamientos y diferentes formas de
relación que enriquecen y liberan a una
sociedad como la nuestra que está demasiado atada por preceptos y normas.
La cortesía y el respeto son vistos por muchos occidentales “progresistas
y avanzados” como cadenas que han sido establecidas para poner freno a esa
libertad que surge de la espontaneidad. El respeto a la mujer la ven como una muestra de condescendencia
machista y el amor cortés como el sumun de lo retrógrado.
Es
precisamente ahí donde la aportación de los que nos visitan resulta más útil, es
de agradecer que gentes tan abiertas y libres de las represiones nos ayuden a
levantar la losa de una educación y unas costumbres que no hacen otra cosa que reprimirnos.
Una de las
últimas y más llamativas aportaciones de nuestros refugiados-inmigrantes de
ascendencia musulmana es algo relativamente común en las tierras de las que
proceden, es una especie de juego que nuestra reprimida y encorsetada sociedad
parece no entender.
Y HASTA AQUÍ
LA IRONÍA.
Cuando hablo
de esa "aportación" me estoy refiriendo al Taharrush, también conocido como “juego
de la violación”. Algo que suele ser relativamente frecuente en las sociedades musulmanas
(misóginas, enemigas de la libertad de
la mujer, que las considera tan solo como un ser al servicio exclusivo de
los deseos y necesidades del hombre y
que carece de cualquier derecho a que su voluntad sea respetada).
En Occidente
no tuvimos noticia de este “juego de la violación” hasta que en el año 2011 una
periodista sudraficana de la CBS , Lara Logan, fue rodeada, manoseada y finalmente
violada por una multitud de hombres que comenzaron bailando en torno suyo para después
agredirla. Esta periodista cubría la denominada primavera árabe en Egipto y el
suceso aconteció en la Plaza Tahir de El Cairo.
En la
Nochevieja pasada la ciudad de Colonia fue triste testigo de cómo se desataba el frentico
Taharrush, siendo cientos de chicas
alemanas agredidas sexualmente mediante tocamientos y al menos siete de ellas
fueron violadas. La globalización ha funcionado a la hora de extender esta
vergonzoa y vergonzante salvajada.
Este tipo de conducta de agresión sexual contra mujeres es común cuando se dan concentraciones y siempre que las mujeres no vayan acompañadas por algún hombre, y se da en todos los países del norte de África y de Medio Oriente dada la concepción del Islam respecto a la violación, pues para este la violación no es considerada reprobable si no hay un testigo varón que lo avale.
Este tipo de conducta de agresión sexual contra mujeres es común cuando se dan concentraciones y siempre que las mujeres no vayan acompañadas por algún hombre, y se da en todos los países del norte de África y de Medio Oriente dada la concepción del Islam respecto a la violación, pues para este la violación no es considerada reprobable si no hay un testigo varón que lo avale.
A la
gravedad de los hechos referidos hay que sumar como los medios de comunicación
y las autoridades trataron de ocultar los hechos y que distinta fue la
actuación policial la Nochevieja de la
fuerza que se aplicó para reprimir a los que protestaban contra los sucesos de
los que hablamos.
Las
declaraciones de la alcaldesa alemana y de la canciller Angela Merkel fueron tan políticamente correctas que parecían culpar a las víctimas al aconsejarlas ir acompañadas y no llevar
ropa provocativa.
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