Siempre que
nos refiramos a algún suceso criminal, a incidentes callejeros, o como en estas últimas semanas es de triste actualidad
a agresiones sexuales o violaciones, y señalamos que los hechos han sido protagonizados
por inmigrantes musulmanes o subsaharianos, inmediatamente surgirá alguna voz que repetirá la falaz argumentación creada por el pensamiento políticamente correcto y que es
aceptada por la sociedad de borregos con cerebro de esponja.
¿A que me
estoy refiriendo?, me refiero a esa especie de mantra, que no por repetido se convierte en realidad. Se trata de un
sofisma que se sustenta sobre esa idea que se nos ha inculcado de que todos
somos iguales y que por tanto los delitos, crímenes o altercados serán
cometidos sin que en ello influya el hecho de
haber sido llevados a cabo indistintamente y en similar proporcíón por sujetos de una raza, cultura o
procedencia concreta.
Cuando
señalamos la inseguridad o nos referimos a algún delito y lo ponemos en
relación con la inmigración ilegal, musulmana o subsahariana, enseguida los
buenistas del multiculturalismo recurren a los mismos argumentos: “hay gente
buena y gente mala en todas las culturas”, “los españoles también cometen esos
delitos y nadie dice nada sobre que el delito se deba a su religión, raza
o cultura”, y otras afirmaciones por el
estilo, tan falsas como efectivas en las mentes acríticas sometidas al
pensamiento único y que devoran los
noticiarios y los coloquios de la tel-aviv-sión.
Estos
supuestos argumentos que como loros repiten
los multiculturalistas suicidas no se mantienen si los analizamos con un
pensamiento mínimamente crítico.
En el fondo
todo se reduce a un ejercicio estadístico.
No se puede
recurrir exclusivamente a verificar si
cierto tipo de delitos son llevados a cabo también por los occidentales, o a
contabilizar y comprobar si el número de los delitos, agresiones o disturbios
de los originarios de nuestro país es similar, pues una comparación de este
tipo no nos aporta información verídica alguna.
Sería una falsedad ya que no se toma en
consideración el número de musulmanes o subsaharianos en comparación con el
total de la población nativa.
Por ejemplo,
nos encontramos con que las agresiones sexuales y violaciones que se vienen dando en Suecia desde hace un par
de años es de mil quinientos, este dato aislado de un estudio sobre la proporción, un estudio que ponga en relación la población musulmana-subsahariana con la población total del pais no dice nada aunque estos actos hubiesen sido realizados exclusivamente por
musulmanes y subsaharianos. Y no dice nada puesto que no es lo mismo que la cantidad de este tipo de
población sea el 10% del total de la población
que si es del 80%. Si el 90%
de las agresiones sexuales son cometidas por
musulmanes o subsaharianos que son el 10% del total de la población se puede afirmar que la población musulmana y
subsahariana es la que en función de su raza, religión y/o cultura tiene una
tendencia a la agresión sexual a la mujer.
En el caso de que las agresiones fuesen en un 20% cometidas por ese tipo de sujetos y
su proporción en la población general fuese del 90 se podría afirmar lo contrario.
Pero desgraciadamente nos encontramos con que ocurre lo primero. Un
caso muy claro lo vemos en el aumento de agresiones sexuales y/o delitos que se
están dando en Europa, especialmente en el centro y el norte, puesto que la
población de musulmanes y subsaharianos se acerca al 25% del total, aunque la
proporción de delitos del total cometidos y que han sido estos sus
responsables se acerca al 80.
Para lograr una explicación de lo que ocurre es preciso tomar en consideración cuestiones tales como la denigración de la mujer, el
castigo corporal y la absoluta sumisión sexual al hombre que el islamismo
toma de las enseñanzas del Corán.
La población subsahariana masculina tiene una muy
superior cantidad de testosterona que la
población masculina blanca, y además no tiene capacidad de aplazar la consecución de un
objetivo. Con lo que tanto en un caso
como en el otro la integridad sexual de la mujer se verá en peligro siempre que no coincidan sus apetencias sexuales en un momento con las apetencias de un hombre musulmán o subsahariano .
Pero Si nos encontramos con un individuo en el que se den la suma de raza negra y religión musulmana estaríamos ante un verdadero peligro, aunque no lo quieran reconocer los bienpensantes buenístas de la multiculturalidad y de la mezcla racial.
Pero Si nos encontramos con un individuo en el que se den la suma de raza negra y religión musulmana estaríamos ante un verdadero peligro, aunque no lo quieran reconocer los bienpensantes buenístas de la multiculturalidad y de la mezcla racial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario